En España, son escasas las colecciones privadas de arte contemporáneo, y aún más inusual es que se construyan en torno a un eje sólido que les confiera valor historiográfico y discursivo. La d e Javier Sapena pertenece a esa excepcional estirpe. Su fondo atesora hitos clave de la Nueva Figuración Madrileña, movimiento que irrumpió entre los estertores del franquismo y los albores de la Transición. Parte de su colección se exhibe ahora en la galería Guillermo de Osma, con piezas de Carlos Alcolea, Chema Cobo, Carlos Franco, Manolo Quejido, Herminio Molero, Pérez-Mínguez y Pérez Villalta.Noticias relacionadas estandar Si ‘El fotógrafo de lo invisible’: los pensamientos emulsionados de Duane Michals Francisco Carpio estandar Si CRÍTICA DE: ‘La música hecha pedazos’ en la galería Parra & Romero: Fluxus no son canciones de amor Carlos Delgado MayordomoTodos ellos renunciaron al Informalismo y apostaron por una figuración narrativa repleta de mensajes cifrados y de un exultante cromatismo que dejaba atrás la tópica «negrura» dramática que había marcado la gran narrativa del arte español, de Goya a Tàpies. Reivindicaron la pintura justo cuando la ortodoxia contemporánea viraba hacia la performance, la instalación o el vídeo, y trazaron una genealogía libre de condicionamientos ideológicos, que incluso rescataba a figuras proscritas como los falangistas Alfonso Ponce de León y Carlos Sáenz de Tejada o al metafísico acusado de ‘filofascista’ Giorgio de Chirico.El grupo contó con el respaldo de una nueva generación de galeristas, teóricos y coleccionistas; sin embargo, su supuesto carácter apolítico lastró su posterior recepción crítica, situación agravada por su adscripción al mito festivo de la Movida Madrileña. Ideas figuradas. De arriba abajo, obras de Cehma Cobo, Herminio Molero y Manolo Quejido en la colección ABCEste relato de entusiasmo y desencanto fue revisado en la exposición ‘Los Esquizos de Madrid’ ( Museo Reina Sofía, 2009), que presentó a unos artistas demasiado tardíos para el pop y demasiado tempranos para el posmodernismo, pero también implicados –según sus comisarios– en un activismo de baja intensidad: pequeños gestos de resistencia en la vida cotidiana.Es posible rastrear esta cuestión en varias de las obras que vertebran el recorrido en Guillermo de Osma. La muestra se abre con la inquietante ‘El bufón’ (1973), de Pérez-Mínguez, imagen que ilustró la portada del catálogo de ‘Los esquizos de Madrid’, pero que –extrañamente– no llegó a exhibirse. Del mismo autor y año es ‘El encuentro’, donde la homosexualidad irrumpe casi sin ropaje simbólico, mientras que el travestismo protagoniza ‘Las aventuras de California Sweetheart’ (1975), de Herminio Molero.’Nueva Figuración Madrileña (1970-1975). Colección Javier Sapena’ ‘Colectiva’. Galería Guillermo de Osma. Madrid. C/ Claudio Coello, 4. Hasta el 24 de julio. cuatro estrellas.Más allá de estas lecturas ‘biopolíticas’, el legado fundamental de la Nueva Figuración Madrileña reside en su apuesta por una pintura compleja y antipanfletaria. Su audacia formal ha influido en algunos de los mejores pintores actuales, quienes ven en sus cuadros un laboratorio aún abierto, capaz de seguir ensanchando los límites del medio y de expresar ideas que solo la pintura puede formular. En España, son escasas las colecciones privadas de arte contemporáneo, y aún más inusual es que se construyan en torno a un eje sólido que les confiera valor historiográfico y discursivo. La d e Javier Sapena pertenece a esa excepcional estirpe. Su fondo atesora hitos clave de la Nueva Figuración Madrileña, movimiento que irrumpió entre los estertores del franquismo y los albores de la Transición. Parte de su colección se exhibe ahora en la galería Guillermo de Osma, con piezas de Carlos Alcolea, Chema Cobo, Carlos Franco, Manolo Quejido, Herminio Molero, Pérez-Mínguez y Pérez Villalta.Noticias relacionadas estandar Si ‘El fotógrafo de lo invisible’: los pensamientos emulsionados de Duane Michals Francisco Carpio estandar Si CRÍTICA DE: ‘La música hecha pedazos’ en la galería Parra & Romero: Fluxus no son canciones de amor Carlos Delgado MayordomoTodos ellos renunciaron al Informalismo y apostaron por una figuración narrativa repleta de mensajes cifrados y de un exultante cromatismo que dejaba atrás la tópica «negrura» dramática que había marcado la gran narrativa del arte español, de Goya a Tàpies. Reivindicaron la pintura justo cuando la ortodoxia contemporánea viraba hacia la performance, la instalación o el vídeo, y trazaron una genealogía libre de condicionamientos ideológicos, que incluso rescataba a figuras proscritas como los falangistas Alfonso Ponce de León y Carlos Sáenz de Tejada o al metafísico acusado de ‘filofascista’ Giorgio de Chirico.El grupo contó con el respaldo de una nueva generación de galeristas, teóricos y coleccionistas; sin embargo, su supuesto carácter apolítico lastró su posterior recepción crítica, situación agravada por su