Todos hemos visto alguna vez, mientras paseamos por el bosque, esa larga hilera de orugas procesionando. Siguen un hilo de seda que segregan para ir juntas y proteger mutuamente sus cabezas, la parte que buscan los pájaros para comérselas. Tienen pelos urticantes que causan daños a quien las toca, y resultan especialmente peligrosas para los niños y para las mascotas. La Comunidad de Madrid pone ahora en marcha una campaña preventiva para controlar la presencia de oruga procesionaria en los pinares de la región. La clave es encontrar el equilibrio para mantener los niveles suficientes para la biodiversidad, y a la vez reducir su presencia en las zonas de paso.Agentes forestales y expertos medioambientales de la Comunidad de Madrid han revisado las zonas consideradas críticas, y han programado una serie de actuaciones que comenzarán este mes. Son en total 14 puntos clave de la región los que se han utilizado para poder estimar el momento de eclosión de los huevos. Para embridar a esta población, se van a emplear tanto tratamientos terrestres con bioinsecticidas como otros tipo trampa, como cajas nido para depredadores y trampas de feromonas y de anillo en los propios árboles.A partir de ahora, y durante los próximos meses, la Consejería de Medio Ambiente va a desplegar esta campaña preventiva para poner coto a la oruga procesionaria en los pinares de la región. Se busca reducir su presencia, porque aunque no supone un peligro para la masa forestal, «sí puede provocar alergias y afectar a la salud visual de personas y animales».Noticia Relacionada estandar Si Relevo generacional, rebaja fiscal y ayudas: el plan de Ayuso para rescatar el campo Sara Medialdea La Comunidad de Madrid pone en marcha un plan quinquenal por 148 millones en apoyo de agricultores y del ganado autóctonoAunque nos resulte antipática, la oruga es, recuerdan los expertos, «un componente más del ecosistema de los pinares» y además tiene una extraordinaria capacidad de adaptación. Cuando se dan las condiciones climáticas propicias, hay un aumento natural de sus poblaciones que puede dar lugar a defoliaciones invernales. Luego llega la primavera y los árboles se recuperan.Este invierno, en los meses de febrero y marzo, los agentes forestales de la Comunidad de Madrid han desarrollado una labor de observación en 568 grupos de pinares, que ocupaban una superficie de 64.824 hectáreas. Y han realizado el seguimiento de 14 puntos clave en distintos municipios, de todo lo cual han deducido que las zonas más afectadas son las del piedemonte de la Sierra de Guadarrama y las del este y sureste madrileño.Herramientas para dar la batalla Trampa de feromonas –a la izquierda– y otra de anillo, que actúa como una barrera física que impide a las orugas a bajar hasta el suelo. ComunidadEsta información recogida, más las solicitudes remitidas por los ayuntamientos, han servido a los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente, que dirige Carlos Novillo, para elaborar un mapa de lugares, tiempos y medidas necesarias para mantener los niveles adecuados de estas orugas: suficientes desde el punto de vista ambiental, pero reducidos en las zonas de paso de las personas.El paso siguiente ha sido hacer un cronograma para saber cuándo actuar: desde mediados de este mes y hasta fin de agosto, se van a instalar 1.200 trampas de feromonas, para capturar a las mariposas macho durante el periodo de vuelo, en zonas con bajos niveles de infestación.ArmasMás adelante, entre septiembre y octubre, se van a instalar 300 cajas nido para aves insectívoras, que se alimentan de las primeras orugas del otoño, y también para murciélagos, que son depredadores de las mariposas. Ya entrado el otoño, entre octubre y noviembre, se aplicarán tratamientos con bioinsecticidas, empleando equipos terrestres que atomizarán desde camiones un producto, el ‘bacillus thurigiensis var kurstaki’, que se emplea en agricultura ecológica, cuenta con clasificación ambiental AAA (la más alta, que indica un alto nivel de sostenibilidad) y ataca a estos insectos, sin afectar a otras especies protegidas.Por último, entre diciembre y enero, se procederá a la instalación puntual de trampas de anillo en zonas recreativas con arbolado disperso y gran presencia de personas y animales de compañía. Esta barrera física impide que las orugas desciendan hasta el suelo durante el periodo en que forman sus procesiones, alejando así el peligro de los ciudadanos que salen al campo a pasear. Todos hemos visto alguna