Para los revistosos del Relato, Trent Alexander-Arnold era Cafú cuando corría por la banda del Liverpool, pero al fichar por el Real Madrid se ha convertido en Carlos Secretário, salvo por un detalle: su discurso de presentación en español con una dicción entre sir John Gielgud y Constantino Romero. A los españoles les cuesta tanto aprender en inglés, que creen imposible que un inglés consiga hablar español. Gareth Bale, acaso el futbolista más inteligente que hemos visto, nunca aprendió español, y la venganza de los periodistas por no entenderle fue hacerle (intentarlo, al menos) la vida imposible. Ya retirado, recomendó a todos los jugadores ingleses que aprendieran español, si querían jugar tranquilos en Madrid. Así que Trent hizo caso de Bale y se vino con un Discurso de Gettysburg para recitarlo ante su familia y el presidente Florentino Pérez. A un inglés que habla español cuesta decirle Trent a secas, pues pide a gritos el don, pero lo de Trent por Alexander-Arnold viene a ser un cariño «apocopado» como el Pepe de los béticos por Hadžibegić o el «Rafaé» de los palanganeros por Dasaev. Quedémonos con la impresión de los chuchos del Relato: el español de Trent, que «pone en valor» (traducción periodística del «mise-en-scène» de los cineros) el sentido metapolítico de una lengua, la nuestra, que, a pesar del Instituto Cervantes, afecta a más de ochocientos millones de hablantes, como demostró el argentino Alberto Buela en su célebre conferencia en Santo Domingo de Silos. Allí denunció Buela la renuncia política de España a la capitalidad del español, una lengua que se desplaza exclusivamente por su uso por el pueblo llano, al contrario que el inglés, lengua administrativa a cuyo uso instrumental obligan esasNoticias relacionadas opinion Si El bar de Mou El imperativo energético Ignacio Ruiz-Quintano opinion Si El bar de Mou Ancelotti sayonara Ignacio Ruiz-Quintano burocracias ante las cuales intentan lucirse nuestros hombres de Estado, catetos que deben sus reputaciones a soltar discursos en inglés como el de Trent Alexander-Arnold en español de Valdebebas. Trent ataca bien y defiende mal, se nos repite en los medios. O sea, que ataca en inglés, su lengua existencial, y defiende en español, su lengua formal. No sabemos si Trent posee estudios superiores, pero sabemos que habla español con la garantía del Estado, que es la Academia. Lo de los estudios superiores de los futbolistas del Real Madrid lo han sacado a relucir ahora en una lista que cierra Bellingham (¡Sociología!) y que abre Bernabéu, que fue abogado y… ¡funcionario de Hacienda! por las mismas épocas que nuestro Wenceslao Fernández Flórez, que aprovechó la situación para clasificar a los empleados en dos grupos: uno, muy pequeño, que se dedicaba a escribir en los periódicos sin aparecer nunca por la oficina, y otro, muy numeroso, que iba a la oficina a leer lo que los primeros escribían en los periódicos, frase que sacó de quicio a un jefe de Negociado, que en el despacho del habilitado puso al autor de chupa de dómine con un discurso a base de gerundios, muy por debajo del de Trent Alexander-Arnold, que en el perfil tiene algo de hermanillo bueno de Eto’o y que en el Mundial acompañará como novedad a Dean Huijsen (¿por qué no Dean –James Dean o Dean Martin–en las camisetas?), mocetón que tuvo el valor de hablar bien («¡el mejor!») de Mourinho ante los revistosos del puchero. –Mi mejor entrenador, Mourinho. Y mi primer recuerdo futbolístico, el gol de Ramos en Lisboa. Esto, más lo que ha costado, le abre con veinte años las puertas de la titularidad en el Real Madrid, cosa que ya ha logrado en el Combinado Autonómico, donde naufragó Casillas seducido por Xavi. Los jugadores del Real Madrid, cuanto más lejos de esa franquicia culé, mejor. Es verdad que en la Final de la Nations League el viejo Cristiano se la jugó a Huijsen en la jugada del gol, pero también lo es que en ese mismo partido el niño prodigio Lamine convirtió en estrella total a Nuno Mendes, lo cual es mucho prodigio, incluso para ese viejo orate que va por ahí repitiendo que desde Pelé nadie ha visto cosa igual, pero porque Pelé no tenía de representante a Jorge Mendes, que exige el Balón de Oro para su representado, y ojalá que Dios se lo conceda, por la cantidad de cláusulas financieras que semejante piñata publicitaria desataría contra su club. Para los revistosos del