<p>Una mañana de domingo de diciembre de 1941, 353 aviones japoneses avanzaron sobre el agua brillante del Pacífico para sorprender a todos en Pearl Harbor. El domingo pasado, la aproximación ucraniana hacia cinco bases rusas tuvo un aspecto mucho más anodino: <strong>lentos camiones discurriendo por las sucias carreteras del interior de Rusia</strong>. En aquella jornada dramática del siglo XX, los nipones se inspiraron en el contundente ataque aéreo que los británicos habían lanzado el año anterior contra la flota italiana en Tarento. En cambio, los más de 100 pilotos de drones que aguardaban con sus gafas de realidad virtual la orden de atacar estaban embarcados en una misión sin precedentes en la que fijarse. Ironías de la historia: durante la preparación de su ataque los japoneses bautizaron su plan como <i><strong>Operación Z</strong></i>, usando la misma letra del abecedario que ha simbolizado la invasión rusa de Ucrania. Durante estos días, muchos analistas han comparado el ataque con drones ucranianos con un <a href=»https://www.elmundo.es/internacional/2025/06/01/683c5c6cfc6c83aa678b457f.html» target=»_blank»><i><strong>Pearl Harbour ruso</strong></i></a>. La gran diferencia es que Estados Unidos fue sorprendido por ese ataque cuando todavía no tomaba parte en la Segunda Guerra Mundial. Rusia lleva desde 2022 en guardia ante una <a href=»https://www.elmundo.es/e/uc/ucrania.html» target=»_blank»>Ucrania</a> cada vez más capaz de llevar la guerra al territorio del país invasor.</p>
La ‘Operación Telaraña’ ha hecho que Moscú tenga que multiplicar sus costes en seguridad ante la posibilidad de nuevos ataques de Kiev
<p>Una mañana de domingo de diciembre de 1941, 353 aviones japoneses avanzaron sobre el agua brillante del Pacífico para sorprender a todos en Pearl Harbor. El domingo pasado, la aproximación ucraniana hacia cinco bases rusas tuvo un aspecto mucho más anodino: <strong>lentos camiones discurriendo por las sucias carreteras del interior de Rusia</strong>. En aquella jornada dramática del siglo XX, los nipones se inspiraron en el contundente ataque aéreo que los británicos habían lanzado el año anterior contra la flota italiana en Tarento. En cambio, los más de 100 pilotos de drones que aguardaban con sus gafas de realidad virtual la orden de atacar estaban embarcados en una misión sin precedentes en la que fijarse. Ironías de la historia: durante la preparación de su ataque los japoneses bautizaron su plan como <i><strong>Operación Z</strong></i>, usando la misma letra del abecedario que ha simbolizado la invasión rusa de Ucrania. Durante estos días, muchos analistas han comparado el ataque con drones ucranianos con un <a href=»https://www.elmundo.es/internacional/2025/06/01/683c5c6cfc6c83aa678b457f.html» target=»_blank»><i><strong>Pearl Harbour ruso</strong></i></a>. La gran diferencia es que Estados Unidos fue sorprendido por ese ataque cuando todavía no tomaba parte en la Segunda Guerra Mundial. Rusia lleva desde 2022 en guardia ante una <a href=»https://www.elmundo.es/e/uc/ucrania.html» target=»_blank»>Ucrania</a> cada vez más capaz de llevar la guerra al territorio del país invasor.</p>
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