vez, mientras paseamos por el bosque, esa larga hilera de orugas procesionando. Siguen un hilo de seda que segregan para ir juntas y proteger mutuamente sus cabezas, la parte que buscan los pájaros para comérselas. Tienen pelos urticantes que causan daños a quien las toca, y resultan especialmente peligrosas para los niños y para las mascotas. La Comunidad de Madrid pone ahora en marcha una campaña preventiva para controlar la presencia de oruga procesionaria en los pinares de la región. La clave es encontrar el equilibrio para mantener los niveles suficientes para la biodiversidad, y a la vez reducir su presencia en las zonas de paso.Agentes forestales y expertos medioambientales de la Comunidad de Madrid han revisado las zonas consideradas críticas, y han programado una serie de actuaciones que comenzarán este mes. Son en total 14 puntos clave de la región los que se han utilizado para poder estimar el momento de eclosión de los huevos. Para embridar a esta población, se van a emplear tanto tratamientos terrestres con bioinsecticidas como otros tipo trampa, como cajas nido para depredadores y trampas de feromonas y de anillo en los propios árboles.A partir de ahora, y durante los próximos meses, la Consejería de Medio Ambiente va a desplegar esta campaña preventiva para poner coto a la oruga procesionaria en los pinares de la región. Se busca reducir su presencia, porque aunque no supone un peligro para la masa forestal, «sí puede provocar alergias y afectar a la salud visual de personas y animales».Noticia Relacionada estandar Si Relevo generacional, rebaja fiscal y ayudas: el plan de Ayuso para rescatar el campo Sara Medialdea La Comunidad de Madrid pone en marcha un plan quinquenal por 148 millones en apoyo de agricultores y del ganado autóctonoAunque nos resulte antipática, la oruga es, recuerdan los expertos, «un componente más del ecosistema de los pinares» y además tiene una extraordinaria capacidad de adaptación. Cuando se dan las condiciones climáticas propicias, hay un aumento natural de sus poblaciones que puede dar lugar a defoliaciones invernales. Luego llega la primavera y los árboles se recuperan.Este invierno, en los meses de febrero y marzo, los agentes forestales de la Comunidad de Madrid han desarrollado una labor de observación en 568 grupos de pinares, que ocupaban una superficie de 64.824 hectáreas. Y han realizado el seguimiento de 14 puntos clave en distintos municipios, de todo lo cual han deducido que las zonas más afectadas son las del piedemonte de la Sierra de Guadarrama y las del este y sureste madrileño.Herramientas para dar la batalla Trampa de feromonas –a la izquierda– y otra de anillo, que actúa como una barrera física que impide a las orugas a bajar hasta el suelo. ComunidadEsta información recogida, más las solicitudes remitidas por los ayuntamientos, han servido a los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente, que dirige Carlos Novillo, para elaborar un mapa de lugares, tiempos y medidas necesarias para mantener los niveles adecuados de estas orugas: suficientes desde el punto de vista ambiental, pero reducidos en las zonas de paso de las personas.El paso siguiente ha sido hacer un cronograma para saber cuándo actuar: desde mediados de este mes y hasta fin de agosto, se van a instalar 1.200 trampas de feromonas, para capturar a las mariposas macho durante el periodo de vuelo, en zonas con bajos niveles de infestación.ArmasMás adelante, entre septiembre y octubre, se van a instalar 300 cajas nido para aves insectívoras, que se alimentan de las primeras orugas del otoño, y también para murciélagos, que son depredadores de las mariposas. Ya entrado el otoño, entre octubre y noviembre, se aplicarán tratamientos con bioinsecticidas, empleando equipos terrestres que atomizarán desde camiones un producto, el ‘bacillus thurigiensis var kurstaki’, que se emplea en agricultura ecológica, cuenta con clasificación ambiental AAA (la más alta, que indica un alto nivel de sostenibilidad) y ataca a estos insectos, sin afectar a otras especies protegidas.Por último, entre diciembre y enero, se procederá a la instalación puntual de trampas de anillo en zonas recreativas con arbolado disperso y gran presencia de personas y animales de compañía. Esta barrera física impide que las orugas desciendan hasta el suelo durante el periodo en que forman sus procesiones, alejando así el peligro de los ciudadanos que salen al campo a pasear. Todos hemos visto alguna vez, mientras paseamos por