Es la superficie más complicada de todas, admite el circuito. Se cambia la mecánica, la técnica, la posición, el movimiento. «Es más difícil que el resto porque te hundes, está muy blanda, es complicado moverse porque estás como más pesado. Tienes que jugar mucho más agachado, prácticamente flexionado, porque la bola bota menos. Son ajustes muy difíciles comparados con otras superficies», resume Pato Clavet. Un reto absoluto que también ofrece el juego más artístico, más elástico, más preciso. «Es el tenis más bonito que podemos ver. El movimiento es muy difícil, pero cuando lo consigues es como si volaras», admitía Carlos Alcaraz sobre este verde tan vivo y cambiante, y que logró domar con acierto desde su primera incursión en 2019, con 16 años. Ahora también lo consigue Jannik Sinner, excelso en su planteamiento en Wimbledon porque ha consolidado sus excepcionales cualidades de seriedad, consistencia y potencia, y añadió en la final unos recursos básicos para dominarla por completo: entre el trabajo exhaustivo y el talento, un poco de magia y variedad. «Lo más importante es el movimiento. Si alguien se mueve bien, es un gran jugador de hierba. Así es como veo el tenis desde fuera. Tienes que cubrir mucha más pista, improvisar un poco más en los dos lados. Es un estilo muy distinto el que se ve aquí con respecto a otras superficies», decía recién aterrizado el italiano. Complicadísimo este verde porque las zapatillas de tacos se agarran al suelo e impiden frenar de golpe y salir a buscar la pelota al otro lado. Pero, como Alcaraz, ambos encontraron la clave para desactivar esa trampa: añadir a los pasitos cortos el arte de resbalar. Más común para el murciano, que sorprendió ya en la final de 2023, en la tercera ronda en 2024 y desde Queen’s en este 2025, y que el italiano ha encontrado esta edición. Mejorada la cualidad con trabajo concienzudo en los entrenamientos en el Aorangi Park. Si los rivales pisaban media hora o una hora la pista, él estaba hora y media, incluso el día previo a la final.Así se lo reconocía el murciano, completado su desarrollo en esta superficie en la que le costaba imponer su juego. «Lo he visto moverse de forma increíble. Se está deslizando como si estuviera en tierra batida, y con las dos piernas». Pero no solo han necesitado mejorar esos movimientos para triunfar en el verde, porque aunque se mantienen esos 8 milímetros de altitud, recortadas las pistas cada mañana, se cambiaron las semillas para que aguantara más el césped ante los golpes, los deslizamientos y el calor. Lo que provocó que se ralentizara todo mucho, como advirtieron los jugadores en este torneo. «La hierba está más alta que en Queen’s, y eso hace que la pelota se abra, se desplieguen más los pelitos y se hagan más grandes», explicaba a este periódico Samuel Sánchez, segundo entrenador de Alcaraz. Como resultado, un juego que permite muchos más peloteos desde el fondo, donde Alcaraz se vio superado. «No encontraba cómo hacerle daño, y él estaba jugando mucho mejor que yo. Me he bloqueado mentalmente porque no encontraba huecos». Y que incluso hace más sencillo restar, sobre todo, los saques que llegan veloces.Noticias relacionadas estandar No Tenis / Wimbledon Alcaraz, a la caza de Sinner Laura Marta estandar No Tenis / Wimbledon Alcaraz: «A pesar de la derrota, estoy feliz de haber jugado otra final» Laura MartaPor eso, Alcaraz reajustó la mirilla con ese primer golpe que ha ido cambiando desde la pretemporada. Por eso Sinner activó todavía más el ajuste a las líneas, que ya impactaba más cerca que su rival. De media, a 53 centímetros por los 63 del murciano. Ni siquiera ha apelado a los saques al cuerpo (6 %) tanto como el murciano (20 %), tan español este golpe. Dos servicios que miran hacia un mismo objetivo: que sea difícil que los grandes restadores puedan poner la pelota en juego con agresividad y peligro. «Soy buen restador, y puedo neutralizar muchos saques. Pero contra Sinner y Alcaraz si el resto no es muy bueno, tienen un contrarresto muy peligroso. Son los únicos que tienen esa capacidad», admitía Taylor Fritz. «He hecho porcentaje de primeros servicios contra uno de los mejores restadores. Con los nervios ha sido difícil sacar mejor», analizaba el de El Palmar.Pero no todo es trabajo sobre esta superficie. Es clave un aspecto casi intangible que Alcaraz ha sabido exprimir al máximo porque va en su ADN y que Sinner ha tenido que aprender: la magia. Esa a la que apeló el italiano en la final, a disfrazarse del mago Alcaraz y relajar la muñeca para sorprender al rival: subidas a la red, voleas, toque preciso, dulce y venenoso. Después de explotar los mecanismos más fiables sobre la hierba: velocidad, apertura de pista, potencia, una máquina que no falla ni baja las revoluciones, de derecha y de revés; Sinner descubrió necesario ese punto de creatividad, de cambio de alturas, de ritmo, de volea, incluso algún cortado y alguna que otra dejada, que no le había hecho falta nunca… hasta Alcaraz. Es la superficie