Antes se decía aquello de «los de valor a mandar, y los de arte a acompañar», pero llegó Morante, pasándoselos más cerca que nadie, con más arte que nadie, y llenando, y llevó la contraria al dicho. La temporada de José Antonio está siendo tan extraordinaria que tardaremos en vivir algo similar. Un rabo cortó tras otra faena para poner en las escuelas, volteretón incluido, con más ganas y capacidad que medio escalafón. Y luego llega Ortega, y se pone a hacer tafalleras y manoletinas rodilla en tierra. Y después llega Aguado y torea como si estuviera en su casa ¿Cuándo han hecho eso ‘los de valor’? ¿Cuándo se ha toreado más despacio que como lo hacen estos tres sevillanos? Son un deleite para los sentidos, tal vez hasta complicados de analizar y digerir.Con la plaza sólo iluminada con la luz de los candiles, desfilaron Morante, Ortega y Aguado hacia la presidencia. La temperatura era ideal, sin una gota de viento, y los tendidos gozaban de una salud inmejorable. Como inmejorables fueron las verónicas de Morante a primero, tan despaciosas y toreras que son casi indescriptibles, y una salida capote al hombro que parecía una foto de Gallito . El de Gacigrande mostró la misma calidad que tuvo en la muleta, permitiendo a Morante bordar el toreo, desde el maravilloso inicio por alto, hasta unos molinetes, cambios de mano y trincherazos de un nivel de toreo que poco más que ‘buah’ se puede decir. Tan relajado, pasándoselo tan cerca, con ganas novilleriles casi, con tanto empaque… Al natural bajaba el animal, ya que salía desentendido, pero bueno fue por la diestra, permitiendo al genio dejar un faenón, no rubricado con la espada. «Si lo mata, era de pata», comentaba un aficionado de la faena, cuando se anunciaba la salida del segundo, al que Ortega recibió con tres verónicas espectaculares, aunque este Cadenito no era como el anterior. ¿Se pueden hacer unas chicuelinas más cadenciosas y despaciosas que las del quite de Aguado? Fue un sutil baile frente a un toro, con lo dificilísimo que es eso. Pues contestó Ortega llevándolo toreado por tafalleras. Dos por el pitón izquierdo fueron de locos. Noticia Relacionada estandar Si Morante se ciñe al triunfo del valor y la torería y sale a hombros con Talavante en El Puerto Rosario Pérez El genio sevillano se reunió y asentó con su lote del Freixo como ninguno y salió a hombros con Talavante, que cortó dos orejas por aclamación popular con los pases mirando al tendidoCon el cartucho de pescao lo citó Ortega, que había brindado a Ojeda, y le recetó unos ayudados por alto rodilla en tierra de una profundidad sólo superada por el natural siguiente. Ése era el pitón del toro. El pase de las flores si se graba a cámara lenta no sale tan sumamente pausado. Y eso que el toro no era nada del otro mundo, aunque permitió a Juan dejar unos muletazos sencillamente extraordinarios. El epílogo no fue cualquier cosa: manoletinas rodilla en tierra, tan originales, bonitas, profundas… La rácana oreja supo a muy poco.Mal andado era el tercero, encelándose con el caballo y derribando al picador, que había señalado un puyazo arriba y tuvo el temple de subirse al penco, con Acebuche aún ahí, empujando al peto. Embestía muy recto, y una fea voltereta le propinó a Diego Ramón Jiménez mientras bregaba, que con la muñeca visiblemente fracturada entró a la enfermería. Una estampa antigua fue el inicio de Aguado, sentado en el estribo como si estuviera sentado en un bar, con la sutil naturalidad con la que torea. Y luego esos trincherazos tan extraordinarios que borda como sólo él sabe. Hizo bueno a un toro pegajoso que no lo era. Difícil fue cogerle la distancia, pero un Pablo muy puro y suave supo ordenar las embestidas del Garcigrande. Encima metió un estoconazo, como pocas (o ninguna) vez ha metido, que dejó al toro reventado. Si esta temporada estuviera matando siempre así, llevaría ya muchísimas puertas grandes, porque no hay que perder de vista el enorme año del sevillano.Con una tijerilla de rodillas recibió Morante a Deriva, para continuar con unas verónicas de un empaque superior. Tras los buenos pares de Curro Javier, que se desmonteró, se plantó el genio de rodillas con ayudados por alto, embarcando al toro. Una auténtica