Pongamos que el viernes 20 de junio La Gobierna, la vieja veleta que guardaba las puertas de Zamora desde su puente románico, subía por el Duero para entregarle a las peñas, a los jóvenes, a los no tan jóvenes, a todos, las llaves de la fiesta, de la alegría.Pongamos que mi ciudad resucita, vibra, respira, baila, toma las calles, canta, brinda en honor de San Pedro, que regresan a las calles la cerámica de los alfareros, los ajos trenzados por los agricultores, manos limpias, barro limpio que no mancha.Pongamos que regresan a la plaza los toros de postín, Morante en estado de gracia; la pureza de Emilio de Justo; la promesa, el toreo bendecido de Marco Pérez, aquel niño que revolucionó a los tendidos en un lejano desenjaule en Salamanca; o que José Mercé cantará bulerías al pie de la Catedral, o que regresan las casetas de la Feria de Día a las plazas, a los jardines del Castillo.Es la letanía que se repite año tras año en mi tierra, el preámbulo de las vacaciones y de la canícula, la llamada, el reencuentro, cuando parece que Zamora se ensancha bajo sus paraguas rojos y verdes, como la bandera de jirones de Viriato, nuestra hermosa Seña Bermeja, que nos recuerda que un día fuimos bravos, valientes, orgullosos, peleones. Que no había trenes ni nada que nos robasen porque podían más las ganas, la fe en nosotros mismos.Pongamos que un día después, el sábado 21, San Luis Gonzaga, que ya pasó ayer, Antonio y Luisa han celebrado sus 60 años de casados. Celebrar el amor mientras la ciudad celebra la vida. Aquellos jóvenes que se conocieron en el grupo de teatro Juan del Enzina, ella actriz, y luego funcionaria y madre; él diseñando escenarios, pintando sueños, forjando el mundo interior de un artista que quiso quedarse en su tierra y andar y hacer vida y obra, y cimentar una familia y seguir andando despacito bajo los tilos, cerca del Duero, el río que nos alivia la sed, y bebérselo con esos ojos que abarcan Zamora entera.Noticia Relacionada desde la raya opinion Si No para, no pasa Ana Pedrero Mi gente alza por fin su voz siempre tan mansa, tan callada, para que se nos escuche alto y claro desde la indignación y la harturaCelebrar en la celebración, hacer del amor la fiesta en estos días de fiesta en que la juventud desborda las calles. Hacer del amor camino en estos tiempos que no entienden de amor, que no saben de compromisos ni de permanecer al lado, siempre, en la salud y la enfermedad, lo bueno y lo malo.Podrán decir que suena a rancio, a historia que ya no existe. Son mis padres y ayer celebrábamos con ellos. Y ojalá algún día me parezca en algo a ellos, siga firme sus pasos.Porque el amor que no se anuncia, que no se vende, que es lo cotidiano, el pan de cada día, es lo único que convierte la vida en una fiesta, la verdadera llave de la alegría. Celebramos. Pongamos que el viernes 20 de junio La Gobierna, la vieja veleta que guardaba las puertas de Zamora desde su puente románico, subía por el Duero para entregarle a las peñas, a los jóvenes, a los no tan jóvenes, a todos, las llaves de la fiesta, de la alegría.Pongamos que mi ciudad resucita, vibra, respira, baila, toma las calles, canta, brinda en honor de San Pedro, que regresan a las calles la cerámica de los alfareros, los ajos trenzados por los agricultores, manos limpias, barro limpio que no mancha.Pongamos que regresan a la plaza los toros de postín, Morante en estado de gracia; la pureza de Emilio de Justo; la promesa, el toreo bendecido de Marco Pérez, aquel niño que revolucionó a los tendidos en un lejano desenjaule en Salamanca; o que José Mercé cantará bulerías al pie de la Catedral, o que regresan las casetas de la Feria de Día a las plazas, a los jardines del Castillo.Es la letanía que se repite año tras año en mi tierra, el preámbulo de las vacaciones y de la canícula, la llamada, el reencuentro, cuando parece que Zamora se ensancha bajo sus paraguas rojos y verdes, como la bandera de jirones de Viriato, nuestra hermosa Seña Bermeja, que nos recuerda que un día fuimos bravos, valientes, orgullosos, peleones. Que no había trenes ni nada que nos robasen porque podían más las ganas, la fe en nosotros mismos.Pongamos que un día después, el sábado 21, San Luis Gonzaga, que ya pasó ayer, Antonio y Luisa han celebrado