más complicada de todas, admite el circuito. Se cambia la mecánica, la técnica, la posición, el movimiento. «Es más difícil que el resto porque te hundes, está muy blanda, es complicado moverse porque estás como más pesado. Tienes que jugar mucho más agachado, prácticamente flexionado, porque la bola bota menos. Son ajustes muy difíciles comparados con otras superficies», resume Pato Clavet. Un reto absoluto que también ofrece el juego más artístico, más elástico, más preciso. «Es el tenis más bonito que podemos ver. El movimiento es muy difícil, pero cuando lo consigues es como si volaras», admitía Carlos Alcaraz sobre este verde tan vivo y cambiante, y que logró domar con acierto desde su primera incursión en 2019, con 16 años. Ahora también lo consigue Jannik Sinner, excelso en su planteamiento en Wimbledon porque ha consolidado sus excepcionales cualidades de seriedad, consistencia y potencia, y añadió en la final unos recursos básicos para dominarla por completo: entre el trabajo exhaustivo y el talento, un poco de magia y variedad. «Lo más importante es el movimiento. Si alguien se mueve bien, es un gran jugador de hierba. Así es como veo el tenis desde fuera. Tienes que cubrir mucha más pista, improvisar un poco más en los dos lados. Es un estilo muy distinto el que se ve aquí con respecto a otras superficies», decía recién aterrizado el italiano. Complicadísimo este verde porque las zapatillas de tacos se agarran al suelo e impiden frenar de golpe y salir a buscar la pelota al otro lado. Pero, como Alcaraz, ambos encontraron la clave para desactivar esa trampa: añadir a los pasitos cortos el arte de resbalar. Más común para el murciano, que sorprendió ya en la final de 2023, en la tercera ronda en 2024 y desde Queen’s en este 2025, y que el italiano ha encontrado esta edición. Mejorada la cualidad con trabajo concienzudo en los entrenamientos en el Aorangi Park. Si los rivales pisaban media hora o una hora la pista, él estaba hora y media, incluso el día previo a la final.Así se lo reconocía el murciano, completado su desarrollo en esta superficie en la que le costaba imponer su juego. «Lo he visto moverse de forma increíble. Se está deslizando como si estuviera en tierra batida, y con las dos piernas». Pero no solo han necesitado mejorar esos movimientos para triunfar en el verde, porque aunque se mantienen esos 8 milímetros de altitud, recortadas las pistas cada mañana, se cambiaron las semillas para que aguantara más el césped ante los golpes, los deslizamientos y el calor. Lo que provocó que se ralentizara todo mucho, como advirtieron los jugadores en este torneo. «La hierba está más alta que en Queen’s, y eso hace que la pelota se abra, se desplieguen más los pelitos y se hagan más grandes», explicaba a este periódico Samuel Sánchez, segundo entrenador de Alcaraz. Como resultado, un juego que permite muchos más peloteos desde el fondo, donde Alcaraz se vio superado. «No encontraba cómo hacerle daño, y él estaba jugando mucho mejor que yo. Me he bloqueado mentalmente porque no encontraba huecos». Y que incluso hace más sencillo restar, sobre todo, los saques que llegan veloces.Noticias relacionadas estandar No Tenis / Wimbledon Alcaraz, a la caza de Sinner Laura Marta estandar No Tenis / Wimbledon Alcaraz: «A pesar de la derrota, estoy feliz de haber jugado otra final» Laura MartaPor eso, Alcaraz reajustó la mirilla con ese primer golpe que ha ido cambiando desde la pretemporada. Por eso Sinner activó todavía más el ajuste a las líneas, que ya impactaba más cerca que su rival. De media, a 53 centímetros por los 63 del murciano. Ni siquiera ha apelado a los saques al cuerpo (6 %) tanto como el murciano (20 %), tan español este golpe. Dos servicios que miran hacia un mismo objetivo: que sea difícil que los grandes restadores puedan poner la pelota en juego con agresividad y peligro. «Soy buen restador, y puedo neutralizar muchos saques. Pero contra Sinner y Alcaraz si el resto no es muy bueno, tienen un contrarresto muy peligroso. Son los únicos que tienen esa capacidad», admitía Taylor Fritz. «He hecho porcentaje de primeros servicios contra uno de los mejores restadores. Con los nervios ha sido difícil sacar mejor», analizaba el de El Palmar.Pero no todo es trabajo sobre esta superficie. Es clave un aspecto casi intangible que Alcaraz ha sabido exprimir al máximo porque va en su ADN y que Sinner ha tenido que aprender: la magia. Esa a la que apeló el italiano en la final, a disfrazarse del mago Alcaraz y relajar la muñeca para sorprender al rival: subidas a la red, voleas, toque preciso, dulce y venenoso. Después de explotar los mecanismos más fiables sobre la hierba: velocidad, apertura de pista, potencia, una máquina que no falla ni baja las revoluciones, de derecha y de revés; Sinner descubrió necesario ese punto de creatividad, de cambio de alturas, de ritmo, de volea, incluso algún cortado y alguna que otra dejada, que no le había hecho falta nunca… hasta Alcaraz. Es la superficie más complicada