Crítica de teatro ‘Casa de muñecas’ Autor Henrik Ibsen Adaptación Eduardo Galán Dirección Lautaro Perotti Escenografía y vestuario Lua Quiroga Iluminación Luis García Música original y espacio sonoro Manu Solís Intérpretes María León, Santi Marín, Patxi Freytez, Pepa Gracia, Alejandro Bruni Lugar Teatro Fernán Gómez, Madrid 2Versión actualizada del clásico de Ibsen , versión tan libre que la acción se sitúa en nuestros días, en un matrimonio del siglo XXI aparentemente feliz, pero donde las grietas no tardarán en hacerse visibles. Osvaldo, el marido, alcanza, justo en las vísperas de Navidad, la dirección en una entidad bancaria. Esto supone que Nora, su mujer, intente dar un giro nuevo a su vida: reajustar su trabajo de dependienta a media jornada y continuar sus estudios de Farmacia a distancia, aunque para ello tenga que sacrificar el cuidado de los hijos. La aparición de Cristina Linde, tras su regreso de Nueva York, volverá a unir a las dos amigas y desencadenará todo el conflicto en que se basa la obra. Cristina pasará a trabajar en el banco a costa de Óscar, su antiguo amor, que será despedido. Pero Nora y Óscar guardan un secreto que hará que todo salte por los aires. Más enredo argumental que sustancia dramática, más superficialidad estereotipada que hondura, la versión de Eduardo Galán no acaba de mostrar la fuerza vital de todos estos seres ideados por Ibsen y lograr lo que esta obra simboliza desde que se estrenó en 1879. Aquí el grito de libertad de Nora se nos antoja forzado, su portazo al pasado se nos muestra inverosímil. La trama va y viene, pero no levanta el vuelo. En el terreno interpretativo, concretamente en el caso de Nora, María León nos muestra que no acaba de hacerse con el personaje, tal vez porque tampoco pueda ir más allá si tenemos en cuenta la falta de sustancia de los diálogos, el nulo vuelo poético del lenguaje y la carencia de un mundo mental y moral más allá de esta modernización tan tosca. La hora y media a que está reducido el texto de Ibsen se pasa, por tanto, esperando inútilmente a que algo nos conmueva, a que haya algo que nos reconcilie con este trabajo. Y lo encontramos tan solo en esa escenografía ideada por Lua Quiroga donde los distintos ambientes de la casa se componen y recomponen en sintonía con los estados emocionales de la protagonista (esa muñeca apresada en los muros de su insignificancia) y que resultan visualmente tan seductores.No sé si debemos entender que aquí se moderniza a Ibsen, si se le acerca a una sensibilidad actual, porque después de esperarlo hora y media, Ibsen no aparece. Crítica de teatro ‘Casa de muñecas’ Autor Henrik Ibsen Adaptación Eduardo Galán Dirección Lautaro Perotti Escenografía y vestuario Lua Quiroga Iluminación Luis García Música original y espacio sonoro Manu Solís Intérpretes María León, Santi Marín, Patxi Freytez, Pepa Gracia, Alejandro Bruni Lugar Teatro Fernán Gómez, Madrid 2Versión actualizada del clásico de Ibsen , versión tan libre que la acción se sitúa en nuestros días, en un matrimonio del siglo XXI aparentemente feliz, pero donde las grietas no tardarán en hacerse visibles. Osvaldo, el marido, alcanza, justo en las vísperas de Navidad, la dirección en una entidad bancaria. Esto supone que Nora, su mujer, intente dar un giro nuevo a su vida: reajustar su trabajo de dependienta a media jornada y continuar sus estudios de Farmacia a distancia, aunque para ello tenga que sacrificar el cuidado de los hijos. La aparición de Cristina Linde, tras su regreso de Nueva York, volverá a unir a las dos amigas y desencadenará todo el conflicto en que se basa la obra. Cristina pasará a trabajar en el banco a costa de Óscar, su antiguo amor, que será despedido. Pero Nora y Óscar guardan un secreto que hará que todo salte por los aires. Más enredo argumental que sustancia dramática, más superficialidad estereotipada que hondura, la versión de Eduardo Galán no