Hay un libro que se me pasó hace dos años y que reseño ahora, sobre Primo Levi (Turín 1919/1987), superviviente judío del universo concentracionario y escritor de grandísima altura sobre la experiencia del infierno y las huellas que deja en el alma. Se titula: ‘Si existe Auschwitz, no puede existir Dios’. Es una entrevista publicada en la editorial Altamarea, en enero de 2023, realizada por el también escritor e intelectual católico Ferdinando Camon. En realidad, la introducción no tiene desperdicio, pone en su sitio los encuentros y análisis de la escasa aceptación de la obra de Levi por parte de la cultura europea antes de la muerte del autor y l a posterior llegada de lo que se llamaría ‘La Era del Testimonio’. La culpa colectica fue la razón de seguir callando durante años después de la barbarie: la caza y aniquilación de los judíos europeos.El libro no tiene desperdicio, igual que el análisis fino y afilado de Levi, que fue capturado en sus inicios de partisano cuando no había matado a ningún fascista y ni siquiera tenía un arma para luego ser entregado a los alemanes. Levi culpa al pueblo alemán de cobardía y de dejarse arrastrar por la vociferante voz de Hitler, y de antisemitismo, pero solo por imitación del líder y no por convicción, algo en lo que discrepo ya que el antisemitismo alemán tiene su origen en el romanticismo teutónico, por mucho que después de la guerra se produjese el milagro de la desnazificación.Afirma Levi que el campo de concentración es un reflejo del exterior en un espejo deformante, lo que significa que lo que sucede en el campo ocurre fuera, eso es, el odio al judío. Levi, como ahora la mayoría de la gente, afirma que los alemanes sabían de la existencia de los campos, pero que estaba prohibido hablar de ellos.El libro termina con la reflexión central de ‘Si existe Auschwitz, no puede existir Dios’. A la que añade poco antes de su muerte: No encuentro solución al dilema, la busco, pero no la encuentro. Resulta esta una duda más que razonable. El Papa Francisco, al ser interrogado por el motivo por el que Dios permitió los campos de concentración, respondía: «No lo sé». Lo que significa bajar la santidad al camino de lo humano, la duda.La conversación de los escritores judío y católico representa un aviso al mal de precisamente la fortaleza de lo humano. Hay un libro que se me pasó hace dos años y que reseño ahora, sobre Primo Levi (Turín 1919/1987), superviviente judío del universo concentracionario y escritor de grandísima altura sobre la experiencia del infierno y las huellas que deja en el alma. Se titula: ‘Si existe Auschwitz, no puede existir Dios’. Es una entrevista publicada en la editorial Altamarea, en enero de 2023, realizada por el también escritor e intelectual católico Ferdinando Camon. En realidad, la introducción no tiene desperdicio, pone en su sitio los encuentros y análisis de la escasa aceptación de la obra de Levi por parte de la cultura europea antes de la muerte del autor y l a posterior llegada de lo que se llamaría ‘La Era del Testimonio’. La culpa colectica fue la razón de seguir callando durante años después de la barbarie: la caza y aniquilación de los judíos europeos.El libro no tiene desperdicio, igual que el análisis fino y afilado de Levi, que fue capturado en sus inicios de partisano cuando no había matado a ningún fascista y ni siquiera tenía un arma para luego ser entregado a los alemanes. Levi culpa al pueblo alemán de cobardía y de dejarse arrastrar por la vociferante voz de Hitler, y de antisemitismo, pero solo por imitación del líder y no por convicción, algo en lo que discrepo ya que el antisemitismo alemán tiene su origen en el romanticismo teutónico, por mucho que después de la guerra se produjese el milagro de la desnazificación.Afirma Levi que el campo de concentración es un reflejo del exterior en un espejo deformante, lo que significa que lo que sucede en el campo ocurre fuera, eso es, el odio al judío. Levi, como ahora la mayoría de la gente, afirma que los alemanes sabían de la existencia de los campos, pero que estaba prohibido hablar de ellos.El libro termina con la reflexión central de ‘Si existe Auschwitz, no puede existir Dios’. A la que añade poco antes de su muerte: No encuentro solución al dilema, la busco, pero no la encuentro. Resulta esta una duda más que razonable. El Papa Francisco, al ser interrogado por el motivo por el que Dios permitió los campos de concentración, respondía: «No lo sé». Lo que significa bajar la santidad al camino de lo humano, la duda.La conversación de los escritores judío y católico representa un aviso al mal de precisamente la fortaleza de lo humano. Hay un libro que se me pasó hace dos años y que reseño ahora, sobre Primo Levi (Turín 1919/1987), superviviente judío del universo concentracionario y escritor de grandísima altura sobre la experiencia del infierno y las huellas que deja en el alma. Se titula: ‘Si existe Auschwitz, no puede existir Dios’. Es una entrevista publicada en la editorial Altamarea, en enero de 2023, realizada por el también escritor e intelectual católico Ferdinando Camon. En realidad, la introducción no tiene desperdicio, pone en su sitio los encuentros y análisis de la escasa aceptación de la obra de Levi por parte de la cultura europea antes de la muerte del autor y l a posterior llegada de lo que se llamaría ‘La Era del Testimonio’. La culpa colectica fue la razón de seguir callando durante años después de la barbarie: la caza y aniquilación de los judíos europeos.El libro no tiene desperdicio, igual que el análisis fino y afilado de Levi, que fue capturado en sus inicios de partisano cuando no había matado a ningún fascista y ni siquiera tenía un arma para luego ser entregado a los alemanes. Levi culpa al pueblo alemán de cobardía y de dejarse arrastrar por la vociferante voz de Hitler, y de antisemitismo, pero solo por imitación del líder y no por convicción, algo en lo que discrepo ya que el antisemitismo alemán tiene su origen en el romanticismo teutónico, por mucho que después de la guerra se produjese el milagro de la desnazificación.Afirma Levi que el campo de concentración es un reflejo del exterior en un espejo deformante, lo que significa que lo que sucede en el campo ocurre fuera, eso es, el odio al judío. Levi, como ahora la mayoría de la gente, afirma que los alemanes sabían de la existencia de los campos, pero que estaba prohibido hablar de ellos.El libro termina con la reflexión central de ‘Si existe Auschwitz, no puede existir Dios’. A la que añade poco antes de su muerte: No encuentro solución al dilema, la busco, pero no la encuentro. Resulta esta una duda más que razonable. El Papa Francisco, al ser interrogado por el motivo por el que Dios permitió los campos de concentración, respondía: «No lo sé». Lo que significa bajar la santidad al camino de lo humano, la duda.La conversación de los escritores judío y católico representa un aviso al mal de precisamente la fortaleza de lo humano. RSS de noticias de cultura
Noticias Similares