adscripción al mito festivo de la Movida Madrileña. Ideas figuradas. De arriba abajo, obras de Cehma Cobo, Herminio Molero y Manolo Quejido en la colección ABCEste relato de entusiasmo y desencanto fue revisado en la exposición ‘Los Esquizos de Madrid’ ( Museo Reina Sofía, 2009), que presentó a unos artistas demasiado tardíos para el pop y demasiado tempranos para el posmodernismo, pero también implicados –según sus comisarios– en un activismo de baja intensidad: pequeños gestos de resistencia en la vida cotidiana.Es posible rastrear esta cuestión en varias de las obras que vertebran el recorrido en Guillermo de Osma. La muestra se abre con la inquietante ‘El bufón’ (1973), de Pérez-Mínguez, imagen que ilustró la portada del catálogo de ‘Los esquizos de Madrid’, pero que –extrañamente– no llegó a exhibirse. Del mismo autor y año es ‘El encuentro’, donde la homosexualidad irrumpe casi sin ropaje simbólico, mientras que el travestismo protagoniza ‘Las aventuras de California Sweetheart’ (1975), de Herminio Molero.’Nueva Figuración Madrileña (1970-1975). Colección Javier Sapena’ ‘Colectiva’. Galería Guillermo de Osma. Madrid. C/ Claudio Coello, 4. Hasta el 24 de julio. cuatro estrellas.Más allá de estas lecturas ‘biopolíticas’, el legado fundamental de la Nueva Figuración Madrileña reside en su apuesta por una pintura compleja y antipanfletaria. Su audacia formal ha influido en algunos de los mejores pintores actuales, quienes ven en sus cuadros un laboratorio aún abierto, capaz de seguir ensanchando los límites del medio y de expresar ideas que solo la pintura puede formular. En España, son escasas las colecciones privadas de arte contemporáneo, y aún más inusual es que se construyan en torno a un eje sólido que les confiera valor historiográfico y discursivo. La d e Javier Sapena pertenece a esa excepcional estirpe. Su fondo atesora hitos clave de la Nueva Figuración Madrileña, movimiento que irrumpió entre los estertores del franquismo y los albores de la Transición. Parte de su colección se exhibe ahora en la galería Guillermo de Osma, con piezas de Carlos Alcolea, Chema Cobo, Carlos Franco, Manolo Quejido, Herminio Molero, Pérez-Mínguez y Pérez Villalta.Noticias relacionadas estandar Si ‘El fotógrafo de lo invisible’: los pensamientos emulsionados de Duane Michals Francisco Carpio estandar Si CRÍTICA DE: ‘La música hecha pedazos’ en la galería Parra & Romero: Fluxus no son canciones de amor Carlos Delgado MayordomoTodos ellos renunciaron al Informalismo y apostaron por una figuración narrativa repleta de mensajes cifrados y de un exultante cromatismo que dejaba atrás la tópica «negrura» dramática que había marcado la gran narrativa del arte español, de Goya a Tàpies. Reivindicaron la pintura justo cuando la ortodoxia contemporánea viraba hacia la performance, la instalación o el vídeo, y trazaron una genealogía libre de condicionamientos ideológicos, que incluso rescataba a figuras proscritas como los falangistas Alfonso Ponce de León y Carlos Sáenz de Tejada o al metafísico acusado de ‘filofascista’ Giorgio de Chirico.El grupo contó con el respaldo de una nueva generación de galeristas, teóricos y coleccionistas; sin embargo, su supuesto carácter apolítico lastró su posterior recepción crítica, situación agravada por su adscripción al mito festivo de la Movida Madrileña. Ideas figuradas. De arriba abajo, obras de Cehma Cobo, Herminio Molero y Manolo Quejido en la colección ABCEste relato de entusiasmo y desencanto fue revisado en la exposición ‘Los Esquizos de Madrid’ ( Museo Reina Sofía, 2009), que presentó a unos artistas demasiado tardíos para el pop y demasiado tempranos para el posmodernismo, pero también implicados –según sus comisarios– en un activismo de baja intensidad: pequeños gestos de resistencia en la vida cotidiana.Es posible rastrear esta cuestión en varias de las obras que vertebran el recorrido en Guillermo de Osma. La muestra se abre con la inquietante ‘El bufón’ (1973), de Pérez-Mínguez, imagen que ilustró la portada del catálogo de ‘Los esquizos de Madrid’, pero que –extrañamente– no llegó a exhibirse. Del mismo autor y año es ‘El encuentro’, donde la homosexualidad irrumpe casi sin ropaje simbólico, mientras que el travestismo protagoniza ‘Las aventuras de California Sweetheart’ (1975), de Herminio Molero.’Nueva Figuración Madrileña (1970-1975). Colección Javier Sapena’ ‘Colectiva’. Galería Guillermo de Osma. Madrid. C/ Claudio Coello, 4. Hasta el 24 de julio. cuatro estrellas.Más allá de estas lecturas ‘biopolíticas’, el legado fundamental de la Nueva Figuración Madrileña reside en su apuesta por una pintura compleja y antipanfletaria. Su audacia formal ha influido en algunos de los mejores pintores actuales, quienes ven en sus cuadros un laboratorio aún abierto, capaz de seguir ensanchando los límites del medio y de expresar ideas que solo la pintura puede formular. RSS de noticias de cultura
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