<p>Entre las posibilidades más ridículas para iniciar una guerra está <strong>la ofensa pastelera</strong>. No una invasión repentina, o un crimen de frontera, o un asalto de arsenales. Qué va. Todo el sindiós por una descortesía repostera. Es lo que ocurrió en 1838 entre Francia y México. La guerra duró casi un año. Unos soldados mexicanos prendieron la mecha cuando irrumpieron, algo pasados de rosca, al restaurante Monsieur Remontel en Tacubaya, barrio histórico de la zona poniente de Ciudad de México. <strong>Bebieron de más, comieron de menos y remataron con unos pasteles antes de la fuga sin abonar lo comanda</strong>. También rapiñaron, a lo loco, recipientes y sartenes. Esta pastelería era de fama y, entre los habituales, tenía al barón de Gros, encargado de supervisar, impulsar y proteger los negocios franceses en Tacubaya y alrededores. El propietario de Remontel exigió <strong>una indemnización de 800 pesos</strong>, un dinero fuerte en aquel tiempo.</p>
Ocurrió en 1838. La guerra duró casi un año y unos soldados mexicanos prendieron la mecha cuando irrumpieron, algo pasados de rosca, al restaurante de Monsieur Remontel en Tacubaya y le dejaron sin pagar los dulces
<p>Entre las posibilidades más ridículas para iniciar una guerra está <strong>la ofensa pastelera</strong>. No una invasión repentina, o un crimen de frontera, o un asalto de arsenales. Qué va. Todo el sindiós por una descortesía repostera. Es lo que ocurrió en 1838 entre Francia y México. La guerra duró casi un año. Unos soldados mexicanos prendieron la mecha cuando irrumpieron, algo pasados de rosca, al restaurante Monsieur Remontel en Tacubaya, barrio histórico de la zona poniente de Ciudad de México. <strong>Bebieron de más, comieron de menos y remataron con unos pasteles antes de la fuga sin abonar lo comanda</strong>. También rapiñaron, a lo loco, recipientes y sartenes. Esta pastelería era de fama y, entre los habituales, tenía al barón de Gros, encargado de supervisar, impulsar y proteger los negocios franceses en Tacubaya y alrededores. El propietario de Remontel exigió <strong>una indemnización de 800 pesos</strong>, un dinero fuerte en aquel tiempo.</p>
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