El árbitro Guillermo Cuadra Fernández fue triste protagonista con su injusta tarjeta roja al Chimy Ávila en el minuto 34. Justificó su decisión porque consideró que el argentino aplicó lo que en el argot futbolístico se conoce como «tijera», derribando al rival primero con una pierna y acto seguido con la otra , para asegurarse de que cae. Sin embargo, el colegiado erró: la tarjeta amarilla es clara porque Chimy corta un contragolpe , pero la repetición de la jugada deja claro que el delantero bético impacta en Álex Baena una sola vez y sin violencia , lo que excluye la consideración del lance como agresión. Tampoco desde el VAR le instaron a revisar la jugada.¿Cómo se explica un error tan grosero? A veces nuestra mente nos engaña. Un estudio llevado a cabo en Inglaterra demostró que los equipos que vestían uniformes oscuros recibían más tarjetas rojas . Se cree que esto se debe a que inconscientemente vinculamos la agresividad con lo oscuro. En nuestra sociedad, el blanco es el color de la pureza, mientras el negro lo es de lo diabólico. El blanco es el día, la vida; el negro sugiere la noche, la muerte.Otro estudio demostró que los aficionados tildan a los jugadores africanos como más violentos. El colegiado tiene que decidir en milésimas de segundos y su mente emite un juicio erróneo en base a asunciones previas, a veces arbitrarias. Sin duda, Cuadra Fernández, el árbitro del Villarreal-Betis, fue víctima de un engaño de su mente. Porque a la hora de que su cerebro interpretara la falta del Chimy Ávila, pesó más el historial del argentino y su imagen de jugador aguerrido. Sin duda, Ávila juega al límite . Ninguno como él encarna lo que los aficionados llaman un «jugador caliente» . Y es cierto que a veces pierde la cabeza y acomete con dureza al adversario, en ocasiones con una agresividad innecesaria y fuera de lugar. No fue así en la jugada de la tarjeta roja, pero el árbitro decidió en función de la imagen que tiene del combativo atacante, confirmando lo que los antropólogos sociales han demostrado hace tiempo: que en nuestras valoraciones rápidas los prejuicios nos condicionan.La sociología jurídica ha demostrado que los jueces cometen muchos errores cuando el acusado es reincidente. Si el reo ya perpetró un delito en otra ocasión, el juez está predispuesto a considerar que ha vuelto a caer. No es lo mismo enjuiciar a alguien «presuntamente inocente» que a otro que ya ha sido etiquetado anteriormente como «delincuente». El juez del Villarreal – Betis se dejó llevar por los antecedentes del Chimy Ávila. Su mente quiso ver una agresión que nunca ocurrió.Menos justificable es que el VAR no notificara al árbitro que merecía revisar la jugada . Sin duda a los colegiados que siguen el partido en la sala VOR, desde la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, también les pesó el prejuicio contra el Chimy Ávila. Pero, además, lo que resulta verdaderamente reincidente es que, con mucha frecuencia, los colegiados del VAR parecen no querer comunicar al árbitro que revise la jugada si juzgan que la enmienda del colegiado puede resultar en su descrédito . El árbitro no solo sacó tarjera roja, sino que repartió varias amarillas a quienes desde el campo y el banquillo le pedían que revisara la jugada. Se mostró tan tajante e inflexible que probablemente sus colegas del VAR consideraron que quedaría en evidencia si tenía que cambiar su decisión, después de ver la repetición de la falta. La Federación Española de Fútbol dice que el VAR «es uno de los mejores y más modernos del mundo» . Desde luego, la sensación del aficionado es que los árbitros, tanto como los que se ganan un buen sueldo en la sala VOR, dejan mucho que desear. Igual la Federación podía explicarles qué ocurre cuando emitimos un juicio basado en prejuicios. El árbitro Guillermo Cuadra Fernández fue triste protagonista con su injusta tarjeta roja al Chimy Ávila en el minuto 34. Justificó su decisión porque consideró que el argentino aplicó lo que en el argot futbolístico se conoce como «tijera», derribando al rival primero con una pierna y acto seguido con la otra , para asegurarse de que cae. Sin embargo, el colegiado erró: la tarjeta amarilla es clara porque Chimy corta un contragolpe , pero la repetición de la jugada deja claro que el delantero bético impacta en Álex Baena una sola vez y sin violencia , lo que excluye la consideración del lance como agresión. Tampoco desde el VAR le instaron a revisar la jugada.¿Cómo se explica un error tan grosero? A veces nuestra mente nos engaña. Un estudio llevado a cabo en Inglaterra demostró que los equipos que vestían uniformes oscuros recibían más tarjetas rojas . Se cree que esto se debe a que inconscientemente vinculamos la agresividad con lo oscuro. En nuestra sociedad, el blanco es el color de la pureza, mientras el negro lo es de lo diabólico. El blanco es el día, la vida; el negro sugiere la noche, la muerte.Otro estudio demostró que los aficionados tildan a los jugadores africanos como más violentos. El colegiado tiene que decidir en milésimas de segundos y su mente emite un juicio erróneo en base a asunciones previas, a veces arbitrarias. Sin duda, Cuadra Fernández, el árbitro del Villarreal-Betis, fue víctima de un engaño de su mente. Porque a la hora de que su cerebro interpretara la falta del Chimy Ávila, pesó más el historial del argentino y su imagen de jugador aguerrido. Sin duda, Ávila juega al límite . Ninguno como él encarna lo que los aficionados llaman un «jugador caliente» . Y es cierto que a veces pierde la cabeza y acomete con dureza al adversario, en ocasiones con una agresividad innecesaria y fuera de lugar. No fue así en la jugada de la tarjeta roja, pero el árbitro decidió en función de la