<p>Eran aproximadamente las 10.20 de este viernes cuando <strong>Juana Rivas</strong> tiró la toalla y accedió finalmente a abandonar el Complejo Judicial La Caleta, en Granada, y con ello a su hijo <strong>Daniel </strong>en manos de las psicólogas del lugar. La mujer, que había llegado al lugar a las 9.00 horas junto a su abogado y su hijo, de 11 años, llevaba «cerca de <strong>45 minutos</strong>» haciéndose la remolona. Su defensa había planteado los últimos y cada vez más peregrinos recursos -entre ellos, uno fundado en una grabación de tres horas realizada el pasado martes en el Punto de Encuentro Familiar por su hijo mayor, Gabriel-, y Rivas -sin vahído esta vez- estiró como pudo el tiempo otorgado por la juez Cristina Luis para la despedida. La juez archivó todo, como ha venido haciendo en general la Justicia con sus denuncias, y Juana claudicó.</p>
Rivas gritó a la policía que su hijo no se marcharía. Al padre, le bastaron 20 minutos.
<p>Eran aproximadamente las 10.20 de este viernes cuando <strong>Juana Rivas</strong> tiró la toalla y accedió finalmente a abandonar el Complejo Judicial La Caleta, en Granada, y con ello a su hijo <strong>Daniel </strong>en manos de las psicólogas del lugar. La mujer, que había llegado al lugar a las 9.00 horas junto a su abogado y su hijo, de 11 años, llevaba «cerca de <strong>45 minutos</strong>» haciéndose la remolona. Su defensa había planteado los últimos y cada vez más peregrinos recursos -entre ellos, uno fundado en una grabación de tres horas realizada el pasado martes en el Punto de Encuentro Familiar por su hijo mayor, Gabriel-, y Rivas -sin vahído esta vez- estiró como pudo el tiempo otorgado por la juez Cristina Luis para la despedida. La juez archivó todo, como ha venido haciendo en general la Justicia con sus denuncias, y Juana claudicó.</p>
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