La filósofa Agnes Callard (Budapest, 49 años) lleva décadas obsesionada con Sócrates. Y no solo con ser experta en su pensamiento, sino con convertirse en el mismo Sócrates: “Quiero ser él”. Dice que le pasa desde el instituto, cuando se apuntó al equipo de debate para ganar todas las discusiones. “El problema es que siempre perdía. Alguien me dijo que si citaba a filósofos, ganaría. Como soy muy competitiva, fui a una librería y compré libros de Kant, Platón y Aristóteles. No funcionó, seguí perdiendo, pero eso sembró la semilla para seguir leyendo a Platón en la universidad, aprender griego antiguo y escribir ensayos analizando los diálogos socráticos en busca de mensajes ocultos”, apunta esta profesora de la Universidad de Chicago una tarde de mediados de junio en el aula magna de un centro privado de Barcelona.
La pensadora pasó por Barcelona para reivindicar la figura de Sócrates, el poder de no saber nada y por qué a la gente le cuesta tanto tener las conversaciones cruciales
La filósofa Agnes Callard (Budapest, 49 años) lleva décadas obsesionada con Sócrates. Y no solo con ser experta en su pensamiento, sino con convertirse en el mismo Sócrates: “Quiero ser él”. Dice que le pasa desde el instituto, cuando se apuntó al equipo de debate para ganar todas las discusiones. “El problema es que siempre perdía. Alguien me dijo que si citaba a filósofos, ganaría. Como soy muy competitiva, fui a una librería y compré libros de Kant, Platón y Aristóteles. No funcionó, seguí perdiendo, pero eso sembró la semilla para seguir leyendo a Platón en la universidad, aprender griego antiguo y escribir ensayos analizando los diálogos socráticos en busca de mensajes ocultos”, apunta esta profesora de la Universidad de Chicago una tarde de mediados de junio en el aula magna de un centro privado de Barcelona.
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