Un Joe Biden debilitado por un catarro compareció ayer para celebrar la caída del régimen de Bashar al Assad en Siria . Desde la Casa Blanca , el presidente saliente de EE.UU. llegó a atribuir a su Administración el derrocamiento del dictador sirio: «Nuestra política ha cambiado el equilibrio de poderes en Oriente Próximo» . «Por una combinación de apoyo a nuestros aliados, sanciones, diplomacia y fuerza militar con objetivos específicos cuando ha sido necesario, ahora vemos que se abren nuevas oportunidades para el pueblo de Siria y para toda la región», añadió el presidente de EE.UU., que busca abrillantar su dañado legado en política exterior en sus últimas semanas en el poder.En la visión de Biden, el régimen de Assad ha caído frente al empuje de la milicia islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS) , Organización para la Liberación del Levante, por la debilidad de sus grandes apoyos: Rusia , Irán y Hizbolá . «Porque los tres están más débiles que cuando yo llegué al cargo», se felicitó. Esa debilidad tiene que ver con los esfuerzos de Rusia en Ucrania , una guerra feroz con cientos de miles de muertos y mucho coste militar, donde el Gobierno de Kiev ha tenido el apoyo multimillonario de EE.UU . Y con el desgaste de Irán y sus milicias aliadas en Oriente Próximo –incluida Hizbolá en el Líbano –, en las agitaciones provocadas en la región por la guerra en Gaza .Noticia Relacionada Editorial opinion No Rusia e Irán sacrifican a Assad Editorial ABC La caída del régimen sirio en tiempo récord es una muestra de la debilidad de sus aliados y de que en Oriente Próximo no se puede improvisarBiden defendió que la caída de Assad supone «una oportunidad histórica para el pueblo de Siria, que tanto ha sufrido». Y se comprometió a implicarse en un proceso de transición al nuevo Gobierno. « Hablaremos con todos los grupos sirios , también dentro del proceso liderado por la ONU, para establecer una transición que deje atrás el régimen de Assad hacia una Siria independiente y soberana«, dijo. »Este proceso será determinado por el propio pueblo de Siria».Biden aseguró que el contingente militar estadounidense presente en Siria –cerca de mil soldados– seguirá operando en regiones del país para contener la amenaza del Estado Islámico . El presidente de EE.UU. anunció que su ejército había llevado a cabo ataques aéreos ese mismo día a 75 objetivos en la región del este de Siria donde combate al grupo islamista. «Tenemos claro que el Estado Islámico tratará de aprovechar cualquier situación de vacío para restablecer su fuerza y crear un nuevo refugio. No lo permitiremos», sentenció.Eso no implica que EE.UU. vaya a tener un papel militar en determinar cómo será el próximo Gobierno en Siria, a pesar de que para Biden la toma de Damasco y un nuevo régimen liderado por Abu Mohamed al Jolani , líder de HTS , supone «un momento de gran riesgo e incertidumbre». Su asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan , aseguró en la víspera que EE.UU. no va a «lanzarse militarmente en medio de una guerra civil en Siria», y que se centrará en mantener la lucha contra el Estado Islámico donde opera.«No es nuestra guerra», dice TrumpEs una posición similar a la que expresó el próximo presidente de EE.UU. Pero Donald Trump lo hizo, en su estilo, con mucha más vehemencia y sin ninguna intención de implicarse en su transición. En un mensaje en su red social, el presidente electo defendió que «Siria es un desastre, pero no es nuestro amigo y EE.UU. no debería tener nada que ver. Esta no es nuestra guerra. ¡Dejad que ocurra lo que tenga que ocurrir y no os impliquéis».Trump aprovechó la situación para atizar a su enemigo favorito, Barack Obama , que sí se implicó en ese conflicto durante su presidencia. Recordó cómo aquel presidente demócrata se negó a cumplir con su tristemente célebre advertencia de la «línea roja sobre la arena» . Obama advirtió en 2012 a Assad que EE.UU. intervendría con fuerza en Siria si el dictador utilizaba armas químicas. Assad dio ese paso, pero Obama no respondió, y la situación acabó en un acuerdo intermediado por Rusia, que permitió al dictador seguir en el poder