Cuando en el organigrama de una empresa privada, que no en la pública, donde mandan las veleidades políticas, las cosas no funcionan, se impone el cambio. Pero, ¿quién echa a los incompetentes que en su diría firmaron al incompetente? Víctor Orta , ya una escueta línea a pie de página en la historia del Sevilla F.C. , ha sido puesto en la calle por los patronos que en su día lo firmaron como bombero encargado de apagar los incendios provocados por sus piromanías. No servía para eso y terminó siendo un montón de cenizas.En esa huida hacia delante emprendida por el consejo de administración del club, se apuesta ahora por otro director deportivo. Es de esperar que, por la experiencia que aporta, los contactos que tiene y el buen ojo que gasta, lo dejen hacer. Se impone un cordón sanitario que proteja el área deportiva de los desmanes de los gestores y sus asesores de pacotilla. Antonio Cordón Ruiz tiene medio camino hecho con su apellido, pero tendrá ahora que aportar sus conocimientos para aislar al enfermo de quienes lo han metido en la UCI y puesto con medio pie en el tanatorio. Habría que preguntarle si tiene firmada plena autonomía porque, como el anterior, tendrá que proveerse el solito del agua y del traje ignífugo que lo protejan de las llamas. Con asegurarse de que no echen más gasolina al fuego puede darse por satisfecho.Me parece un acierto su fichaje. Con dinero ( Mónaco y el servicio de fondos de inversión) y sin dinero ( Villarreal y Real Betis ) su palabra fue la ley y ha salido airoso de todos los sitios. Bien es verdad que rendimientos pasados no garantizan los futuros, pero resulta evidente su conocimiento del mercado y la eficacia en la organización, funcionamiento e impronta a implementar en las áreas deportivas de los clubes.También recibe una herencia envenenada de su antecesor y que se suma a la que hipotecó a este, por mucho blanqueamiento que se haya hecho de ella. En su currículum no figura milagro alguno, pero el riesgo que acepta al integrarse en esa casa de locos que es el club sevillista le acerca a la santidad. Cuando en el organigrama de una empresa privada, que no en la pública, donde mandan las veleidades políticas, las cosas no funcionan, se impone el cambio. Pero, ¿quién echa a los incompetentes que en su diría firmaron al incompetente? Víctor Orta , ya una escueta línea a pie de página en la historia del Sevilla F.C. , ha sido puesto en la calle por los patronos que en su día lo firmaron como bombero encargado de apagar los incendios provocados por sus piromanías. No servía para eso y terminó siendo un montón de cenizas.En esa huida hacia delante emprendida por el consejo de administración del club, se apuesta ahora por otro director deportivo. Es de esperar que, por la experiencia que aporta, los contactos que tiene y el buen ojo que gasta, lo dejen hacer. Se impone un cordón sanitario que proteja el área deportiva de los desmanes de los gestores y sus asesores de pacotilla. Antonio Cordón Ruiz tiene medio camino hecho con su apellido, pero tendrá ahora que aportar sus conocimientos para aislar al enfermo de quienes lo han metido en la UCI y puesto con medio pie en el tanatorio. Habría que preguntarle si tiene firmada plena autonomía porque, como el anterior, tendrá que proveerse el solito del agua y del traje ignífugo que lo protejan de las llamas. Con asegurarse de que no echen más gasolina al fuego puede darse por satisfecho.Me parece un acierto su fichaje. Con dinero ( Mónaco y el servicio de fondos de inversión) y sin dinero ( Villarreal y Real Betis ) su palabra fue la ley y ha salido airoso de todos los sitios. Bien es verdad que rendimientos pasados no garantizan los futuros, pero resulta evidente su conocimiento del mercado y la eficacia en la organización, funcionamiento e impronta a implementar en las áreas deportivas de los clubes.También recibe una herencia envenenada de su antecesor y que se suma a la que hipotecó a este, por mucho blanqueamiento que se haya hecho de ella. En su currículum no figura milagro alguno, pero el riesgo que acepta al integrarse en esa casa de locos que es el club sevillista le acerca a la santidad. Cuando en el organigrama de una empresa privada, que no en la pública, donde mandan las veleidades políticas, las cosas no funcionan, se impone el cambio. Pero, ¿quién echa a los incompetentes que en su diría firmaron al incompetente? Víctor Orta , ya una escueta línea a pie de página en la historia del Sevilla F.C. , ha sido puesto en la calle por los patronos que en su día lo firmaron como bombero encargado de apagar los incendios provocados por sus piromanías. No servía para eso y terminó siendo un montón de cenizas.En esa huida hacia delante emprendida por el consejo de administración del club, se apuesta ahora por otro director deportivo. Es de esperar que, por la experiencia que aporta, los contactos que tiene y el buen ojo que gasta, lo dejen hacer. Se impone un cordón sanitario que proteja el área deportiva de los desmanes de los gestores y sus asesores de pacotilla. Antonio Cordón Ruiz tiene medio camino hecho con su apellido, pero tendrá ahora que aportar sus conocimientos para aislar al enfermo de quienes lo han metido en la UCI y puesto con medio pie en el tanatorio. Habría que preguntarle si tiene firmada plena autonomía porque, como el anterior, tendrá que proveerse el solito del agua y del traje ignífugo que lo protejan de las llamas. Con asegurarse de que no echen más gasolina al fuego puede darse por satisfecho.Me parece un acierto su fichaje. Con dinero ( Mónaco y el servicio de fondos de inversión) y sin dinero ( Villarreal y Real Betis ) su palabra fue la ley y ha salido airoso de todos los sitios. Bien es verdad que rendimientos pasados no garantizan los futuros, pero resulta evidente su conocimiento del mercado y la eficacia en la organización, funcionamiento e impronta a implementar en las áreas deportivas de los clubes.También recibe una herencia envenenada de su antecesor y que se suma a la que hipotecó a este, por mucho blanqueamiento que se haya hecho de ella. En su currículum no figura milagro alguno, pero el riesgo que acepta al integrarse en esa casa de locos que es el club sevillista le acerca a la santidad. 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