barbaridad. Se confía tanto que se duerme en la cara del toro. Está tan relajado, que se olvida que tiene cuerpo, como decía Belmonte, dejando la muleta muerta en unos naturales que fueron una auténtica barbaridad, tan despacito todo, que el toro le prendió y le propinó un porrazo. Expuso una enormidad, y salió cojeando, no sin dar antes una tanda por la diestra más fajado, tan extraordinaria que no cabía más que ponerse en pie. Y con esa suavidad, soltó la muleta sobre el toro en el pase de pecho antes de dejar un estoconazo al encuentro, con gritos de ‘torero, torero’ que resonaron hasta La Puebla. Miraba Morante cómo caía el toro, mientras una gota de sangre le caía por la sien derecha.Fue el genio a la enfermería, caminando despacio, como su toreo. Con las emociones aún a flor de piel, salió Felino. Larga fue la vara, y bueno el capote de Ortega. El toro parecía querer todo por abajo, y eso hizo desde el inicio Juan, que también estuvo confiadísimo con un Garcigrande que transmitía. Qué pedazo de tanda con la diestra, con un temple exquisito, y eso que el toro cabeceaba. Al sentirse podido, el animal se empezó a poner bruto. Pero para el torero, como si no. Qué bonito lo hace todo Ortega, pese a tener un animal que se vino muy abajo, manseando y con una embestida deslucidísima e incómoda. Le echó la cara arriba con la espada, dejando una buena estocada a la segunda. Y otra oreja al esportón, en una tarde de mucho más toreo que trofeos para el trianero. Tampoco tenía buenos andares el sexto. Como fueron «sólo» buenas las verónicas -y mejor aún la media- de Aguado, casi ni se les dio importancia. Pero la tuvieron. Remató el toro en un burladero y se partió la punta del pitón izquierdo. Se pidió la devolución, no atendida por la presidencia, y absurdos fueron los pitos del público durante la faena de Pablo, que pedía calma mientras le buscaba las vueltas a este Visigodo, de embestida francamente desagradable, como los bárbaros del norte que le dan nombre. Lo enseñó por ambos lados, incluso robó algún natural bonito, pero era imposible. Y los tres artífices de una noche de Toreo -con mayúsculas- salieron juntos a pie en loor de multitudes. Por la contusión en el glúteo no pudieron izar al de La Puebla, y sus discípulos hicieron lo propio acompañando al maestro.CORRIDA DE LOS CANDILES Plaza de toros de Marbella (Málaga). Viernes, 8 de agosto de 2025. Lleno de No hay billetes. Sonó el Himno Nacional tras el paseíllo. Toros de Garcigrande. Morante de la Puebla, de verde esmeralda y oro. Cinco pinchazos y media baja (silencio). Estoconazo (dos orejas y rabo). Juan Ortega, de rosa palo y oro. Media (oreja). Pinchazo y gran estocada (oreja). Pablo Aguado, de catafalco y oro. Estoconazo (dos orejas). Pinchazo y estocada corta (silencio). Antes se decía aquello de «los de valor a mandar, y los de arte a acompañar», pero llegó Morante, pasándoselos más cerca que nadie, con más arte que nadie, y llenando, y llevó la contraria al dicho. La temporada de José Antonio está siendo tan extraordinaria que tardaremos en vivir algo similar. Un rabo cortó tras otra faena para poner en las escuelas, volteretón incluido, con más ganas y capacidad que medio escalafón. Y luego llega Ortega, y se pone a hacer tafalleras y manoletinas rodilla en tierra. Y después llega Aguado y torea como si estuviera en su casa ¿Cuándo han hecho eso ‘los de valor’? ¿Cuándo se ha toreado más despacio que como lo hacen estos tres sevillanos? Son un deleite para los sentidos, tal vez hasta complicados de analizar y digerir.Con la plaza sólo iluminada con la luz de los candiles, desfilaron Morante, Ortega y Aguado hacia la presidencia. La temperatura era ideal, sin una gota de viento, y los tendidos gozaban de una salud inmejorable. Como inmejorables fueron las verónicas de Morante a primero, tan despaciosas y toreras que son casi indescriptibles, y una salida capote al hombro que parecía una foto de Gallito . El de Gacigrande mostró la misma calidad que tuvo en la muleta, permitiendo a Morante bordar el toreo, desde el maravilloso inicio por alto, hasta unos molinetes, cambios de mano y trincherazos de un nivel de toreo que poco más que ‘buah’ se puede decir. Tan relajado, pasándoselo