Antes, hace no demasiado tiempo, la gente ignoraba su existencia. Hoy es habitual conocer a algún trabajador expatriado. Estos días, en este país, hay infinidad de ellos. La ley dice que como máximo esta figura jurídica se puede mantener durante cinco años. Tiene ventajas fiscales y suele aplicarse a profesionales que llevan una carrera sólida en su empresa de origen. Tras ellos viaja una familia. Las ventanas abiertas son un mayor sueldo, una cultura distinta e incluso, a veces, llegan con un experto que les organiza toda la estancia. Este es el prólogo del Instituto de Estudios Económicos (IEE). Buscan colegios internacionales para sus hijos y zonas de alto poder adquisitivo. Y las casas van en consonancia. Piscina, gimnasio, coworking. También los lugares, sobre todo: Madrid y Barcelona. Pero esto es el arranque.
La sorpresa ucrania
Leonardo Cromstedt, presidente de la inmobiliaria Keller Williams para España y Andorra, lleva 37 años trabajando en el mercado nacional y sólo encuentra una palabra para definir lo que se vive: “Inaudito”. “En la provincia de Málaga se han vendido el triple de casas de más de un millón de euros después de la pandemia que antes”. Los expatriados están aquí. El año pasado compraron el 16% de las viviendas puestas en el mercado. “Hemos visto sorpresas inimaginables, Irlanda está comprando, dada su elevada renta per capita, con fuerza, pero lo que no esperábamos era la aparición de clientes de países que limitan con Ucrania y que adquieren hogares de varios millones de euros”, revela. También están llegando familias enteras. Y nómadas digitales que alquilan dos semanas y luego regresan a su país. “Pensaba que esto se iba a desplomar, pero no. Los próximos dos años veo la misma tendencia”, valora Cromstedt.
Los trabajadores extranjeros de multinacionales que llegan a España buscan áreas señoriales y cerca de colegios privados
Antes, hace no demasiado tiempo, la gente ignoraba su existencia. Hoy es habitual conocer a algún trabajador expatriado. Estos días, en este país, hay infinidad de ellos. La ley dice que como máximo esta figura jurídica se puede mantener durante cinco años. Tiene ventajas fiscales y suele aplicarse a profesionales que llevan una carrera sólida en su empresa de origen. Tras ellos viaja una familia. Las ventanas abiertas son un mayor sueldo, una cultura distinta e incluso, a veces, llegan con un experto que les organiza toda la estancia. Este es el prólogo del Instituto de Estudios Económicos (IEE). Buscan colegios internacionales para sus hijos y zonas de alto poder adquisitivo. Y las casas van en consonancia. Piscina, gimnasio, coworking. También los lugares, sobre todo: Madrid y Barcelona. Pero esto es el arranque.
La sorpresa ucrania
Leonardo Cromstedt, presidente de la inmobiliaria Keller Williams para España y Andorra, lleva 37 años trabajando en el mercado nacional y sólo encuentra una palabra para definir lo que se vive: “Inaudito”. “En la provincia de Málaga se han vendido el triple de casas de más de un millón de euros después de la pandemia que antes”. Los expatriados están aquí. El año pasado compraron el 16% de las viviendas puestas en el mercado. “Hemos visto sorpresas inimaginables, Irlanda está comprando, dada su elevada renta per capita, con fuerza, pero lo que no esperábamos era la aparición de clientes de países que limitan con Ucrania y que adquieren hogares de varios millones de euros”, revela. También están llegando familias enteras. Y nómadas digitales que alquilan dos semanas y luego regresan a su país. “Pensaba que esto se iba a desplomar, pero no. Los próximos dos años veo la misma tendencia”, valora Cromstedt.
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