Carles Soldevila entrevista a Josep Pla para el semanario D’Ací i d’Allà. Junio de 1925, un mes después de su debut editorial con ‘Coses vistes’ (Cosas vistas) en la editorial Diana. La primera respuesta desprende una falsa modestia muy ampurdanesa: «Probablemente, mi libro no agradará a nadie. No sabría cómo definirlo. Es un libro de memorias, si queréis; de memorias, sin importancia». Soldevila añade una nota a pie de página: «El pesimismo de Pla en este punto ha resultado injustificadísimo. Su libro, agotado en ocho días, ha sido uno de los éxitos editoriales». En pocos meses se hicieron dos ediciones de ‘Coses vistes’; un total de tres mil ejemplares hasta que las ventas se truncaron cuando la editorial se fue al garete. El libro, que en 1949 reeditó la editorial Selecta con el mismo título, no era el original de 1925: una versión «reescrita en muchos capítulos y, sobre todo, reducida solo a las partes narrativas, sin el intermezzo de la cocina ni tampoco los retratos», señala Xavier Pla. Maria-Arboç Terrades, al cuidado de la reedición de ‘Coses vistes’ cien años después, subraya el éxito unánime -lectores y crítica- del primer título de Pla. Josep Carner propuso organizar una fiesta por «esta exhibición de conjunto de un moderno y viviente y formidable escritor» ; propuso saludar el acontecimiento con veintiún cañonazos. «El impacto de ‘Coses vistes’ sobre los lectores catalanes de antes de la guerra debió ser inmenso», apunta la editora. En la entrevista con Soldevila, Pla vindicaba el periodismo, oficio sanguinario, que le permitía describir lo que veía; en este caso, episodios vividos, la mejor sustancia novelesca. Incluso el apartado de ‘Coses vistes’ titulado ‘Capítulos de novela’ se nutre de la experiencia autobiográfica.«Hemos tenido la suerte de poder consultar el manuscrito original de ‘Coses vistes’ que se conserva en el Mas Pla, gracias a la copia digital que nos ha facilitado la Fundació Josep Pla», explica Maria-Arboç Terrades. Esta reedición de Destino cuenta con un apéndice en el que Jordi Cornudella confirma la procedencia periodística mayoritaria de los capítulos de ‘Coses vistes’; de las cuarenta y ocho piezas, catorce se escribieron en castellano: entre 1920 y 1925, Pla pasó por Las Noticias y La Publicidad. «Que la mayoría de textos había aparecido previamente en la prensa es un hecho, pero la comparación de cualquiera de los artículos con el texto correspondiente del libro demuestra que Pla no se limitó a copiarlos (y a traducirlos del castellano al catalán los que habían aparecido en La Publicidad antes de que el diario se catalanizara en octubre de 1922) en mayor o menor medida, lo que hizo Pla fue una tarea de reescritura », advierte Cornudella. El libro comenzó a gestarse en 1923, ya con Pla en Berlín. Pidió a su hermano Pere y a sus amigos Lluís Llimona y Alexandre Plana que le hicieran llegar los recortes de sus artículos en la prensa: «Hizo una selección y los reescribió en catalán. También sabemos que en aquel momento había comenzado una novela que iba a titular ‘Berlín-W’ o ‘Berlín-Oest’, y que uno de los subtítulos que tenía anotados era ‘Coses vistes’», observa Cornudella.Tras este debut editorial agridulce, éxito editorial, fiasco económico al quedarse sin el sello que hizo posible la publicación de ‘Coses vistes’, Pla no paró de publicar. Aquel 1925 dio a la imprenta el viaje a Rusia, ‘Llanterna màgica’ (Linterna mágica) y ‘Relacions’. Y en 1928 publicaba ‘Cartes de lluny’ (Cartas de lejos), preparaba el dietario de Madrid y contemplaba una edición definitiva de ‘Coses vistes’ de la que nunca más se supo. El título del primer libro pasó años después «a designar, entre 1949 y 1954, toda una parte de la obra de Pla, variada y extensa», acota Cornudella. Otra parte de los capítulos de ‘Coses vistes’ se distribuyeron en la Obra Completa que lanzó Josep Vergés: «El primer volumen, ‘El quadern gris’ (1966), que son unas memorias de adolescencia y juventud dispuestas en forma de dietario, incluye muchos de los textos de ‘Coses vistes’ de 1925 (todos ellos retomados de las series de ‘Coses vistes’ de 1949-1954), y la práctica totalidad de los ‘Primeros escritos’ de 1956», añade. La proyección posterior de aquel primer título demuestra que la falsa modestia de Pla al referirse a obra, como su reiterada voluntad de «no hacer nada, pasar el rato con un cigarrillo en los labios viendo volar a los pájaros», eran máscaras de una vida hecha grafomanía. Carles Soldevila entrevista