hasta ahora a través de una guerra civil interminable. En ella, EE.UU. se ha centrado en armar con miles de millones a los rebeldes que ha considerado ‘moderados’ y a colaborar con milicias en el este para debilitar al Estado Islámico.Otros dictadores caídosLa posición de Trump sobre no intervención en Siria –pese a que él sí lanzó misiles contra el ejército sirio en 2017 después del uso de armas químicas– tiene que ver con el hastío en buena parte del electorado de EE.UU. con la implicación en conflictos en Oriente Próximo. Las imágenes de las caídas de Muamar el Gadafi en Libia o de Sadam Hussei n en Irak están frescas en la memoria de los estadounidenses, después de décadas de idas y venidas de las administraciones de la primera potencia mundial con dictadores de la región. Los gobiernos de EE.UU. los han apoyado y financiado como estabilizadores del polvorín que es Oriente Próximo y también los han combatido en guerras que han sangrado los bolsillos de los contribuyentes y donde muchos de sus jóvenes ha derramado sangre.La situación en Siria es incierta, como dijo Biden. Durante la guerra civil, Washington y sus aliados temieron, como ha ocurrido con regímenes dictatoriales similares en el pasado, que el remedio sea peor que la enfermedad. Es el escenario que los diplomáticos occidentales bautizaron como el «éxito catastrófico» . Un Joe Biden debilitado por un catarro compareció ayer para celebrar la caída del régimen de Bashar al Assad en Siria . Desde la Casa Blanca , el presidente saliente de EE.UU. llegó a atribuir a su Administración el derrocamiento del dictador sirio: «Nuestra política ha cambiado el equilibrio de poderes en Oriente Próximo» . «Por una combinación de apoyo a nuestros aliados, sanciones, diplomacia y fuerza militar con objetivos específicos cuando ha sido necesario, ahora vemos que se abren nuevas oportunidades para el pueblo de Siria y para toda la región», añadió el presidente de EE.UU., que busca abrillantar su dañado legado en política exterior en sus últimas semanas en el poder.En la visión de Biden, el régimen de Assad ha caído frente al empuje de la milicia islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS) , Organización para la Liberación del Levante, por la debilidad de sus grandes apoyos: Rusia , Irán y Hizbolá . «Porque los tres están más débiles que cuando yo llegué al cargo», se felicitó. Esa debilidad tiene que ver con los esfuerzos de Rusia en Ucrania , una guerra feroz con cientos de miles de muertos y mucho coste militar, donde el Gobierno de Kiev ha tenido el apoyo multimillonario de EE.UU . Y con el desgaste de Irán y sus milicias aliadas en Oriente Próximo –incluida Hizbolá en el Líbano –, en las agitaciones provocadas en la región por la guerra en Gaza .Noticia Relacionada Editorial opinion No Rusia e Irán sacrifican a Assad Editorial ABC La caída del régimen sirio en tiempo récord es una muestra de la debilidad de sus aliados y de que en Oriente Próximo no se puede improvisarBiden defendió que la caída de Assad supone «una oportunidad histórica para el pueblo de Siria, que tanto ha sufrido». Y se comprometió a implicarse en un proceso de transición al nuevo Gobierno. « Hablaremos con todos los grupos sirios , también dentro del proceso liderado por la ONU, para establecer una transición que deje atrás el régimen de Assad hacia una Siria independiente y soberana«, dijo. »Este proceso será determinado por el propio pueblo de Siria».Biden aseguró que el contingente militar estadounidense presente en Siria –cerca de mil soldados– seguirá operando en regiones del país para contener la amenaza del Estado Islámico . El presidente de EE.UU. anunció que su ejército había llevado a cabo ataques aéreos ese mismo día a 75 objetivos en la región del este de Siria donde combate al grupo islamista. «Tenemos claro que el Estado Islámico tratará de aprovechar cualquier situación de vacío para restablecer su fuerza y crear un nuevo refugio. No lo permitiremos», sentenció.Eso no implica que EE.UU. vaya a tener un papel militar en determinar cómo será el próximo Gobierno en Siria, a pesar de que para Biden la toma de Damasco y un nuevo régimen liderado por Abu Mohamed al Jolani , líder de HTS , supone «un momento de gran riesgo e incertidumbre». Su asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan , aseguró en la víspera que EE.UU. no va a «lanzarse militarmente en medio de una guerra civil en Siria», y que se centrará en mantener la lucha contra el Estado Islámico donde opera.