<p class=»ue-c-article__paragraph»><strong>FANDOM LITERARIO. </strong>El otro día fui a la Feria del Libro con los niños en búsqueda de varios ejemplares de <i>Polikan </i>para ellos y para mí de <i>Sara Mesa</i>, debo ser la única persona del planeta que no he leído aún nada suyo. Voy con un retraso literario vergonzoso. Era sábado, aquello estaba a reventar y hacía mucho calor. Casi atropello con el carrito a unos cuantos viandantes que iban allí a ver famosos más que a comprar libros. Ahora son pocos los que se resisten a escribir uno. Las editoriales quieren vender y un nombre conocido lo garantiza. En ese momento las colas más largas para firmar ejemplares las tenían periodistas significados políticamente y varios influencers… Me acordé cuando yo estuve allí, al otro lado de la caseta, firmando la que es mi primera y única novela hasta la fecha, Sin noticias de Dior. Yo que soñaba con ser algún día <strong>Amèlie Nothomb o Milena Busquets</strong>… El primer día vinieron a verme familiares y amigos, quizás algún fan discreto por no mentir que podía contar entonces con los dedos de una mano. El segundo día no vino nadie; varias personas que se acercaron a la caseta creyeron que era la tendera y un señor me pidió que falsificara el autógrafo de <strong>Jorge Javier Vázquez</strong>. «Verás, voy a regalarle a mi mujer su último libro. Es que le encanta Sálvame. Pero paso de hacer la cola. ¿Te importa hacer un garabato que parezca su firma?» Accedí. Luego se lo conté a Jorge y se rió mucho. Por cierto que Jorge escribe fetén. Amí no me importa que los famosos -o sus negros- escriban libros, que las editoriales diversifiquen su negocio. Lo que duele es que los anticipos buenos sean para ellos y no para los escritores que empiezan. Es bien difícil escribir un libro mientras trabajas en otra cosa, los anticipos no dan para vivir, si acaso para comprarte el ordenador con el que escribir el libro y el modelito para la presentación, en eso emplée yo la pasta. El hecho de que cualquiera con un nombre sonoro en el imaginario colectivo, aunque no tenga que contar, pueda publicar le quita valor al oficio. Recuerdo otra vez que fuimos a firmar nuestros libros Emilia -que acababa de publicar la biografía del <strong>duque de Alba</strong>, Jacobo- a El Corte Inglés de Pozuelo. Sólo fue a vernos su cuñada que nos compró dos ejemplares cuando seguro que ya los tenía. Un detallazo. Me alegra que al menos una de las dos, Emilia, siga publicando y que su cola sea cada vez más larga. De cuando en cuando viene a verla a la redacción un fan, <strong>Pepe</strong>, para que le firme una torre de libros. No para que le falsifique autógrafos. Estoy segura de que a Emilia tampoco le importaría que falsificara su firma si me lo pidieran.</p>
FANDOM LITERARIO. El otro día fui a la Feria del Libro con los niños en búsqueda de varios ejemplares de Polikan para ell
<p class=»ue-c-article__paragraph»><strong>FANDOM LITERARIO. </strong>El otro día fui a la Feria del Libro con los niños en búsqueda de varios ejemplares de <i>Polikan </i>para ellos y para mí de <i>Sara Mesa</i>, debo ser la única persona del planeta que no he leído aún nada suyo. Voy con un retraso literario vergonzoso. Era sábado, aquello estaba a reventar y hacía mucho calor. Casi atropello con el carrito a unos cuantos viandantes que iban allí a ver famosos más que a comprar libros. Ahora son pocos los que se resisten a escribir uno. Las editoriales quieren vender y un nombre conocido lo garantiza. En ese momento las colas más largas para firmar ejemplares las tenían periodistas significados políticamente y varios influencers… Me acordé cuando yo estuve allí, al otro lado de la caseta, firmando la que es mi primera y única novela hasta la fecha, Sin noticias de Dior. Yo que soñaba con ser algún día <strong>Amèlie Nothomb o Milena Busquets</strong>… El primer día vinieron a verme familiares y amigos, quizás algún fan discreto por no mentir que podía contar entonces con los dedos de una mano. El segundo día no vino nadie; varias personas que se acercaron a la caseta creyeron que era la tendera y un señor me pidió que falsificara el autógrafo de <strong>Jorge Javier Vázquez</strong>. «Verás, voy a regalarle a mi mujer su último libro. Es que le encanta Sálvame. Pero paso de hacer la cola. ¿Te importa hacer un garabato que parezca su firma?» Accedí. Luego se lo conté a Jorge y se rió mucho. Por cierto que Jorge escribe fetén. Amí no me importa que los famosos -o sus negros- escriban libros, que las editoriales diversifiquen su negocio. Lo que duele es que los anticipos buenos sean para ellos y no para los escritores que empiezan. Es bien difícil escribir un libro mientras trabajas en otra cosa, los anticipos no dan para vivir, si acaso para comprarte el ordenador con el que escribir el libro y el modelito para la presentación, en eso emplée yo la pasta. El hecho de que cualquiera con un nombre sonoro en el imaginario colectivo, aunque no tenga que contar, pueda publicar le quita valor al oficio. Recuerdo otra vez que fuimos a firmar nuestros libros Emilia -que acababa de publicar la biografía del <strong>duque de Alba</strong>, Jacobo- a El Corte Inglés de Pozuelo. Sólo fue a vernos su cuñada que nos compró dos ejemplares cuando seguro que ya los tenía. Un detallazo. Me alegra que al menos una de las dos, Emilia, siga publicando y que su cola sea cada vez más larga. De cuando en cuando viene a verla a la redacción un fan, <strong>Pepe</strong>, para que le firme una torre de libros. No para que le falsifique autógrafos. Estoy segura de que a Emilia tampoco le importaría que falsificara su firma si me lo pidieran.</p>
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