tan cerca, con ganas novilleriles casi, con tanto empaque… Al natural bajaba el animal, ya que salía desentendido, pero bueno fue por la diestra, permitiendo al genio dejar un faenón, no rubricado con la espada. «Si lo mata, era de pata», comentaba un aficionado de la faena, cuando se anunciaba la salida del segundo, al que Ortega recibió con tres verónicas espectaculares, aunque este Cadenito no era como el anterior. ¿Se pueden hacer unas chicuelinas más cadenciosas y despaciosas que las del quite de Aguado? Fue un sutil baile frente a un toro, con lo dificilísimo que es eso. Pues contestó Ortega llevándolo toreado por tafalleras. Dos por el pitón izquierdo fueron de locos. Noticia Relacionada estandar Si Morante se ciñe al triunfo del valor y la torería y sale a hombros con Talavante en El Puerto Rosario Pérez El genio sevillano se reunió y asentó con su lote del Freixo como ninguno y salió a hombros con Talavante, que cortó dos orejas por aclamación popular con los pases mirando al tendidoCon el cartucho de pescao lo citó Ortega, que había brindado a Ojeda, y le recetó unos ayudados por alto rodilla en tierra de una profundidad sólo superada por el natural siguiente. Ése era el pitón del toro. El pase de las flores si se graba a cámara lenta no sale tan sumamente pausado. Y eso que el toro no era nada del otro mundo, aunque permitió a Juan dejar unos muletazos sencillamente extraordinarios. El epílogo no fue cualquier cosa: manoletinas rodilla en tierra, tan originales, bonitas, profundas… La rácana oreja supo a muy poco.Mal andado era el tercero, encelándose con el caballo y derribando al picador, que había señalado un puyazo arriba y tuvo el temple de subirse al penco, con Acebuche aún ahí, empujando al peto. Embestía muy recto, y una fea voltereta le propinó a Diego Ramón Jiménez mientras bregaba, que con la muñeca visiblemente fracturada entró a la enfermería. Una estampa antigua fue el inicio de Aguado, sentado en el estribo como si estuviera sentado en un bar, con la sutil naturalidad con la que torea. Y luego esos trincherazos tan extraordinarios que borda como sólo él sabe. Hizo bueno a un toro pegajoso que no lo era. Difícil fue cogerle la distancia, pero un Pablo muy puro y suave supo ordenar las embestidas del Garcigrande. Encima metió un estoconazo, como pocas (o ninguna) vez ha metido, que dejó al toro reventado. Si esta temporada estuviera matando siempre así, llevaría ya muchísimas puertas grandes, porque no hay que perder de vista el enorme año del sevillano.Con una tijerilla de rodillas recibió Morante a Deriva, para continuar con unas verónicas de un empaque superior. Tras los buenos pares de Curro Javier, que se desmonteró, se plantó el genio de rodillas con ayudados por alto, embarcando al toro. Una auténtica barbaridad. Se confía tanto que se duerme en la cara del toro. Está tan relajado, que se olvida que tiene cuerpo, como decía Belmonte, dejando la muleta muerta en unos naturales que fueron una auténtica barbaridad, tan despacito todo, que el toro le prendió y le propinó un porrazo. Expuso una enormidad, y salió cojeando, no sin dar antes una tanda por la diestra más fajado, tan extraordinaria que no cabía más que ponerse en pie. Y con esa suavidad, soltó la muleta sobre el toro en el pase de pecho antes de dejar un estoconazo al encuentro, con gritos de ‘torero, torero’ que resonaron hasta La Puebla. Miraba Morante cómo caía el toro, mientras una gota de sangre le caía por la sien derecha.Fue el genio a la enfermería, caminando despacio, como su toreo. Con las emociones aún a flor de piel, salió Felino. Larga fue la vara, y bueno el capote de Ortega. El toro parecía querer todo por abajo, y eso hizo desde el inicio Juan, que también estuvo confiadísimo con un Garcigrande que transmitía. Qué pedazo de tanda con la diestra, con un temple exquisito, y eso que el toro cabeceaba. Al sentirse podido, el animal se empezó a poner bruto. Pero para el torero, como si no. Qué bonito lo hace todo Ortega, pese a tener un animal que se vino muy abajo, manseando y con una embestida deslucidísima e incómoda. Le echó la cara arriba con la espada, dejando una buena estocada a la segunda. Y otra oreja al esportón, en una