de todas, admite el circuito. Se cambia la mecánica, la técnica, la posición, el movimiento. «Es más difícil que el resto porque te hundes, está muy blanda, es complicado moverse porque estás como más pesado. Tienes que jugar mucho más agachado, prácticamente flexionado, porque la bola bota menos. Son ajustes muy difíciles comparados con otras superficies», resume Pato Clavet. Un reto absoluto que también ofrece el juego más artístico, más elástico, más preciso. «Es el tenis más bonito que podemos ver. El movimiento es muy difícil, pero cuando lo consigues es como si volaras», admitía Carlos Alcaraz sobre este verde tan vivo y cambiante, y que logró domar con acierto desde su primera incursión en 2019, con 16 años. Ahora también lo consigue Jannik Sinner, excelso en su planteamiento en Wimbledon porque ha consolidado sus excepcionales cualidades de seriedad, consistencia y potencia, y añadió en la final unos recursos básicos para dominarla por completo: entre el trabajo exhaustivo y el talento, un poco de magia y variedad. «Lo más importante es el movimiento. Si alguien se mueve bien, es un gran jugador de hierba. Así es como veo el tenis desde fuera. Tienes que cubrir mucha más pista, improvisar un poco más en los dos lados. Es un estilo muy distinto el que se ve aquí con respecto a otras superficies», decía recién aterrizado el italiano. Complicadísimo este verde porque las zapatillas de tacos se agarran al suelo e impiden frenar de golpe y salir a buscar la pelota al otro lado. Pero, como Alcaraz, ambos encontraron la clave para desactivar esa trampa: añadir a los pasitos cortos el arte de resbalar. Más común para el murciano, que sorprendió ya en la final de 2023, en la tercera ronda en 2024 y desde Queen’s en este 2025, y que el italiano ha encontrado esta edición. Mejorada la cualidad con trabajo concienzudo en los entrenamientos en el Aorangi Park. Si los rivales pisaban media hora o una hora la pista, él estaba hora y media, incluso el día previo a la final.Así se lo reconocía el murciano, completado su desarrollo en esta superficie en la que le costaba imponer su juego. «Lo he visto moverse de forma increíble. Se está deslizando como si estuviera en tierra batida, y con las dos piernas». Pero no solo han necesitado mejorar esos movimientos para triunfar en el verde, porque aunque se mantienen esos 8 milímetros de altitud, recortadas las pistas cada mañana, se cambiaron las semillas para que aguantara más el césped ante los golpes, los deslizamientos y el calor. Lo que provocó que se ralentizara todo mucho, como advirtieron los jugadores en este torneo. «La hierba está más alta que en Queen’s, y eso hace que la pelota se abra, se desplieguen más los pelitos y se hagan más grandes», explicaba a este periódico Samuel Sánchez, segundo entrenador de Alcaraz. Como resultado, un juego que permite muchos más peloteos desde el fondo, donde Alcaraz se vio superado. «No encontraba cómo hacerle daño, y él estaba jugando mucho mejor que yo. Me he bloqueado mentalmente porque no encontraba huecos». Y que incluso hace más sencillo restar, sobre todo, los saques que llegan veloces.Noticias relacionadas estandar No Tenis / Wimbledon Alcaraz, a la caza de Sinner Laura Marta estandar No Tenis / Wimbledon Alcaraz: «A pesar de la derrota, estoy feliz de haber jugado otra final» Laura MartaPor eso, Alcaraz reajustó la mirilla con ese primer golpe que ha ido cambiando desde la pretemporada. Por eso Sinner activó todavía más el ajuste a las líneas, que ya impactaba más cerca que su rival. De media, a 53 centímetros por los 63 del murciano. Ni siquiera ha apelado a los saques al cuerpo (6 %) tanto como el murciano (20 %), tan español este golpe. Dos servicios que miran hacia un mismo objetivo: que sea difícil que los grandes restadores puedan poner la pelota en juego con agresividad y peligro. «Soy buen restador, y puedo neutralizar muchos saques. Pero contra Sinner y Alcaraz si el resto no es muy bueno, tienen un contrarresto muy peligroso. Son los únicos que tienen esa capacidad», admitía Taylor Fritz. «He hecho porcentaje de primeros servicios contra uno de los mejores restadores. Con los nervios ha sido difícil sacar mejor», analizaba el de El Palmar.Pero no todo es trabajo sobre esta superficie. Es clave un aspecto casi intangible que Alcaraz ha sabido exprimir al máximo porque va en su ADN y que Sinner ha tenido que aprender: la magia. Esa a la que apeló el italiano en la final, a disfrazarse del mago Alcaraz y relajar la muñeca para sorprender al rival: subidas a la red, voleas, toque preciso, dulce y venenoso. Después de explotar los mecanismos más fiables sobre la hierba: velocidad, apertura de pista, potencia, una máquina que no falla ni baja las revoluciones, de derecha y de revés; Sinner descubrió necesario ese punto de creatividad, de cambio de alturas, de ritmo, de volea, incluso algún cortado y alguna que otra dejada, que no le había hecho falta nunca… hasta Alcaraz. RSS de noticias de deportes
Noticias Similares