<p class=»ue-c-article__paragraph»>Es curioso que de <strong>Multiverse Computing </strong>se sepa tan poco. La empresa vasca que dirige <strong>Enrique Lizaso</strong> es líder europea en software cuántico y constituye una de esas piedras angulares en torno a las que un gobierno (y una Unión Europea) colocan paso a paso las piezas de la soberanía tecnológica. Para muestra, un botón: de la ronda de inversión anunciada hace unos días (189 millones de euros, la segunda mayor operación en lo que va de año), la Administración central aporta 58 millones a través de la <strong>SETT (Sociedad Española para la Transformación Tecnológica).</strong><br>Esas cantidades podrían complementarse pronto desde Bruselas, apunta Lizaso, circunstancia que elevaría aún más el monto de una maniobra ligada también a la compleja partida que se juega alrededor de los grandes modelos de lenguaje (LLMs), en manos de compañías estadounidenses y chinas con la excepción de la francesa Mistral. Multiverse es una de las pocas firmas europeas cuyas soluciones permiten diseñar esos modelos desde cero, o comprimirlos y hacerlos más verdes reduciendo a la mitad los costes. «Nuestra técnica permite, en efecto, crear de cero un LLM, pero es imposible competir a nivel internacional sin poner la misma cantidad de dinero», matiza el CEO. Si <strong>Mistral</strong> ha levantado algo más de 1.000 millones de euros, <strong>OpenAI </strong>(propietaria de<strong> ChatGPT</strong>) supera los 52.100.<br>»<strong>Sam Altman </strong>(timonel de OpenAI) comentaba que cada vez que lanzas una pregunta a ChatGPT es como si encendieses una bombilla durante varios minutos. Si gastar una burrada no es una opción, hay que recurrir a tecnologías como la nuestra. El otro reto son los data centers, y Europa recurre por desgracia a los de las empresas americanas. Ahí tiene sentido montar gigafactorías que den independencia a las compañías europeas, aunque surge otro problema: los modelos promovidos dentro de la UE acabarán luchando entre sí».<br>Con sede en San Sebastián, Multiverse cerró 2024 con una facturación de 13,9 millones de euros y unas ventas totales de 20 millones desde el arranque en 2019. Este curso, pronostica Lizaso, los ingresos rondarán los 29. Entre la clientela de la vasca destacan <strong>Mercedes-Benz, Renault, BBVA, CaixaBank, Bank of Canada, Repsol, Iberdrola</strong> y la italiana<strong> Leonardo. </strong>En 2023, la scaleup registró 90 patentes, «más que <strong>Telefónica</strong>», en muchos casos para proteger comercialmente determinados mercados. Además, <strong>CB Insights</strong> incluyó a Multiverse en su listado de las 100 compañías más prometedoras de inteligencia artificial del planeta. El objetivo a medio plazo es ingresar en el selecto club del unicornio (1.000 millones de valoración). Al ritmo de crecimiento actual no parece una meta fantasiosa.<br><strong>CompactifAI </strong>es el compresor de modelos de lenguaje que da sentido a la última ronda de inversión. «Los LLM son muy ineficientes, hay muchas conexiones neuronales que no funcionan. La clave consiste en saber qué conexiones puedes perder y para lograrlo usamos técnicas inspiradas en la computación cuántica», explica Lizaso. Esta herramienta es capaz de tomar entre sus sintéticas manos un LLM open source, comprimirlo un 70% y llevarlo minimización tras minimización hasta transformarse en un «nanomodelo» capaz de funcionar incluso en un iPhone. Desde el punto de vista estratégico, Multiverse tenía dos opciones: podía vender esa herramienta a otros, «un camino peligroso porque la empresa desaparecería casi con toda seguridad», o comercializar más bien esos LLMs ya comprimidos que parten de los modelos base de OpenAI o<strong> Meta</strong> (por citar dos casos). Si la inestabilidad geopolítica aumenta en los próximos años y Europa ya no es amiga ni aliada de Estados Unidos, entonces Multiverse se plantearía también «desarrollar modelos desde cero».