«No es nuestra guerra», dice TrumpEs una posición similar a la que expresó el próximo presidente de EE.UU. Pero Donald Trump lo hizo, en su estilo, con mucha más vehemencia y sin ninguna intención de implicarse en su transición. En un mensaje en su red social, el presidente electo defendió que «Siria es un desastre, pero no es nuestro amigo y EE.UU. no debería tener nada que ver. Esta no es nuestra guerra. ¡Dejad que ocurra lo que tenga que ocurrir y no os impliquéis».Trump aprovechó la situación para atizar a su enemigo favorito, Barack Obama , que sí se implicó en ese conflicto durante su presidencia. Recordó cómo aquel presidente demócrata se negó a cumplir con su tristemente célebre advertencia de la «línea roja sobre la arena» . Obama advirtió en 2012 a Assad que EE.UU. intervendría con fuerza en Siria si el dictador utilizaba armas químicas. Assad dio ese paso, pero Obama no respondió, y la situación acabó en un acuerdo intermediado por Rusia, que permitió al dictador seguir en el poder hasta ahora a través de una guerra civil interminable. En ella, EE.UU. se ha centrado en armar con miles de millones a los rebeldes que ha considerado ‘moderados’ y a colaborar con milicias en el este para debilitar al Estado Islámico.Otros dictadores caídosLa posición de Trump sobre no intervención en Siria –pese a que él sí lanzó misiles contra el ejército sirio en 2017 después del uso de armas químicas– tiene que ver con el hastío en buena parte del electorado de EE.UU. con la implicación en conflictos en Oriente Próximo. Las imágenes de las caídas de Muamar el Gadafi en Libia o de Sadam Hussei n en Irak están frescas en la memoria de los estadounidenses, después de décadas de idas y venidas de las administraciones de la primera potencia mundial con dictadores de la región. Los gobiernos de EE.UU. los han apoyado y financiado como estabilizadores del polvorín que es Oriente Próximo y también los han combatido en guerras que han sangrado los bolsillos de los contribuyentes y donde muchos de sus jóvenes ha derramado sangre.La situación en Siria es incierta, como dijo Biden. Durante la guerra civil, Washington y sus aliados temieron, como ha ocurrido con regímenes dictatoriales similares en el pasado, que el remedio sea peor que la enfermedad. Es el escenario que los diplomáticos occidentales bautizaron como el «éxito catastrófico» . Un Joe Biden debilitado por un catarro compareció ayer para celebrar la caída del régimen de Bashar al Assad en Siria . Desde la Casa Blanca , el presidente saliente de EE.UU. llegó a atribuir a su Administración el derrocamiento del dictador sirio: «Nuestra política ha cambiado el equilibrio de poderes en Oriente Próximo» . «Por una combinación de apoyo a nuestros aliados, sanciones, diplomacia y fuerza militar con objetivos específicos cuando ha sido necesario, ahora vemos que se abren nuevas oportunidades para el pueblo de Siria y para toda la región», añadió el presidente de EE.UU., que busca abrillantar su dañado legado en política exterior en sus últimas semanas en el poder.En la visión de Biden, el régimen de Assad ha caído frente al empuje de la milicia islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS) , Organización para la Liberación del Levante, por la debilidad de sus grandes apoyos: Rusia , Irán y Hizbolá . «Porque los tres están más débiles que cuando yo llegué al cargo», se felicitó. Esa debilidad tiene que ver con los esfuerzos de Rusia en Ucrania , una guerra feroz con cientos de miles de muertos y mucho coste militar, donde el Gobierno de Kiev ha tenido el apoyo multimillonario de EE.UU . Y con el desgaste de Irán y sus milicias aliadas en Oriente Próximo –incluida Hizbolá en el Líbano –, en las agitaciones provocadas en la región por la guerra en Gaza .Noticia Relacionada Editorial opinion No