a Josep Pla para el semanario D’Ací i d’Allà. Junio de 1925, un mes después de su debut editorial con ‘Coses vistes’ (Cosas vistas) en la editorial Diana. La primera respuesta desprende una falsa modestia muy ampurdanesa: «Probablemente, mi libro no agradará a nadie. No sabría cómo definirlo. Es un libro de memorias, si queréis; de memorias, sin importancia». Soldevila añade una nota a pie de página: «El pesimismo de Pla en este punto ha resultado injustificadísimo. Su libro, agotado en ocho días, ha sido uno de los éxitos editoriales». En pocos meses se hicieron dos ediciones de ‘Coses vistes’; un total de tres mil ejemplares hasta que las ventas se truncaron cuando la editorial se fue al garete. El libro, que en 1949 reeditó la editorial Selecta con el mismo título, no era el original de 1925: una versión «reescrita en muchos capítulos y, sobre todo, reducida solo a las partes narrativas, sin el intermezzo de la cocina ni tampoco los retratos», señala Xavier Pla. Maria-Arboç Terrades, al cuidado de la reedición de ‘Coses vistes’ cien años después, subraya el éxito unánime -lectores y crítica- del primer título de Pla. Josep Carner propuso organizar una fiesta por «esta exhibición de conjunto de un moderno y viviente y formidable escritor» ; propuso saludar el acontecimiento con veintiún cañonazos. «El impacto de ‘Coses vistes’ sobre los lectores catalanes de antes de la guerra debió ser inmenso», apunta la editora. En la entrevista con Soldevila, Pla vindicaba el periodismo, oficio sanguinario, que le permitía describir lo que veía; en este caso, episodios vividos, la mejor sustancia novelesca. Incluso el apartado de ‘Coses vistes’ titulado ‘Capítulos de novela’ se nutre de la experiencia autobiográfica.«Hemos tenido la suerte de poder consultar el manuscrito original de ‘Coses vistes’ que se conserva en el Mas Pla, gracias a la copia digital que nos ha facilitado la Fundació Josep Pla», explica Maria-Arboç Terrades. Esta reedición de Destino cuenta con un apéndice en el que Jordi Cornudella confirma la procedencia periodística mayoritaria de los capítulos de ‘Coses vistes’; de las cuarenta y ocho piezas, catorce se escribieron en castellano: entre 1920 y 1925, Pla pasó por Las Noticias y La Publicidad. «Que la mayoría de textos había aparecido previamente en la prensa es un hecho, pero la comparación de cualquiera de los artículos con el texto correspondiente del libro demuestra que Pla no se limitó a copiarlos (y a traducirlos del castellano al catalán los que habían aparecido en La Publicidad antes de que el diario se catalanizara en octubre de 1922) en mayor o menor medida, lo que hizo Pla fue una tarea de reescritura », advierte Cornudella. El libro comenzó a gestarse en 1923, ya con Pla en Berlín. Pidió a su hermano Pere y a sus amigos Lluís Llimona y Alexandre Plana que le hicieran llegar los recortes de sus artículos en la prensa: «Hizo una selección y los reescribió en catalán. También sabemos que en aquel momento había comenzado una novela que iba a titular ‘Berlín-W’ o ‘Berlín-Oest’, y que uno de los subtítulos que tenía anotados era ‘Coses vistes’», observa Cornudella.Tras este debut editorial agridulce, éxito editorial, fiasco económico al quedarse sin el sello que hizo posible la publicación de ‘Coses vistes’, Pla no paró de publicar. Aquel 1925 dio a la imprenta el viaje a Rusia, ‘Llanterna màgica’ (Linterna mágica) y ‘Relacions’. Y en 1928 publicaba ‘Cartes de lluny’ (Cartas de lejos), preparaba el dietario de Madrid y contemplaba una edición definitiva de ‘Coses vistes’ de la que nunca más se supo. El título del primer libro pasó años después «a designar, entre 1949 y 1954, toda una parte de la obra de Pla, variada y extensa», acota Cornudella. Otra parte de los capítulos de ‘Coses vistes’ se distribuyeron en la Obra Completa que lanzó Josep Vergés: «El primer volumen, ‘El quadern gris’ (1966), que son unas memorias de adolescencia y juventud dispuestas en forma de dietario, incluye muchos de los textos de ‘Coses vistes’ de 1925 (todos ellos retomados de las series de ‘Coses vistes’ de 1949-1954), y la práctica totalidad de los ‘Primeros escritos’ de 1956», añade. La proyección posterior de aquel primer título demuestra que la falsa modestia de Pla al referirse a obra, como su reiterada voluntad de «no hacer nada, pasar el rato con un cigarrillo en los labios viendo volar a los pájaros», eran máscaras de una vida hecha grafomanía. Carles Soldevila entrevista a Josep Pla para el semanario