<p><strong>BAÑITO DE NORMALIDAD</strong>. No exagero si afirmo que cada año hay bofetadas por salir en nuestra lista de influyentes LGTBIQ+. Un ranking que fundamentalmente sigue el criterio de la pluralidad, ya que en él se encuentran representados miembros del colectivo procedentes de casi todos los sectores profesionales. Cierto es que hay un número mínimo de personas que declinan salir, cosa que respetamos y hasta comprendemos. Para algunos, la visibilidad sigue siendo necesaria, pero para otros, normalizar pasa por no tener que significarse sexualmente en una lista. Yo creo que si fuera lesbiana o bisexual también preferiría salir en otro tipo de rankings, lo que significaría que mi orientación tendría cero interés. En fin, dicho esto, los periodistas tenemos la suerte de trabajar con gente muy diversa. En LOC somos bastante más discretos de lo que pudiera parecer y la vida privada, sobre todo íntima, de los anónimos nos interesa poco. En mi caso no clasifico a las personas con las que me relaciono profesionalmente, sobre todo en la tele, por sus querencias. No me gusta ir de mariliendre con mis compañeros gays, que son muchísimos en el corazón, tampoco les hago bromas de mal gusto por el hecho de que lo sean, algo bastante habitual entre heterosexuales. No les felicito el Orgullo porque aunque comprendo que aún quedan barreras por romper y algunos creen necesaria su celebración, mi manera de superar la homofobia es la misma que la de derribar el machismo y casi todo en la vida. Sentido común. Tratar a todo el mundo siempre -bien- por igual, lo que se llama normalizar, restarle importancia, pues creo que el protagonismo en algunos casos es contraproducente, Lo hablaba con mi querida <strong>Valeria Vegas</strong> el otro día, que acaba de estrenar un documental maravilloso sobre <strong>Sara Montiel</strong>, <i>Súper Sara</i>, en Max. Con ella siempre charlo de todo, de trabajo, de personajes freaks, de famosos de nivel, de periodistas chungas, de cine, de cultura pop. No le doy la turra con la Ley Trans por el hecho de que lo sea, y sé que ella aquí es una voz más que autorizada. Valeria si habla de la causa lo hace en el contexto adecuado, no hace circo de sus circunstancias ni les saca rédito porque no pretende ser bandera de nada. Es una mujer normal con un marido normal, tiene una manera de ganarse el pan, una hipoteca, sus hobbies y una muy buena conversación más allá de clichés. RTVE está rodando en estos momentos un docurreality que ilustra la transición de <strong>Benita</strong>, otrora <strong>Maestro Joao</strong>, que huele a pasta fácil y morbo y pinta poco a documento informativo didáctico dispuesto a abrir la mente a la sociedad. Que yo sepa, afortunadamente a día de hoy hay trans profesores, dependientas, camareros, médicos… Justo es un señor que lee el futuro en nalgas ajenas y que ha decidido operarse a los 60 y pico años el caso más representativo del grupo. Yo soy trans y me sentaría fatal. Esto me recuerda a una vez que escribí en un pie de foto de los míos que <strong>Amor Romeira</strong> iba mal vestida a un sarao, y lo cierto es que iba la pobre fatal. Se cabreó, me llamó tránsfoba y me lanzó a los ofendiditos. Me hizo sentir señoro que dice no ser racista porque su fontanero es marroquí. Venga ya. No te critiqué por trans, sino por víctima impostada. Se puede ser trans y elegante. También pesadísima. Como todas. Bañito de normalidad.</p>
BAÑITO DE NORMALIDAD. No exagero si afirmo que cada año hay bofetadas por salir en nuestra lista de influyentes LGTBIQ+. Un ranking que fundamentalmente sigue e
<p><strong>BAÑITO DE NORMALIDAD</strong>. No exagero si afirmo que cada año hay bofetadas por salir en nuestra lista de influyentes LGTBIQ+. Un ranking que fundamentalmente sigue el criterio de la pluralidad, ya que en él se encuentran representados miembros del colectivo procedentes de casi todos los sectores profesionales. Cierto es que hay un número mínimo de personas que declinan salir, cosa que respetamos y hasta comprendemos. Para algunos, la visibilidad sigue siendo necesaria, pero para otros, normalizar pasa por no tener que significarse sexualmente en una lista. Yo creo que si fuera lesbiana o bisexual también preferiría salir en otro tipo de rankings, lo que significaría que mi orientación tendría cero interés. En fin, dicho esto, los periodistas tenemos la suerte de trabajar con gente muy diversa. En LOC somos bastante más discretos de lo que pudiera parecer y la vida privada, sobre todo íntima, de los anónimos nos interesa poco. En mi caso no clasifico a las personas con las que me relaciono profesionalmente, sobre todo en la tele, por sus querencias. No me gusta ir de mariliendre con mis compañeros gays, que son muchísimos en el corazón, tampoco les hago bromas de mal gusto por el hecho de que lo sean, algo bastante habitual entre heterosexuales. No les felicito el Orgullo porque aunque comprendo que aún quedan barreras por romper y algunos creen necesaria su celebración, mi manera de superar la homofobia es la misma que la de derribar el machismo y casi todo en la vida. Sentido común. Tratar a todo el mundo siempre -bien- por igual, lo que se llama normalizar, restarle importancia, pues creo que el protagonismo en algunos casos es contraproducente, Lo hablaba con mi querida <strong>Valeria Vegas</strong> el otro día, que acaba de estrenar un documental maravilloso sobre <strong>Sara Montiel</strong>, <i>Súper Sara</i>, en Max. Con ella siempre charlo de todo, de trabajo, de personajes freaks, de famosos de nivel, de periodistas chungas, de cine, de cultura pop. No le doy la turra con la Ley Trans por el hecho de que lo sea, y sé que ella aquí es una voz más que autorizada. Valeria si habla de la causa lo hace en el contexto adecuado, no hace circo de sus circunstancias ni les saca rédito porque no pretende ser bandera de nada. Es una mujer normal con un marido normal, tiene una manera de ganarse el pan, una hipoteca, sus hobbies y una muy buena conversación más allá de clichés. RTVE está rodando en estos momentos un docurreality que ilustra la transición de <strong>Benita</strong>, otrora <strong>Maestro Joao</strong>, que huele a pasta fácil y morbo y pinta poco a documento informativo didáctico dispuesto a abrir la mente a la sociedad. Que yo sepa, afortunadamente a día de hoy hay trans profesores, dependientas, camareros, médicos… Justo es un señor que lee el futuro en nalgas ajenas y que ha decidido operarse a los 60 y pico años el caso más representativo del grupo. Yo soy trans y me sentaría fatal. Esto me recuerda a una vez que escribí en un pie de foto de los míos que <strong>Amor Romeira</strong> iba mal vestida a un sarao, y lo cierto es que iba la pobre fatal. Se cabreó, me llamó tránsfoba y me lanzó a los ofendiditos. Me hizo sentir señoro que dice no ser racista porque su fontanero es marroquí. Venga ya. No te critiqué por trans, sino por víctima impostada. Se puede ser trans y elegante. También pesadísima. Como todas. Bañito de normalidad.</p>
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