<br>Esta jibarización implica casos de uso de todo color, puesto que cualquier organización que explote el modelo original puede ahorrar la mitad «simplemente cambiando de API». Lizaso asegura que otra salida serán los ordenadores portátiles, máquinas que al incorporar el nanomodelo dejan de depender de la nube y sólo se conectan al hermano mayor (LLM) cuando verdaderamente lo necesiten. «Estos nanomodelos caben en el cerebro de una mosca y valen para el coche, para Alexa, para Defensa, un bufete o un hospital que no quiere poner en riesgo la privacidad de sus pacientes».<br>No es baladí el asunto defensivo, contribuyente predominante en la facturación de Multiverse. La eficiencia en el gasto se aplica igualmente en este ámbito, en especial respecto a los drones, que sufren el mismo inconveniente que un LLM: cuando son grandes, resultan carísimos; si son pequeños se las apañan mejor. A un ministerio de Defensa le interesará, en consecuencia, un dron pequeño, barato y con gran autonomía.<br>Pese a que su especialidad es el software cuántico, Multiverse colabora con la mayoría de actores de la parte hardware. Con la francesa <strong>Pasqal,</strong> que ya fabrica ordenadores cuánticos, se han desplegado aplicaciones prácticas de la computación cuántica en sectores industriales, especialmente en el financiero. En mayo, Multiverse se unió a la<strong> IBM Q Network, </strong>obteniendo acceso prioritario a una docena de sus sistemas y a herramientas como <strong>Qiskit</strong> para desarrollar algoritmos cuánticos. Otros aliados de la vasca son <strong>IonQ</strong> e <strong>IQM</strong>. «Cuando lo cuántico llegue de verdad, la ruptura con el pasado será brutal», dice Enrique Lizaso. Todo parece indicar que Multiverse Computing estará ahí cuando se produzca el movimiento tectónico. </p>
La vasca Multiverse domina el escenario europeo del software cuántico y es una de las piezas clave para lograr la ansiada soberanía tecnológica auspiciada desde Bruselas. Hace días cerró la segunda ronda de inversión más grande del año en España (189 millones).
<p class=»ue-c-article__paragraph»>Es curioso que de <strong>Multiverse Computing </strong>se sepa tan poco. La empresa vasca que dirige <strong>Enrique Lizaso</strong> es líder europea en software cuántico y constituye una de esas piedras angulares en torno a las que un gobierno (y una Unión Europea) colocan paso a paso las piezas de la soberanía tecnológica. Para muestra, un botón: de la ronda de inversión anunciada hace unos días (189 millones de euros, la segunda mayor operación en lo que va de año), la Administración central aporta 58 millones a través de la <strong>SETT (Sociedad Española para la Transformación Tecnológica).</strong><br>Esas cantidades podrían complementarse pronto desde Bruselas, apunta Lizaso, circunstancia que elevaría aún más el monto de una maniobra ligada también a la compleja partida que se juega alrededor de los grandes modelos de lenguaje (LLMs), en manos de compañías estadounidenses y chinas con la excepción de la francesa Mistral. Multiverse es una de las pocas firmas europeas cuyas soluciones permiten diseñar esos modelos desde cero, o comprimirlos y hacerlos más verdes reduciendo a la mitad los costes. «Nuestra técnica permite, en efecto, crear de cero un LLM, pero es imposible competir a nivel internacional sin poner la misma cantidad de dinero», matiza el CEO. Si <strong>Mistral</strong> ha levantado algo más de 1.000 millones de euros, <strong>OpenAI </strong>(propietaria de<strong> ChatGPT</strong>) supera los 52.100.<br>»<strong>Sam Altman </strong>(timonel de OpenAI) comentaba que cada vez que lanzas una pregunta a ChatGPT es como si encendieses una bombilla durante varios minutos. Si gastar una burrada no es una opción, hay que recurrir a tecnologías como la nuestra. El otro reto son los data centers, y Europa recurre por desgracia a los de las empresas americanas. Ahí tiene sentido montar gigafactorías que den independencia a las compañías europeas, aunque surge otro problema: los modelos promovidos dentro de la UE acabarán luchando entre sí».