El anunciado cierre de las centrales nucleares de Ascó, entre 2030 y 2032, y Vandellòs, en 2035, siembra de incertidumbre el futuro del suministro energético en Cataluña, donde más del 50% del consumo eléctrico proviene de la fuerza de los reactores, muy por encima del 20% de dependencia nuclear que tiene el resto de España. El escaso desarrollo de las energías renovables compromete el cambio de paradigma energético, y esa falta de alternativas propicia otros quebraderos de cabeza. Igual que con Almaraz (Cáceres), cuyo cierre es el primero que está previsto en el calendario nuclear y por el que se calcula un impacto negativo de 91 millones de euros anuales en el PIB extremeño, las nucleares catalanas son un potente motor de actividad y empleo para los municipios que están bajo su área de influencia. Durante años han vivido con unos ingresos extraordinarios que han permitido a los ayuntamientos poder subvencionar a sus vecinos obras de rehabilitación de las casas, estudios universitarios o cheques regalo para compras en el pueblo.
Los ingresos municipales a costa de las centrales han permitido a los vecinos acceder a vales regalo y a subvenciones para reformas o estudios. Ahora, temen el cierre
El anunciado cierre de las centrales nucleares de Ascó, entre 2030 y 2032, y Vandellòs, en 2035, siembra de incertidumbre el futuro del suministro energético en Cataluña, donde más del 50% del consumo eléctrico proviene de la fuerza de los reactores, muy por encima del 20% de dependencia nuclear que tiene el resto de España. El escaso desarrollo de las energías renovables compromete el cambio de paradigma energético, y esa falta de alternativas propicia otros quebraderos de cabeza. Igual que con Almaraz (Cáceres), cuyo cierre es el primero que está previsto en el calendario nuclear y por el que se calcula un impacto negativo de 91 millones de euros anuales en el PIB extremeño, las nucleares catalanas son un potente motor de actividad y empleo para los municipios que están bajo su área de influencia. Durante años han vivido con unos ingresos extraordinarios que han permitido a los ayuntamientos poder subvencionar a sus vecinos obras de rehabilitación de las casas, estudios universitarios o cheques regalo para compras en el pueblo.
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