tarde de mucho más toreo que trofeos para el trianero. Tampoco tenía buenos andares el sexto. Como fueron «sólo» buenas las verónicas -y mejor aún la media- de Aguado, casi ni se les dio importancia. Pero la tuvieron. Remató el toro en un burladero y se partió la punta del pitón izquierdo. Se pidió la devolución, no atendida por la presidencia, y absurdos fueron los pitos del público durante la faena de Pablo, que pedía calma mientras le buscaba las vueltas a este Visigodo, de embestida francamente desagradable, como los bárbaros del norte que le dan nombre. Lo enseñó por ambos lados, incluso robó algún natural bonito, pero era imposible. Y los tres artífices de una noche de Toreo -con mayúsculas- salieron juntos a pie en loor de multitudes. Por la contusión en el glúteo no pudieron izar al de La Puebla, y sus discípulos hicieron lo propio acompañando al maestro.CORRIDA DE LOS CANDILES Plaza de toros de Marbella (Málaga). Viernes, 8 de agosto de 2025. Lleno de No hay billetes. Sonó el Himno Nacional tras el paseíllo. Toros de Garcigrande. Morante de la Puebla, de verde esmeralda y oro. Cinco pinchazos y media baja (silencio). Estoconazo (dos orejas y rabo). Juan Ortega, de rosa palo y oro. Media (oreja). Pinchazo y gran estocada (oreja). Pablo Aguado, de catafalco y oro. Estoconazo (dos orejas). Pinchazo y estocada corta (silencio). Antes se decía aquello de «los de valor a mandar, y los de arte a acompañar», pero llegó Morante, pasándoselos más cerca que nadie, con más arte que nadie, y llenando, y llevó la contraria al dicho. La temporada de José Antonio está siendo tan extraordinaria que tardaremos en vivir algo similar. Un rabo cortó tras otra faena para poner en las escuelas, volteretón incluido, con más ganas y capacidad que medio escalafón. Y luego llega Ortega, y se pone a hacer tafalleras y manoletinas rodilla en tierra. Y después llega Aguado y torea como si estuviera en su casa ¿Cuándo han hecho eso ‘los de valor’? ¿Cuándo se ha toreado más despacio que como lo hacen estos tres sevillanos? Son un deleite para los sentidos, tal vez hasta complicados de analizar y digerir.Con la plaza sólo iluminada con la luz de los candiles, desfilaron Morante, Ortega y Aguado hacia la presidencia. La temperatura era ideal, sin una gota de viento, y los tendidos gozaban de una salud inmejorable. Como inmejorables fueron las verónicas de Morante a primero, tan despaciosas y toreras que son casi indescriptibles, y una salida capote al hombro que parecía una foto de Gallito . El de Gacigrande mostró la misma calidad que tuvo en la muleta, permitiendo a Morante bordar el toreo, desde el maravilloso inicio por alto, hasta unos molinetes, cambios de mano y trincherazos de un nivel de toreo que poco más que ‘buah’ se puede decir. Tan relajado, pasándoselo tan cerca, con ganas novilleriles casi, con tanto empaque… Al natural bajaba el animal, ya que salía desentendido, pero bueno fue por la diestra, permitiendo al genio dejar un faenón, no rubricado con la espada. «Si lo mata, era de pata», comentaba un aficionado de la faena, cuando se anunciaba la salida del segundo, al que Ortega recibió con tres verónicas espectaculares, aunque este Cadenito no era como el anterior. ¿Se pueden hacer unas chicuelinas más cadenciosas y despaciosas que las del quite de Aguado? Fue un sutil baile frente a un toro, con lo dificilísimo que es eso. Pues contestó Ortega llevándolo toreado por tafalleras. Dos por el pitón izquierdo fueron de locos. Noticia Relacionada estandar Si Morante se ciñe al triunfo del valor y la torería y sale a hombros con Talavante en El Puerto Rosario Pérez El genio sevillano se reunió y asentó con su lote del Freixo como ninguno y salió a hombros con Talavante, que cortó dos orejas por aclamación popular con los pases mirando al tendidoCon el cartucho de pescao lo citó Ortega, que había brindado a Ojeda, y le recetó unos ayudados por alto rodilla en tierra de una profundidad sólo superada por el natural siguiente. Ése era el pitón del toro. El pase de las flores si se graba a cámara lenta no sale tan sumamente pausado. Y eso que el toro no era nada del otro mundo, aunque permitió a Juan dejar unos muletazos sencillamente extraordinarios. El epílogo