D’Ací i d’Allà. Junio de 1925, un mes después de su debut editorial con ‘Coses vistes’ (Cosas vistas) en la editorial Diana. La primera respuesta desprende una falsa modestia muy ampurdanesa: «Probablemente, mi libro no agradará a nadie. No sabría cómo definirlo. Es un libro de memorias, si queréis; de memorias, sin importancia». Soldevila añade una nota a pie de página: «El pesimismo de Pla en este punto ha resultado injustificadísimo. Su libro, agotado en ocho días, ha sido uno de los éxitos editoriales». En pocos meses se hicieron dos ediciones de ‘Coses vistes’; un total de tres mil ejemplares hasta que las ventas se truncaron cuando la editorial se fue al garete. El libro, que en 1949 reeditó la editorial Selecta con el mismo título, no era el original de 1925: una versión «reescrita en muchos capítulos y, sobre todo, reducida solo a las partes narrativas, sin el intermezzo de la cocina ni tampoco los retratos», señala Xavier Pla. Maria-Arboç Terrades, al cuidado de la reedición de ‘Coses vistes’ cien años después, subraya el éxito unánime -lectores y crítica- del primer título de Pla. Josep Carner propuso organizar una fiesta por «esta exhibición de conjunto de un moderno y viviente y formidable escritor» ; propuso saludar el acontecimiento con veintiún cañonazos. «El impacto de ‘Coses vistes’ sobre los lectores catalanes de antes de la guerra debió ser inmenso», apunta la editora. En la entrevista con Soldevila, Pla vindicaba el periodismo, oficio sanguinario, que le permitía describir lo que veía; en este caso, episodios vividos, la mejor sustancia novelesca. Incluso el apartado de ‘Coses vistes’ titulado ‘Capítulos de novela’ se nutre de la experiencia autobiográfica.«Hemos tenido la suerte de poder consultar el manuscrito original de ‘Coses vistes’ que se conserva en el Mas Pla, gracias a la copia digital que nos ha facilitado la Fundació Josep Pla», explica Maria-Arboç Terrades. Esta reedición de Destino cuenta con un apéndice en el que Jordi Cornudella confirma la procedencia periodística mayoritaria de los capítulos de ‘Coses vistes’; de las cuarenta y ocho piezas, catorce se escribieron en castellano: entre 1920 y 1925, Pla pasó por Las Noticias y La Publicidad. «Que la mayoría de textos había aparecido previamente en la prensa es un hecho, pero la comparación de cualquiera de los artículos con el texto correspondiente del libro demuestra que Pla no se limitó a copiarlos (y a traducirlos del castellano al catalán los que habían aparecido en La Publicidad antes de que el diario se catalanizara en octubre de 1922) en mayor o menor medida, lo que hizo Pla fue una tarea de reescritura », advierte Cornudella. El libro comenzó a gestarse en 1923, ya con Pla en Berlín. Pidió a su hermano Pere y a sus amigos Lluís Llimona y Alexandre Plana que le hicieran llegar los recortes de sus artículos en la prensa: «Hizo una selección y los reescribió en catalán. También sabemos que en aquel momento había comenzado una novela que iba a titular ‘Berlín-W’ o ‘Berlín-Oest’, y que uno de los subtítulos que tenía anotados era ‘Coses vistes’», observa Cornudella.Tras este debut editorial agridulce, éxito editorial, fiasco económico al quedarse sin el sello que hizo posible la publicación de ‘Coses vistes’, Pla no paró de publicar. Aquel 1925 dio a la imprenta el viaje a Rusia, ‘Llanterna màgica’ (Linterna mágica) y ‘Relacions’. Y en 1928 publicaba ‘Cartes de lluny’ (Cartas de lejos), preparaba el dietario de Madrid y contemplaba una edición definitiva de ‘Coses vistes’ de la que nunca más se supo. El título del primer libro pasó años después «a designar, entre 1949 y 1954, toda una parte de la obra de Pla, variada y extensa», acota Cornudella. Otra parte de los capítulos de ‘Coses vistes’ se distribuyeron en la Obra Completa que lanzó Josep Vergés: «El primer volumen, ‘El quadern gris’ (1966), que son unas memorias de adolescencia y juventud dispuestas en forma de dietario, incluye muchos de los textos de ‘Coses vistes’ de 1925 (todos ellos retomados de las series de ‘Coses vistes’ de 1949-1954), y la práctica totalidad de los ‘Primeros escritos’ de 1956», añade. La proyección posterior de aquel primer título demuestra que la falsa modestia de Pla al referirse a obra, como su reiterada voluntad de «no hacer nada, pasar el rato con un cigarrillo en los labios viendo volar a los pájaros», eran máscaras de una vida hecha grafomanía. RSS de noticias de cultura
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