Relato, Trent Alexander-Arnold era Cafú cuando corría por la banda del Liverpool, pero al fichar por el Real Madrid se ha convertido en Carlos Secretário, salvo por un detalle: su discurso de presentación en español con una dicción entre sir John Gielgud y Constantino Romero. A los españoles les cuesta tanto aprender en inglés, que creen imposible que un inglés consiga hablar español. Gareth Bale, acaso el futbolista más inteligente que hemos visto, nunca aprendió español, y la venganza de los periodistas por no entenderle fue hacerle (intentarlo, al menos) la vida imposible. Ya retirado, recomendó a todos los jugadores ingleses que aprendieran español, si querían jugar tranquilos en Madrid. Así que Trent hizo caso de Bale y se vino con un Discurso de Gettysburg para recitarlo ante su familia y el presidente Florentino Pérez. A un inglés que habla español cuesta decirle Trent a secas, pues pide a gritos el don, pero lo de Trent por Alexander-Arnold viene a ser un cariño «apocopado» como el Pepe de los béticos por Hadžibegić o el «Rafaé» de los palanganeros por Dasaev. Quedémonos con la impresión de los chuchos del Relato: el español de Trent, que «pone en valor» (traducción periodística del «mise-en-scène» de los cineros) el sentido metapolítico de una lengua, la nuestra, que, a pesar del Instituto Cervantes, afecta a más de ochocientos millones de hablantes, como demostró el argentino Alberto Buela en su célebre conferencia en Santo Domingo de Silos. Allí denunció Buela la renuncia política de España a la capitalidad del español, una lengua que se desplaza exclusivamente por su uso por el pueblo llano, al contrario que el inglés, lengua administrativa a cuyo uso instrumental obligan esasNoticias relacionadas opinion Si El bar de Mou El imperativo energético Ignacio Ruiz-Quintano opinion Si El bar de Mou Ancelotti sayonara Ignacio Ruiz-Quintano burocracias ante las cuales intentan lucirse nuestros hombres de Estado, catetos que deben sus reputaciones a soltar discursos en inglés como el de Trent Alexander-Arnold en español de Valdebebas. Trent ataca bien y defiende mal, se nos repite en los medios. O sea, que ataca en inglés, su lengua existencial, y defiende en español, su lengua formal. No sabemos si Trent posee estudios superiores, pero sabemos que habla español con la garantía del Estado, que es la Academia. Lo de los estudios superiores de los futbolistas del Real Madrid lo han sacado a relucir ahora en una lista que cierra Bellingham (¡Sociología!) y que abre Bernabéu, que fue abogado y… ¡funcionario de Hacienda! por las mismas épocas que nuestro Wenceslao Fernández Flórez, que aprovechó la situación para clasificar a los empleados en dos grupos: uno, muy pequeño, que se dedicaba a escribir en los periódicos sin aparecer nunca por la oficina, y otro, muy numeroso, que iba a la oficina a leer lo que los primeros escribían en los periódicos, frase que sacó de quicio a un jefe de Negociado, que en el despacho del habilitado puso al autor de chupa de dómine con un discurso a base de gerundios, muy por debajo del de Trent Alexander-Arnold, que en el perfil tiene algo de hermanillo bueno de Eto’o y que en el Mundial acompañará como novedad a Dean Huijsen (¿por qué no Dean –James Dean o Dean Martin–en las camisetas?), mocetón que tuvo el valor de hablar bien («¡el mejor!») de Mourinho ante los revistosos del puchero. –Mi mejor entrenador, Mourinho. Y mi primer recuerdo futbolístico, el gol de Ramos en Lisboa. Esto, más lo que ha costado, le abre con veinte años las puertas de la titularidad en el Real Madrid, cosa que ya ha logrado en el Combinado Autonómico, donde naufragó Casillas seducido por Xavi. Los jugadores del Real Madrid, cuanto más lejos de esa franquicia culé, mejor. Es verdad que en la Final de la Nations League el viejo Cristiano se la jugó a Huijsen en la jugada del gol, pero también lo es que en ese mismo partido el niño prodigio Lamine convirtió en estrella total a Nuno Mendes, lo cual es mucho prodigio, incluso para ese viejo orate que va por ahí repitiendo que desde Pelé nadie ha visto cosa igual, pero porque Pelé no tenía de representante a Jorge Mendes, que exige el Balón de Oro para su representado, y ojalá que Dios se lo conceda, por la cantidad de cláusulas financieras que semejante piñata publicitaria desataría contra su club. Para los revistosos del Relato, Trent Alexander-Arnold