no fue cualquier cosa: manoletinas rodilla en tierra, tan originales, bonitas, profundas… La rácana oreja supo a muy poco.Mal andado era el tercero, encelándose con el caballo y derribando al picador, que había señalado un puyazo arriba y tuvo el temple de subirse al penco, con Acebuche aún ahí, empujando al peto. Embestía muy recto, y una fea voltereta le propinó a Diego Ramón Jiménez mientras bregaba, que con la muñeca visiblemente fracturada entró a la enfermería. Una estampa antigua fue el inicio de Aguado, sentado en el estribo como si estuviera sentado en un bar, con la sutil naturalidad con la que torea. Y luego esos trincherazos tan extraordinarios que borda como sólo él sabe. Hizo bueno a un toro pegajoso que no lo era. Difícil fue cogerle la distancia, pero un Pablo muy puro y suave supo ordenar las embestidas del Garcigrande. Encima metió un estoconazo, como pocas (o ninguna) vez ha metido, que dejó al toro reventado. Si esta temporada estuviera matando siempre así, llevaría ya muchísimas puertas grandes, porque no hay que perder de vista el enorme año del sevillano.Con una tijerilla de rodillas recibió Morante a Deriva, para continuar con unas verónicas de un empaque superior. Tras los buenos pares de Curro Javier, que se desmonteró, se plantó el genio de rodillas con ayudados por alto, embarcando al toro. Una auténtica barbaridad. Se confía tanto que se duerme en la cara del toro. Está tan relajado, que se olvida que tiene cuerpo, como decía Belmonte, dejando la muleta muerta en unos naturales que fueron una auténtica barbaridad, tan despacito todo, que el toro le prendió y le propinó un porrazo. Expuso una enormidad, y salió cojeando, no sin dar antes una tanda por la diestra más fajado, tan extraordinaria que no cabía más que ponerse en pie. Y con esa suavidad, soltó la muleta sobre el toro en el pase de pecho antes de dejar un estoconazo al encuentro, con gritos de ‘torero, torero’ que resonaron hasta La Puebla. Miraba Morante cómo caía el toro, mientras una gota de sangre le caía por la sien derecha.Fue el genio a la enfermería, caminando despacio, como su toreo. Con las emociones aún a flor de piel, salió Felino. Larga fue la vara, y bueno el capote de Ortega. El toro parecía querer todo por abajo, y eso hizo desde el inicio Juan, que también estuvo confiadísimo con un Garcigrande que transmitía. Qué pedazo de tanda con la diestra, con un temple exquisito, y eso que el toro cabeceaba. Al sentirse podido, el animal se empezó a poner bruto. Pero para el torero, como si no. Qué bonito lo hace todo Ortega, pese a tener un animal que se vino muy abajo, manseando y con una embestida deslucidísima e incómoda. Le echó la cara arriba con la espada, dejando una buena estocada a la segunda. Y otra oreja al esportón, en una tarde de mucho más toreo que trofeos para el trianero. Tampoco tenía buenos andares el sexto. Como fueron «sólo» buenas las verónicas -y mejor aún la media- de Aguado, casi ni se les dio importancia. Pero la tuvieron. Remató el toro en un burladero y se partió la punta del pitón izquierdo. Se pidió la devolución, no atendida por la presidencia, y absurdos fueron los pitos del público durante la faena de Pablo, que pedía calma mientras le buscaba las vueltas a este Visigodo, de embestida francamente desagradable, como los bárbaros del norte que le dan nombre. Lo enseñó por ambos lados, incluso robó algún natural bonito, pero era imposible. Y los tres artífices de una noche de Toreo -con mayúsculas- salieron juntos a pie en loor de multitudes. Por la contusión en el glúteo no pudieron izar al de La Puebla, y sus discípulos hicieron lo propio acompañando al maestro.CORRIDA DE LOS CANDILES Plaza de toros de Marbella (Málaga). Viernes, 8 de agosto de 2025. Lleno de No hay billetes. Sonó el Himno Nacional tras el paseíllo. Toros de Garcigrande. Morante de la Puebla, de verde esmeralda y oro. Cinco pinchazos y media baja (silencio). Estoconazo (dos orejas y rabo). Juan Ortega, de rosa palo y oro. Media (oreja). Pinchazo y gran estocada (oreja). Pablo Aguado, de catafalco y oro. Estoconazo (dos orejas). Pinchazo y estocada corta (silencio). RSS de noticias de cultura
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