imagen que tiene del combativo atacante, confirmando lo que los antropólogos sociales han demostrado hace tiempo: que en nuestras valoraciones rápidas los prejuicios nos condicionan.La sociología jurídica ha demostrado que los jueces cometen muchos errores cuando el acusado es reincidente. Si el reo ya perpetró un delito en otra ocasión, el juez está predispuesto a considerar que ha vuelto a caer. No es lo mismo enjuiciar a alguien «presuntamente inocente» que a otro que ya ha sido etiquetado anteriormente como «delincuente». El juez del Villarreal – Betis se dejó llevar por los antecedentes del Chimy Ávila. Su mente quiso ver una agresión que nunca ocurrió.Menos justificable es que el VAR no notificara al árbitro que merecía revisar la jugada . Sin duda a los colegiados que siguen el partido en la sala VOR, desde la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, también les pesó el prejuicio contra el Chimy Ávila. Pero, además, lo que resulta verdaderamente reincidente es que, con mucha frecuencia, los colegiados del VAR parecen no querer comunicar al árbitro que revise la jugada si juzgan que la enmienda del colegiado puede resultar en su descrédito . El árbitro no solo sacó tarjera roja, sino que repartió varias amarillas a quienes desde el campo y el banquillo le pedían que revisara la jugada. Se mostró tan tajante e inflexible que probablemente sus colegas del VAR consideraron que quedaría en evidencia si tenía que cambiar su decisión, después de ver la repetición de la falta. La Federación Española de Fútbol dice que el VAR «es uno de los mejores y más modernos del mundo» . Desde luego, la sensación del aficionado es que los árbitros, tanto como los que se ganan un buen sueldo en la sala VOR, dejan mucho que desear. Igual la Federación podía explicarles qué ocurre cuando emitimos un juicio basado en prejuicios. El árbitro Guillermo Cuadra Fernández fue triste protagonista con su injusta tarjeta roja al Chimy Ávila en el minuto 34. Justificó su decisión porque consideró que el argentino aplicó lo que en el argot futbolístico se conoce como «tijera», derribando al rival primero con una pierna y acto seguido con la otra , para asegurarse de que cae. Sin embargo, el colegiado erró: la tarjeta amarilla es clara porque Chimy corta un contragolpe , pero la repetición de la jugada deja claro que el delantero bético impacta en Álex Baena una sola vez y sin violencia , lo que excluye la consideración del lance como agresión. Tampoco desde el VAR le instaron a revisar la jugada.¿Cómo se explica un error tan grosero? A veces nuestra mente nos engaña. Un estudio llevado a cabo en Inglaterra demostró que los equipos que vestían uniformes oscuros recibían más tarjetas rojas . Se cree que esto se debe a que inconscientemente vinculamos la agresividad con lo oscuro. En nuestra sociedad, el blanco es el color de la pureza, mientras el negro lo es de lo diabólico. El blanco es el día, la vida; el negro sugiere la noche, la muerte.Otro estudio demostró que los aficionados tildan a los jugadores africanos como más violentos. El colegiado tiene que decidir en milésimas de segundos y su mente emite un juicio erróneo en base a asunciones previas, a veces arbitrarias. Sin duda, Cuadra Fernández, el árbitro del Villarreal-Betis, fue víctima de un engaño de su mente. Porque a la hora de que su cerebro interpretara la falta del Chimy Ávila, pesó más el historial del argentino y su imagen de jugador aguerrido. Sin duda, Ávila juega al límite . Ninguno como él encarna lo que los aficionados llaman un «jugador caliente» . Y es cierto que a veces pierde la cabeza y acomete con dureza al adversario, en ocasiones con una agresividad innecesaria y fuera de lugar. No fue así en la jugada de la tarjeta roja, pero el árbitro decidió en función de la imagen que tiene del combativo atacante, confirmando lo que los antropólogos sociales han demostrado hace tiempo: que en nuestras valoraciones rápidas los prejuicios nos condicionan.La sociología jurídica ha demostrado que los jueces cometen muchos errores cuando el acusado es reincidente. Si el reo ya perpetró un delito en otra ocasión, el juez está predispuesto a considerar que ha vuelto a caer. No es lo mismo enjuiciar a alguien «presuntamente inocente» que a otro que ya ha sido etiquetado anteriormente como «delincuente». El juez del Villarreal – Betis se dejó llevar por los antecedentes del Chimy Ávila. Su mente quiso ver una agresión que nunca ocurrió.Menos justificable es que el VAR no notificara al árbitro que merecía revisar la jugada . Sin duda a los colegiados que siguen el partido en la sala VOR, desde la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, también les pesó el prejuicio contra el Chimy Ávila. Pero, además, lo que resulta verdaderamente reincidente es que, con mucha frecuencia, los colegiados del VAR parecen no querer comunicar al árbitro que revise la jugada si juzgan que la enmienda del colegiado puede resultar en su descrédito . El árbitro no solo sacó tarjera roja, sino que repartió varias amarillas a quienes desde el campo y el banquillo le pedían que revisara la jugada. Se mostró tan tajante e inflexible que probablemente sus colegas del VAR consideraron que quedaría en evidencia si tenía que cambiar su decisión, después de ver la repetición de la falta. La Federación Española de Fútbol dice que el VAR «es uno de los mejores y más modernos del mundo» . Desde luego, la sensación del aficionado es que los árbitros, tanto como los que se ganan un buen sueldo en la sala VOR, dejan mucho que desear. Igual la Federación podía explicarles qué ocurre cuando emitimos un juicio basado en prejuicios. RSS de noticias de deportes
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