el bosque, esa larga hilera de orugas procesionando. Siguen un hilo de seda que segregan para ir juntas y proteger mutuamente sus cabezas, la parte que buscan los pájaros para comérselas. Tienen pelos urticantes que causan daños a quien las toca, y resultan especialmente peligrosas para los niños y para las mascotas. La Comunidad de Madrid pone ahora en marcha una campaña preventiva para controlar la presencia de oruga procesionaria en los pinares de la región. La clave es encontrar el equilibrio para mantener los niveles suficientes para la biodiversidad, y a la vez reducir su presencia en las zonas de paso.Agentes forestales y expertos medioambientales de la Comunidad de Madrid han revisado las zonas consideradas críticas, y han programado una serie de actuaciones que comenzarán este mes. Son en total 14 puntos clave de la región los que se han utilizado para poder estimar el momento de eclosión de los huevos. Para embridar a esta población, se van a emplear tanto tratamientos terrestres con bioinsecticidas como otros tipo trampa, como cajas nido para depredadores y trampas de feromonas y de anillo en los propios árboles.A partir de ahora, y durante los próximos meses, la Consejería de Medio Ambiente va a desplegar esta campaña preventiva para poner coto a la oruga procesionaria en los pinares de la región. Se busca reducir su presencia, porque aunque no supone un peligro para la masa forestal, «sí puede provocar alergias y afectar a la salud visual de personas y animales».Noticia Relacionada estandar Si Relevo generacional, rebaja fiscal y ayudas: el plan de Ayuso para rescatar el campo Sara Medialdea La Comunidad de Madrid pone en marcha un plan quinquenal por 148 millones en apoyo de agricultores y del ganado autóctonoAunque nos resulte antipática, la oruga es, recuerdan los expertos, «un componente más del ecosistema de los pinares» y además tiene una extraordinaria capacidad de adaptación. Cuando se dan las condiciones climáticas propicias, hay un aumento natural de sus poblaciones que puede dar lugar a defoliaciones invernales. Luego llega la primavera y los árboles se recuperan.Este invierno, en los meses de febrero y marzo, los agentes forestales de la Comunidad de Madrid han desarrollado una labor de observación en 568 grupos de pinares, que ocupaban una superficie de 64.824 hectáreas. Y han realizado el seguimiento de 14 puntos clave en distintos municipios, de todo lo cual han deducido que las zonas más afectadas son las del piedemonte de la Sierra de Guadarrama y las del este y sureste madrileño.Herramientas para dar la batalla Trampa de feromonas –a la izquierda– y otra de anillo, que actúa como una barrera física que impide a las orugas a bajar hasta el suelo. ComunidadEsta información recogida, más las solicitudes remitidas por los ayuntamientos, han servido a los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente, que dirige Carlos Novillo, para elaborar un mapa de lugares, tiempos y medidas necesarias para mantener los niveles adecuados de estas orugas: suficientes desde el punto de vista ambiental, pero reducidos en las zonas de paso de las personas.El paso siguiente ha sido hacer un cronograma para saber cuándo actuar: desde mediados de este mes y hasta fin de agosto, se van a instalar 1.200 trampas de feromonas, para capturar a las mariposas macho durante el periodo de vuelo, en zonas con bajos niveles de infestación.ArmasMás adelante, entre septiembre y octubre, se van a instalar 300 cajas nido para aves insectívoras, que se alimentan de las primeras orugas del otoño, y también para murciélagos, que son depredadores de las mariposas. Ya entrado el otoño, entre octubre y noviembre, se aplicarán tratamientos con bioinsecticidas, empleando equipos terrestres que atomizarán desde camiones un producto, el ‘bacillus thurigiensis var kurstaki’, que se emplea en agricultura ecológica, cuenta con clasificación ambiental AAA (la más alta, que indica un alto nivel de sostenibilidad) y ataca a estos insectos, sin afectar a otras especies protegidas.Por último, entre diciembre y enero, se procederá a la instalación puntual de trampas de anillo en zonas recreativas con arbolado disperso y gran presencia de personas y animales de compañía. Esta barrera física impide que las orugas desciendan hasta el suelo durante el periodo en que forman sus procesiones, alejando así el peligro de los ciudadanos que salen al campo a pasear. RSS de noticias de espana
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