Como cada 25 de julio, al celebrar la «Fiesta mayor de Galicia, la fiesta de todos los gallegos» -como la denominó Castelao- compartimos el sentimiento de hermandad propio de los hijos de esta tierra, haciendo memoria de lo que somos y de lo que fuimos, pero siempre mirando hacia el futuro con la seguridad de que lo mejor está por venir. Tenemos el privilegio de ser herederos y depositarios de una cultura milenaria, con una lengua e historia propias, y de una forma de ser y de actuar determinada, con la moderación, el ‘sentidiño’ y la capacidad de esfuerzo como señales características. Habitamos una tierra bendecida por una naturaleza privilegiada, con un clima benigno y recursos naturales abundantes y diversos. Cultura, entorno, recursos y personas constituyen el sustrato de la ‘Galicia Calidade’ que construimos cada día, cada uno desde sus responsabilidades. En un escenario -tanto nacional como internacional- caracterizado por la polarización, el enfrentamiento constante e incluso conductas escalofriantes para cualquier persona de bien, la Galicia de nuestros días se erige como una isla de estabilidad, con una normalidad ausente en otras latitudes. Preservar esta realidad es una obligación de todos: del conjunto de la sociedad civil, pero también -y muy especialmente- de cuantos desempeñamos responsabilidades públicas allí donde la ciudadanía nos tenga situado a través de la decisión libe y democráticamente expresada en las urnas.Blindar Galicia frente a la degradación que vemos en otros territorios es una obligación irrenunciable para cuantos aspiramos a actuar conforme a los principios y valores de los ‘bos e xenerosos’ que ensalza nuestro himno.Tender puentes en vez de levantar muros; ofrecer soluciones en vez de crearle nuevos problemas a la gente; animar a la concordia, en vez de cosechar la crispación; ofrecer estabilidad y seguridad jurídica al empresariado que promueve inversiones en el país frente a quien solo promueve obstáculos; mirar a quien piensa diferente como un contrincante, jamás como un enemigo…, conforman un conjunto de actitudes que en Galicia tenemos interiorizadas y que explican, en buena medida, nuestra forma de ser y actuar. También algunos de nuestros éxitos. Después de más de 40 años de autonomía, Galicia ha demostrado con hechos que la democracia y la autonomía constituyen una fórmula de éxito para mejorar la calidad de vida de las personas y, junto a ella, estimular la creación de riqueza e incentivar el avance del país. En todos los ámbitos. Pero sería irresponsable ignorar las amenazas que nos acechan, especialmente la crisis de credibilidad de las instituciones provocada por los que supuestamente intentaron utilizarlas -las instituciones y los recursos públicos- en beneficio propio. Para delinquir, por que hay que llamar las cosas por su nombre. A pesar de que Galicia se mantiene al margen de comportamientos impropios, cumple no bajar la guardia, redoblando los esfuerzos para obrar con rectitud, reforzando los mecanismos de control e inculcando entre los más jóvenes el valor del esfuerzo y el respeto a las leyes como norma de conducta. Porque no todo vale. En ningún sitio. Como cada 25 de julio, al celebrar la «Fiesta mayor de Galicia, la fiesta de todos los gallegos» -como la denominó Castelao- compartimos el sentimiento de hermandad propio de los hijos de esta tierra, haciendo memoria de lo que somos y de lo que fuimos, pero siempre mirando hacia el futuro con la seguridad de que lo mejor está por venir. Tenemos el privilegio de ser herederos y depositarios de una cultura milenaria, con una lengua e historia propias, y de una forma de ser y de actuar determinada, con la moderación, el ‘sentidiño’ y la capacidad de esfuerzo como señales características. Habitamos una tierra bendecida por una naturaleza privilegiada, con un clima benigno y recursos naturales abundantes y diversos. Cultura, entorno, recursos y personas constituyen el sustrato de la ‘Galicia Calidade’ que construimos cada día, cada uno desde sus responsabilidades. En un escenario -tanto nacional como internacional- caracterizado por la polarización, el enfrentamiento constante e incluso conductas escalofriantes para cualquier persona de bien, la Galicia de nuestros días se erige como una isla de estabilidad, con una normalidad ausente en otras latitudes. Preservar esta realidad es una obligación de todos: del conjunto de la sociedad civil, pero también -y muy especialmente- de cuantos desempeñamos responsabilidades públicas allí donde la ciudadanía nos tenga situado a través de la decisión libe y democráticamente expresada en las urnas.Blindar Galicia frente a la degradación que vemos en otros territorios es una obligación irrenunciable para cuantos aspiramos a actuar conforme a los principios y valores de los ‘bos e xenerosos’ que