Son incómodas, despiertan la necesidad incontrolable de rascar y, a veces, se convierten en el foco de enfermedades e infecciones. Vuelven como cada verano, aunque los mosquitos no pican a todas las personas por igual. Detrás de esa vulnerabilidad hay factores como el dióxido de carbono exhalado, el calor corporal, la humedad o la apariencia visual de la persona; eso sí, el olor de la piel sigue siendo la clave para explicar por qué algunas personas sufren más picaduras que otras.
No afectan a todos por igual: prevenirlas y tratarlas ayuda a evitar reacciones intensas o enfermedades que van más allá de las típicas molestias
Son incómodas, despiertan la necesidad incontrolable de rascar y, a veces, se convierten en el foco de enfermedades e infecciones. Vuelven como cada verano, aunque los mosquitos no pican a todas las personas por igual. Detrás de esa vulnerabilidad hay factores como el dióxido de carbono exhalado, el calor corporal, la humedad o la apariencia visual de la persona; eso sí, el olor de la piel sigue siendo la clave para explicar por qué algunas personas sufren más picaduras que otras.
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