<p>¿Recuerdan cuando, en el año 1982, hubo que esperar una semana para poder asistir al desenlace de la serie <i>Dallas</i>? ¿Recuerdan cuando, en el mismo año, solo los sábados se podía disfrutar del nuevo <i>single </i>de los artistas de moda en el programa musical <i>Aplauso</i>? ¿Recuerdan el fenómeno sociológico que supuso el estreno de <i>E.T.</i>, con interminables colas en los cines para disfrutar del extraterrestre y de su bici voladora?</p>
Mi forma de consumir televisión desde que tengo uso de razón, sea de forma ociosa o informativa, cada día brilla más por su ausencia. También es culpa mía, lo reconozco. Y es que es imposible dar la espalda a la realidad aunque a veces no te guste
<p>¿Recuerdan cuando, en el año 1982, hubo que esperar una semana para poder asistir al desenlace de la serie <i>Dallas</i>? ¿Recuerdan cuando, en el mismo año, solo los sábados se podía disfrutar del nuevo <i>single </i>de los artistas de moda en el programa musical <i>Aplauso</i>? ¿Recuerdan el fenómeno sociológico que supuso el estreno de <i>E.T.</i>, con interminables colas en los cines para disfrutar del extraterrestre y de su bici voladora?</p>
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