sus 60 años de casados. Celebrar el amor mientras la ciudad celebra la vida. Aquellos jóvenes que se conocieron en el grupo de teatro Juan del Enzina, ella actriz, y luego funcionaria y madre; él diseñando escenarios, pintando sueños, forjando el mundo interior de un artista que quiso quedarse en su tierra y andar y hacer vida y obra, y cimentar una familia y seguir andando despacito bajo los tilos, cerca del Duero, el río que nos alivia la sed, y bebérselo con esos ojos que abarcan Zamora entera.Noticia Relacionada desde la raya opinion Si No para, no pasa Ana Pedrero Mi gente alza por fin su voz siempre tan mansa, tan callada, para que se nos escuche alto y claro desde la indignación y la harturaCelebrar en la celebración, hacer del amor la fiesta en estos días de fiesta en que la juventud desborda las calles. Hacer del amor camino en estos tiempos que no entienden de amor, que no saben de compromisos ni de permanecer al lado, siempre, en la salud y la enfermedad, lo bueno y lo malo.Podrán decir que suena a rancio, a historia que ya no existe. Son mis padres y ayer celebrábamos con ellos. Y ojalá algún día me parezca en algo a ellos, siga firme sus pasos.Porque el amor que no se anuncia, que no se vende, que es lo cotidiano, el pan de cada día, es lo único que convierte la vida en una fiesta, la verdadera llave de la alegría. Celebramos. Pongamos que el viernes 20 de junio La Gobierna, la vieja veleta que guardaba las puertas de Zamora desde su puente románico, subía por el Duero para entregarle a las peñas, a los jóvenes, a los no tan jóvenes, a todos, las llaves de la fiesta, de la alegría.Pongamos que mi ciudad resucita, vibra, respira, baila, toma las calles, canta, brinda en honor de San Pedro, que regresan a las calles la cerámica de los alfareros, los ajos trenzados por los agricultores, manos limpias, barro limpio que no mancha.Pongamos que regresan a la plaza los toros de postín, Morante en estado de gracia; la pureza de Emilio de Justo; la promesa, el toreo bendecido de Marco Pérez, aquel niño que revolucionó a los tendidos en un lejano desenjaule en Salamanca; o que José Mercé cantará bulerías al pie de la Catedral, o que regresan las casetas de la Feria de Día a las plazas, a los jardines del Castillo.Es la letanía que se repite año tras año en mi tierra, el preámbulo de las vacaciones y de la canícula, la llamada, el reencuentro, cuando parece que Zamora se ensancha bajo sus paraguas rojos y verdes, como la bandera de jirones de Viriato, nuestra hermosa Seña Bermeja, que nos recuerda que un día fuimos bravos, valientes, orgullosos, peleones. Que no había trenes ni nada que nos robasen porque podían más las ganas, la fe en nosotros mismos.Pongamos que un día después, el sábado 21, San Luis Gonzaga, que ya pasó ayer, Antonio y Luisa han celebrado sus 60 años de casados. Celebrar el amor mientras la ciudad celebra la vida. Aquellos jóvenes que se conocieron en el grupo de teatro Juan del Enzina, ella actriz, y luego funcionaria y madre; él diseñando escenarios, pintando sueños, forjando el mundo interior de un artista que quiso quedarse en su tierra y andar y hacer vida y obra, y cimentar una familia y seguir andando despacito bajo los tilos, cerca del Duero, el río que nos alivia la sed, y bebérselo con esos ojos que abarcan Zamora entera.Noticia Relacionada desde la raya opinion Si No para, no pasa Ana Pedrero Mi gente alza por fin su voz siempre tan mansa, tan callada, para que se nos escuche alto y claro desde la indignación y la harturaCelebrar en la celebración, hacer del amor la fiesta en estos días de fiesta en que la juventud desborda las calles. Hacer del amor camino en estos tiempos que no entienden de amor, que no saben de compromisos ni de permanecer al lado, siempre, en la salud y la enfermedad, lo bueno y lo malo.Podrán decir que suena a rancio, a historia que ya no existe. Son mis padres y ayer celebrábamos con ellos. Y ojalá algún día me parezca en algo a ellos, siga firme sus pasos.Porque el amor que no se anuncia, que no se vende, que es lo cotidiano, el pan de cada día, es lo único que convierte la vida en una fiesta, la verdadera llave de la alegría. Celebramos. RSS de noticias de espana
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