“Han cambiado algunas cosas, se ha evolucionado, pero todavía queda mucho por hacer”. Esta frase se repite en todas las conversaciones mantenidas para la realización de este reportaje. Hay voluntad por casi todas las partes, pero cuando se amplía la imagen se ven los escollos y las inercias patriarcales estructurales. Tirando del término que la activista boliviana María Galindo enarboló en su libro ¡A despatriarcar! (2014), como sucede en muchas esferas de nuestra sociedad, en las artes y en el teatro en particular también se emprenden movimientos hacia la despatriarcalización.
Los últimos informes constatan una mayor presencia de voces femeninas en la autoría y dirección, pero los centros de poder y decisión siguen siendo masculinos
“Han cambiado algunas cosas, se ha evolucionado, pero todavía queda mucho por hacer”. Esta frase se repite en todas las conversaciones mantenidas para la realización de este reportaje. Hay voluntad por casi todas las partes, pero cuando se amplía la imagen se ven los escollos y las inercias patriarcales estructurales. Tirando del término que la activista boliviana María Galindo enarboló en su libro ¡A despatriarcar! (2014), como sucede en muchas esferas de nuestra sociedad, en las artes y en el teatro en particular también se emprenden movimientos hacia la despatriarcalización.
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