era Cafú cuando corría por la banda del Liverpool, pero al fichar por el Real Madrid se ha convertido en Carlos Secretário, salvo por un detalle: su discurso de presentación en español con una dicción entre sir John Gielgud y Constantino Romero. A los españoles les cuesta tanto aprender en inglés, que creen imposible que un inglés consiga hablar español. Gareth Bale, acaso el futbolista más inteligente que hemos visto, nunca aprendió español, y la venganza de los periodistas por no entenderle fue hacerle (intentarlo, al menos) la vida imposible. Ya retirado, recomendó a todos los jugadores ingleses que aprendieran español, si querían jugar tranquilos en Madrid. Así que Trent hizo caso de Bale y se vino con un Discurso de Gettysburg para recitarlo ante su familia y el presidente Florentino Pérez. A un inglés que habla español cuesta decirle Trent a secas, pues pide a gritos el don, pero lo de Trent por Alexander-Arnold viene a ser un cariño «apocopado» como el Pepe de los béticos por Hadžibegić o el «Rafaé» de los palanganeros por Dasaev. Quedémonos con la impresión de los chuchos del Relato: el español de Trent, que «pone en valor» (traducción periodística del «mise-en-scène» de los cineros) el sentido metapolítico de una lengua, la nuestra, que, a pesar del Instituto Cervantes, afecta a más de ochocientos millones de hablantes, como demostró el argentino Alberto Buela en su célebre conferencia en Santo Domingo de Silos. Allí denunció Buela la renuncia política de España a la capitalidad del español, una lengua que se desplaza exclusivamente por su uso por el pueblo llano, al contrario que el inglés, lengua administrativa a cuyo uso instrumental obligan esasNoticias relacionadas opinion Si El bar de Mou El imperativo energético Ignacio Ruiz-Quintano opinion Si El bar de Mou Ancelotti sayonara Ignacio Ruiz-Quintano burocracias ante las cuales intentan lucirse nuestros hombres de Estado, catetos que deben sus reputaciones a soltar discursos en inglés como el de Trent Alexander-Arnold en español de Valdebebas. Trent ataca bien y defiende mal, se nos repite en los medios. O sea, que ataca en inglés, su lengua existencial, y defiende en español, su lengua formal. No sabemos si Trent posee estudios superiores, pero sabemos que habla español con la garantía del Estado, que es la Academia. Lo de los estudios superiores de los futbolistas del Real Madrid lo han sacado a relucir ahora en una lista que cierra Bellingham (¡Sociología!) y que abre Bernabéu, que fue abogado y… ¡funcionario de Hacienda! por las mismas épocas que nuestro Wenceslao Fernández Flórez, que aprovechó la situación para clasificar a los empleados en dos grupos: uno, muy pequeño, que se dedicaba a escribir en los periódicos sin aparecer nunca por la oficina, y otro, muy numeroso, que iba a la oficina a leer lo que los primeros escribían en los periódicos, frase que sacó de quicio a un jefe de Negociado, que en el despacho del habilitado puso al autor de chupa de dómine con un discurso a base de gerundios, muy por debajo del de Trent Alexander-Arnold, que en el perfil tiene algo de hermanillo bueno de Eto’o y que en el Mundial acompañará como novedad a Dean Huijsen (¿por qué no Dean –James Dean o Dean Martin–en las camisetas?), mocetón que tuvo el valor de hablar bien («¡el mejor!») de Mourinho ante los revistosos del puchero. –Mi mejor entrenador, Mourinho. Y mi primer recuerdo futbolístico, el gol de Ramos en Lisboa. Esto, más lo que ha costado, le abre con veinte años las puertas de la titularidad en el Real Madrid, cosa que ya ha logrado en el Combinado Autonómico, donde naufragó Casillas seducido por Xavi. Los jugadores del Real Madrid, cuanto más lejos de esa franquicia culé, mejor. Es verdad que en la Final de la Nations League el viejo Cristiano se la jugó a Huijsen en la jugada del gol, pero también lo es que en ese mismo partido el niño prodigio Lamine convirtió en estrella total a Nuno Mendes, lo cual es mucho prodigio, incluso para ese viejo orate que va por ahí repitiendo que desde Pelé nadie ha visto cosa igual, pero porque Pelé no tenía de representante a Jorge Mendes, que exige el Balón de Oro para su representado, y ojalá que Dios se lo conceda, por la cantidad de cláusulas financieras que semejante piñata publicitaria desataría contra su club. RSS de noticias de deportes
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