<p class=»ue-c-article__paragraph»><strong>MASTERCHEF 50. </strong>El otro día me contó un amigo que a la vez es íntimo de <strong>Naty Abascal </strong>que la sevillana se le había quejado en un almuerzo, como dicen los cursis, de la excesiva importancia que hoy se le da a la comida en general. La anécdota me dio que pensar y llegué a la conclusión de que tenía razón. Ahora está demasiado de moda jalar y cocinar pero, lo que es peor, hablar de ello todo el rato como si cualquiera fuera<i> editor in chief </i>de <i>Food & Wine.</i> No eres nadie si no conoces al restaurador del momento, si no te has apretado la última hamburguesa de Diverxo o no has probado ostras con mollejas. En <i>MasterChef </i>van por la enésima edición y parecen dispuestos a poner a cocinar hasta la <strong>Reina Sofía</strong>. Yo creo que Naty quería decir que ahora se queda demasiado a comer y a cenar y poco a tomar un café o un vino. O a pasear, coño. Una costumbre que huelga recuperar porque así no hay quien maneje la báscula. La comida no se ha convertido ya en adicción, sino en obsesión.</p>
MASTERCHEF 50. El otro día me contó un amigo que a la vez es íntimo de Naty Abascal que la sevillana se le habí
<p class=»ue-c-article__paragraph»><strong>MASTERCHEF 50. </strong>El otro día me contó un amigo que a la vez es íntimo de <strong>Naty Abascal </strong>que la sevillana se le había quejado en un almuerzo, como dicen los cursis, de la excesiva importancia que hoy se le da a la comida en general. La anécdota me dio que pensar y llegué a la conclusión de que tenía razón. Ahora está demasiado de moda jalar y cocinar pero, lo que es peor, hablar de ello todo el rato como si cualquiera fuera<i> editor in chief </i>de <i>Food & Wine.</i> No eres nadie si no conoces al restaurador del momento, si no te has apretado la última hamburguesa de Diverxo o no has probado ostras con mollejas. En <i>MasterChef </i>van por la enésima edición y parecen dispuestos a poner a cocinar hasta la <strong>Reina Sofía</strong>. Yo creo que Naty quería decir que ahora se queda demasiado a comer y a cenar y poco a tomar un café o un vino. O a pasear, coño. Una costumbre que huelga recuperar porque así no hay quien maneje la báscula. La comida no se ha convertido ya en adicción, sino en obsesión.</p>
LOC