ensalza nuestro himno.Tender puentes en vez de levantar muros; ofrecer soluciones en vez de crearle nuevos problemas a la gente; animar a la concordia, en vez de cosechar la crispación; ofrecer estabilidad y seguridad jurídica al empresariado que promueve inversiones en el país frente a quien solo promueve obstáculos; mirar a quien piensa diferente como un contrincante, jamás como un enemigo…, conforman un conjunto de actitudes que en Galicia tenemos interiorizadas y que explican, en buena medida, nuestra forma de ser y actuar. También algunos de nuestros éxitos. Después de más de 40 años de autonomía, Galicia ha demostrado con hechos que la democracia y la autonomía constituyen una fórmula de éxito para mejorar la calidad de vida de las personas y, junto a ella, estimular la creación de riqueza e incentivar el avance del país. En todos los ámbitos. Pero sería irresponsable ignorar las amenazas que nos acechan, especialmente la crisis de credibilidad de las instituciones provocada por los que supuestamente intentaron utilizarlas -las instituciones y los recursos públicos- en beneficio propio. Para delinquir, por que hay que llamar las cosas por su nombre. A pesar de que Galicia se mantiene al margen de comportamientos impropios, cumple no bajar la guardia, redoblando los esfuerzos para obrar con rectitud, reforzando los mecanismos de control e inculcando entre los más jóvenes el valor del esfuerzo y el respeto a las leyes como norma de conducta. Porque no todo vale. En ningún sitio. Como cada 25 de julio, al celebrar la «Fiesta mayor de Galicia, la fiesta de todos los gallegos» -como la denominó Castelao- compartimos el sentimiento de hermandad propio de los hijos de esta tierra, haciendo memoria de lo que somos y de lo que fuimos, pero siempre mirando hacia el futuro con la seguridad de que lo mejor está por venir. Tenemos el privilegio de ser herederos y depositarios de una cultura milenaria, con una lengua e historia propias, y de una forma de ser y de actuar determinada, con la moderación, el ‘sentidiño’ y la capacidad de esfuerzo como señales características. Habitamos una tierra bendecida por una naturaleza privilegiada, con un clima benigno y recursos naturales abundantes y diversos. Cultura, entorno, recursos y personas constituyen el sustrato de la ‘Galicia Calidade’ que construimos cada día, cada uno desde sus responsabilidades. En un escenario -tanto nacional como internacional- caracterizado por la polarización, el enfrentamiento constante e incluso conductas escalofriantes para cualquier persona de bien, la Galicia de nuestros días se erige como una isla de estabilidad, con una normalidad ausente en otras latitudes. Preservar esta realidad es una obligación de todos: del conjunto de la sociedad civil, pero también -y muy especialmente- de cuantos desempeñamos responsabilidades públicas allí donde la ciudadanía nos tenga situado a través de la decisión libe y democráticamente expresada en las urnas.Blindar Galicia frente a la degradación que vemos en otros territorios es una obligación irrenunciable para cuantos aspiramos a actuar conforme a los principios y valores de los ‘bos e xenerosos’ que ensalza nuestro himno.Tender puentes en vez de levantar muros; ofrecer soluciones en vez de crearle nuevos problemas a la gente; animar a la concordia, en vez de cosechar la crispación; ofrecer estabilidad y seguridad jurídica al empresariado que promueve inversiones en el país frente a quien solo promueve obstáculos; mirar a quien piensa diferente como un contrincante, jamás como un enemigo…, conforman un conjunto de actitudes que en Galicia tenemos interiorizadas y que explican, en buena medida, nuestra forma de ser y actuar. También algunos de nuestros éxitos. Después de más de 40 años de autonomía, Galicia ha demostrado con hechos que la democracia y la autonomía constituyen una fórmula de éxito para mejorar la calidad de vida de las personas y, junto a ella, estimular la creación de riqueza e incentivar el avance del país. En todos los ámbitos. Pero sería irresponsable ignorar las amenazas que nos acechan, especialmente la crisis de credibilidad de las instituciones provocada por los que supuestamente intentaron utilizarlas -las instituciones y los recursos públicos- en beneficio propio. Para delinquir, por que hay que llamar las cosas por su nombre. A pesar de que Galicia se mantiene al margen de comportamientos impropios, cumple no bajar la guardia, redoblando los esfuerzos para obrar con rectitud, reforzando los mecanismos de control e inculcando entre los más jóvenes el valor del esfuerzo y el respeto a las leyes como norma de conducta. Porque no todo vale. En ningún sitio. RSS de noticias de espana
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julio 25, 2025
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