<p>Un zumbido amenazante resuena en el cielo nocturno del este de Ucrania. Se oyen <strong>explosiones,</strong> los <strong>destellos</strong> iluminan los campos de girasoles y <strong>el olor a pólvora</strong> envenena el aire. «¡Allí! ¡A tres kilómetros!», grita un militar ucraniano de una unidad de defensa antiaérea equipada con armas de la época soviética y encargada de interceptar drones rusos antes de que alcancen ciudades y pueblos ucranianos. </p>
Las unidades encargadas de interceptar los ataques se ven superadas por la producción rusa de drones a escala industrial
<p>Un zumbido amenazante resuena en el cielo nocturno del este de Ucrania. Se oyen <strong>explosiones,</strong> los <strong>destellos</strong> iluminan los campos de girasoles y <strong>el olor a pólvora</strong> envenena el aire. «¡Allí! ¡A tres kilómetros!», grita un militar ucraniano de una unidad de defensa antiaérea equipada con armas de la época soviética y encargada de interceptar drones rusos antes de que alcancen ciudades y pueblos ucranianos. </p>
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