<br>Con sede en San Sebastián, Multiverse cerró 2024 con una facturación de 13,9 millones de euros y unas ventas totales de 20 millones desde el arranque en 2019. Este curso, pronostica Lizaso, los ingresos rondarán los 29. Entre la clientela de la vasca destacan <strong>Mercedes-Benz, Renault, BBVA, CaixaBank, Bank of Canada, Repsol, Iberdrola</strong> y la italiana<strong> Leonardo. </strong>En 2023, la scaleup registró 90 patentes, «más que <strong>Telefónica</strong>», en muchos casos para proteger comercialmente determinados mercados. Además, <strong>CB Insights</strong> incluyó a Multiverse en su listado de las 100 compañías más prometedoras de inteligencia artificial del planeta. El objetivo a medio plazo es ingresar en el selecto club del unicornio (1.000 millones de valoración). Al ritmo de crecimiento actual no parece una meta fantasiosa.<br><strong>CompactifAI </strong>es el compresor de modelos de lenguaje que da sentido a la última ronda de inversión. «Los LLM son muy ineficientes, hay muchas conexiones neuronales que no funcionan. La clave consiste en saber qué conexiones puedes perder y para lograrlo usamos técnicas inspiradas en la computación cuántica», explica Lizaso. Esta herramienta es capaz de tomar entre sus sintéticas manos un LLM open source, comprimirlo un 70% y llevarlo minimización tras minimización hasta transformarse en un «nanomodelo» capaz de funcionar incluso en un iPhone. Desde el punto de vista estratégico, Multiverse tenía dos opciones: podía vender esa herramienta a otros, «un camino peligroso porque la empresa desaparecería casi con toda seguridad», o comercializar más bien esos LLMs ya comprimidos que parten de los modelos base de OpenAI o<strong> Meta</strong> (por citar dos casos). Si la inestabilidad geopolítica aumenta en los próximos años y Europa ya no es amiga ni aliada de Estados Unidos, entonces Multiverse se plantearía también «desarrollar modelos desde cero».<br>Esta jibarización implica casos de uso de todo color, puesto que cualquier organización que explote el modelo original puede ahorrar la mitad «simplemente cambiando de API». Lizaso asegura que otra salida serán los ordenadores portátiles, máquinas que al incorporar el nanomodelo dejan de depender de la nube y sólo se conectan al hermano mayor (LLM) cuando verdaderamente lo necesiten. «Estos nanomodelos caben en el cerebro de una mosca y valen para el coche, para Alexa, para Defensa, un bufete o un hospital que no quiere poner en riesgo la privacidad de sus pacientes».<br>No es baladí el asunto defensivo, contribuyente predominante en la facturación de Multiverse. La eficiencia en el gasto se aplica igualmente en este ámbito, en especial respecto a los drones, que sufren el mismo inconveniente que un LLM: cuando son grandes, resultan carísimos; si son pequeños se las apañan mejor. A un ministerio de Defensa le interesará, en consecuencia, un dron pequeño, barato y con gran autonomía.<br>Pese a que su especialidad es el software cuántico, Multiverse colabora con la mayoría de actores de la parte hardware. Con la francesa <strong>Pasqal,</strong> que ya fabrica ordenadores cuánticos, se han desplegado aplicaciones prácticas de la computación cuántica en sectores industriales, especialmente en el financiero. En mayo, Multiverse se unió a la<strong> IBM Q Network, </strong>obteniendo acceso prioritario a una docena de sus sistemas y a herramientas como <strong>Qiskit</strong> para desarrollar algoritmos cuánticos. Otros aliados de la vasca son <strong>IonQ</strong> e <strong>IQM</strong>. «Cuando lo cuántico llegue de verdad, la ruptura con el pasado será brutal», dice Enrique Lizaso. Todo parece indicar que Multiverse Computing estará ahí cuando se produzca el movimiento tectónico. </p>
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