Rusia e Irán sacrifican a Assad Editorial ABC La caída del régimen sirio en tiempo récord es una muestra de la debilidad de sus aliados y de que en Oriente Próximo no se puede improvisarBiden defendió que la caída de Assad supone «una oportunidad histórica para el pueblo de Siria, que tanto ha sufrido». Y se comprometió a implicarse en un proceso de transición al nuevo Gobierno. « Hablaremos con todos los grupos sirios , también dentro del proceso liderado por la ONU, para establecer una transición que deje atrás el régimen de Assad hacia una Siria independiente y soberana«, dijo. »Este proceso será determinado por el propio pueblo de Siria».Biden aseguró que el contingente militar estadounidense presente en Siria –cerca de mil soldados– seguirá operando en regiones del país para contener la amenaza del Estado Islámico . El presidente de EE.UU. anunció que su ejército había llevado a cabo ataques aéreos ese mismo día a 75 objetivos en la región del este de Siria donde combate al grupo islamista. «Tenemos claro que el Estado Islámico tratará de aprovechar cualquier situación de vacío para restablecer su fuerza y crear un nuevo refugio. No lo permitiremos», sentenció.Eso no implica que EE.UU. vaya a tener un papel militar en determinar cómo será el próximo Gobierno en Siria, a pesar de que para Biden la toma de Damasco y un nuevo régimen liderado por Abu Mohamed al Jolani , líder de HTS , supone «un momento de gran riesgo e incertidumbre». Su asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan , aseguró en la víspera que EE.UU. no va a «lanzarse militarmente en medio de una guerra civil en Siria», y que se centrará en mantener la lucha contra el Estado Islámico donde opera.«No es nuestra guerra», dice TrumpEs una posición similar a la que expresó el próximo presidente de EE.UU. Pero Donald Trump lo hizo, en su estilo, con mucha más vehemencia y sin ninguna intención de implicarse en su transición. En un mensaje en su red social, el presidente electo defendió que «Siria es un desastre, pero no es nuestro amigo y EE.UU. no debería tener nada que ver. Esta no es nuestra guerra. ¡Dejad que ocurra lo que tenga que ocurrir y no os impliquéis».Trump aprovechó la situación para atizar a su enemigo favorito, Barack Obama , que sí se implicó en ese conflicto durante su presidencia. Recordó cómo aquel presidente demócrata se negó a cumplir con su tristemente célebre advertencia de la «línea roja sobre la arena» . Obama advirtió en 2012 a Assad que EE.UU. intervendría con fuerza en Siria si el dictador utilizaba armas químicas. Assad dio ese paso, pero Obama no respondió, y la situación acabó en un acuerdo intermediado por Rusia, que permitió al dictador seguir en el poder hasta ahora a través de una guerra civil interminable. En ella, EE.UU. se ha centrado en armar con miles de millones a los rebeldes que ha considerado ‘moderados’ y a colaborar con milicias en el este para debilitar al Estado Islámico.Otros dictadores caídosLa posición de Trump sobre no intervención en Siria –pese a que él sí lanzó misiles contra el ejército sirio en 2017 después del uso de armas químicas– tiene que ver con el hastío en buena parte del electorado de EE.UU. con la implicación en conflictos en Oriente Próximo. Las imágenes de las caídas de Muamar el Gadafi en Libia o de Sadam Hussei n en Irak están frescas en la memoria de los estadounidenses, después de décadas de idas y venidas de las administraciones de la primera potencia mundial con dictadores de la región. Los gobiernos de EE.UU. los han apoyado y financiado como estabilizadores del polvorín que es Oriente Próximo y también los han combatido en guerras que han sangrado los bolsillos de los contribuyentes y donde muchos de sus jóvenes ha derramado sangre.La situación en Siria es incierta, como dijo Biden. Durante la guerra civil, Washington y sus aliados temieron, como ha ocurrido con regímenes dictatoriales similares en el pasado, que el remedio sea peor que la enfermedad. Es el escenario que los diplomáticos occidentales bautizaron como el «éxito catastrófico» . RSS de noticias de internacional
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