acaba de mostrar la fuerza vital de todos estos seres ideados por Ibsen y lograr lo que esta obra simboliza desde que se estrenó en 1879. Aquí el grito de libertad de Nora se nos antoja forzado, su portazo al pasado se nos muestra inverosímil. La trama va y viene, pero no levanta el vuelo. En el terreno interpretativo, concretamente en el caso de Nora, María León nos muestra que no acaba de hacerse con el personaje, tal vez porque tampoco pueda ir más allá si tenemos en cuenta la falta de sustancia de los diálogos, el nulo vuelo poético del lenguaje y la carencia de un mundo mental y moral más allá de esta modernización tan tosca. La hora y media a que está reducido el texto de Ibsen se pasa, por tanto, esperando inútilmente a que algo nos conmueva, a que haya algo que nos reconcilie con este trabajo. Y lo encontramos tan solo en esa escenografía ideada por Lua Quiroga donde los distintos ambientes de la casa se componen y recomponen en sintonía con los estados emocionales de la protagonista (esa muñeca apresada en los muros de su insignificancia) y que resultan visualmente tan seductores.No sé si debemos entender que aquí se moderniza a Ibsen, si se le acerca a una sensibilidad actual, porque después de esperarlo hora y media, Ibsen no aparece. Crítica de teatro ‘Casa de muñecas’ Autor Henrik Ibsen Adaptación Eduardo Galán Dirección Lautaro Perotti Escenografía y vestuario Lua Quiroga Iluminación Luis García Música original y espacio sonoro Manu Solís Intérpretes María León, Santi Marín, Patxi Freytez, Pepa Gracia, Alejandro Bruni Lugar Teatro Fernán Gómez, Madrid 2Versión actualizada del clásico de Ibsen , versión tan libre que la acción se sitúa en nuestros días, en un matrimonio del siglo XXI aparentemente feliz, pero donde las grietas no tardarán en hacerse visibles. Osvaldo, el marido, alcanza, justo en las vísperas de Navidad, la dirección en una entidad bancaria. Esto supone que Nora, su mujer, intente dar un giro nuevo a su vida: reajustar su trabajo de dependienta a media jornada y continuar sus estudios de Farmacia a distancia, aunque para ello tenga que sacrificar el cuidado de los hijos. La aparición de Cristina Linde, tras su regreso de Nueva York, volverá a unir a las dos amigas y desencadenará todo el conflicto en que se basa la obra. Cristina pasará a trabajar en el banco a costa de Óscar, su antiguo amor, que será despedido. Pero Nora y Óscar guardan un secreto que hará que todo salte por los aires. Más enredo argumental que sustancia dramática, más superficialidad estereotipada que hondura, la versión de Eduardo Galán no acaba de mostrar la fuerza vital de todos estos seres ideados por Ibsen y lograr lo que esta obra simboliza desde que se estrenó en 1879. Aquí el grito de libertad de Nora se nos antoja forzado, su portazo al pasado se nos muestra inverosímil. La trama va y viene, pero no levanta el vuelo. En el terreno interpretativo, concretamente en el caso de Nora, María León nos muestra que no acaba de hacerse con el personaje, tal vez porque tampoco pueda ir más allá si tenemos en cuenta la falta de sustancia de los diálogos, el nulo vuelo poético del lenguaje y la carencia de un mundo mental y moral más allá de esta modernización tan tosca. La hora y media a que está reducido el texto de Ibsen se pasa, por tanto, esperando inútilmente a que algo nos conmueva, a que haya algo que nos reconcilie con este trabajo. Y lo encontramos tan solo en esa escenografía ideada por Lua Quiroga donde los distintos ambientes de la casa se componen y recomponen en sintonía con los estados emocionales de la protagonista (esa muñeca apresada en los muros de su insignificancia) y que resultan visualmente tan seductores.No sé si debemos entender que aquí se moderniza a Ibsen, si se le acerca a una sensibilidad actual, porque después de esperarlo hora y media, Ibsen no aparece. 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