En 1926 vio la luz uno de los títulos más emblemáticos de Agatha Christie, ‘El asesinato de Roger Ackroyd’. La razón de que esta intriga se haya consolidado como una obra de referencia en la extensísima bibliografía de la autora es el punto de vista desde el que nos cuenta la historia, el de un narrador poco fiable; una voz literaria que con la novela de Christie terminó de irrumpir en la ficción criminal y no tardó en convertirse en uno de los recursos más socorridos para los escritores de misterio. Lo que muy pocos tienen en cuenta es que, cinco años antes de que ‘El asesinato de Roger Ackroyd’ saliera a la venta y casi en la otra punta del planeta, el ecléctico y eterno candidato al Premio Nobel Junichiro Tanizaki (Tokio, 1886 – Kanagawa, 1965) había publicado su relato ‘El ladrón’, una miniatura perfecta donde la técnica que Christie hizo famosa se utilizaba ya de forma magistral.RELATOS ‘Cuatro casos criminales’ Autor Junichiro Tanizaki Editorial Satori Año 2025 Páginas 225 Precio 22 euros 5 Incluido en un par de antologías del genio japonés, ‘El ladrón’ no siempre resultaba fácil de encontrar en las librerías españolas, hasta que, afortunadamente, hace unas pocas semanas, la editorial Satori ha resuelto el problema con el lanzamiento de la recopilación ‘Cuatro casos criminales’, que incluye, junto a ‘El ladrón’, ‘El caso del baño Yanagi’, ‘Por el camino’ y ‘Diablos a la luz del día’, tramas que no solo comparten un sesgo perverso, sino también una calidad literaria sobresaliente.Con un bienvenido prólogo de Marta Marne como inmejorable puerta de entrada al universo del Tanizaki, ‘Cuatro casos criminales’ puede valorarse en su conjunto por dos razones fundamentales. La primera de ellas es la originalidad de las situaciones escogidas como punto de partida de la acción, planteamientos que rozan lo insólito pero que, en las manos adecuadas, se consolidan en su desarrollo y despliegan un atractivo paradójicamente aterrador, grotesco y casi magnético ante el lector, que se sorprenderá con la descripción de los límites de la mente humana, a veces racional y calculadora, a veces desbaratada y anárquica, pero en todos los casos capaz de llegar al crimen sin importar el trayecto elegido para cometerlo, ya sea la frialdad o la locura.Atractivo paradójicamente aterrador, grotesco y casi magnético ante el lector, que se sorprenderá con la descripción de los límites de la mente humanaLa segunda razón que hace de este libro una parada ineludible para los adictos a la oscuridad es lo representativo que resulta a la hora de acercarse al extenso y complejo universo de su autor. Tanizaki es un ejemplo de manual de algo que muy pocas veces pasa y para lo que tenemos una manida expresión: «mirar diferente» y desprenderse de lo superfluo que siempre lastra el contexto. Así es como, sin importar el abismo entre oriente y occidente, ni el salto temporal de un siglo que nos separa del momento de su escritura, Cuatro casos criminales, con su estética sobria y, sin embargo, salpicada en los momentos adecuados de una luz sórdida, que chirría, es una excepcional radiografía de la sombra y contiene el germen de algunas voces posteriores, que tampoco podemos dejar pasar, como la de Ryū Murakami (Nagasaki, 1952) o Hideo Yokoyama (Tokio, 1957). En 1926 vio la luz uno de los títulos más emblemáticos de Agatha Christie, ‘El asesinato de Roger Ackroyd’. La razón de que esta intriga se haya consolidado como una obra de referencia en la extensísima bibliografía de la autora es el punto de vista desde el que nos cuenta la historia, el de un narrador poco fiable; una voz literaria que con la novela de Christie terminó de irrumpir en la ficción criminal y no tardó en convertirse en uno de los recursos más socorridos para los escritores de misterio. Lo que muy pocos tienen en cuenta es que, cinco años antes de que ‘El asesinato de Roger Ackroyd’ saliera a la venta y casi en la otra punta del planeta, el ecléctico y eterno candidato al Premio Nobel Junichiro Tanizaki (Tokio, 1886 – Kanagawa, 1965) había publicado su relato ‘El ladrón’, una miniatura perfecta donde la técnica que Christie hizo famosa se utilizaba ya de forma magistral.RELATOS ‘Cuatro casos criminales’ Autor Junichiro Tanizaki Editorial Satori Año 2025 Páginas 225 Precio 22 euros 5 Incluido en un par de antologías del genio japonés, ‘El ladrón’ no siempre resultaba fácil de encontrar en las librerías españolas, hasta que, afortunadamente, hace unas pocas semanas, la editorial Satori ha resuelto el problema con el lanzamiento de la recopilación ‘Cuatro casos criminales’, que incluye, junto a ‘El ladrón’, ‘El caso del baño Yanagi’, ‘Por el camino’ y ‘Diablos a la luz del día’, tramas que no solo comparten un sesgo perverso, sino también una calidad literaria sobresaliente.Con un bienvenido prólogo de Marta Marne como inmejorable puerta de entrada al universo del Tanizaki, ‘Cuatro casos criminales’ puede valorarse en su conjunto por dos razones fundamentales. La primera de ellas es la originalidad de las situaciones escogidas como punto de partida de la acción, planteamientos que rozan lo insólito pero que, en las manos adecuadas, se consolidan en su desarrollo y despliegan un atractivo paradójicamente aterrador, grotesco y casi magnético ante el lector, que se sorprenderá con la descripción de los límites de la mente humana, a veces racional y calculadora, a veces desbaratada y anárquica, pero en todos los casos capaz de llegar al crimen sin importar el trayecto elegido para cometerlo, ya sea la frialdad o la locura.Atractivo paradójicamente aterrador, grotesco y casi magnético ante el lector, que se sorprenderá con la descripción de los límites de la mente humanaLa segunda razón que hace de este libro una parada ineludible para los adictos a la oscuridad es lo representativo que resulta a la hora de acercarse al extenso y complejo universo de su autor. Tanizaki es un ejemplo de manual de algo que muy pocas veces pasa y para lo que tenemos una manida expresión: «mirar diferente» y desprenderse de lo superfluo que siempre lastra el contexto. Así es como, sin importar el abismo entre oriente y occidente, ni el salto temporal de un siglo que nos separa del momento de su escritura, Cuatro casos criminales, con su estética sobria y, sin embargo, salpicada en los momentos adecuados de una luz sórdida, que chirría, es una excepcional radiografía de la sombra y contiene el germen de algunas voces posteriores, que tampoco podemos dejar pasar, como la de Ryū Murakami (Nagasaki, 1952) o Hideo Yokoyama (Tokio, 1957). En 1926 vio la luz uno de los títulos más emblemáticos de Agatha Christie, ‘El asesinato de Roger Ackroyd’. La razón de que esta intriga se haya consolidado como una obra de referencia en la extensísima bibliografía de la autora es el punto de vista desde el que nos cuenta la historia, el de un narrador poco fiable; una voz literaria que con la novela de Christie terminó de irrumpir en la ficción criminal y no tardó en convertirse en uno de los recursos más socorridos para los escritores de misterio. Lo que muy pocos tienen en cuenta es que, cinco años antes de que ‘El asesinato de Roger Ackroyd’ saliera a la venta y casi en la otra punta del planeta, el ecléctico y eterno candidato al Premio Nobel Junichiro Tanizaki (Tokio, 1886 – Kanagawa, 1965) había publicado su relato ‘El ladrón’, una miniatura perfecta donde la técnica que Christie hizo famosa se utilizaba ya de forma magistral.RELATOS ‘Cuatro casos criminales’ Autor Junichiro Tanizaki Editorial Satori Año 2025 Páginas 225 Precio 22 euros 5 Incluido en un par de antologías del genio japonés, ‘El ladrón’ no siempre resultaba fácil de encontrar en las librerías españolas, hasta que, afortunadamente, hace unas pocas semanas, la editorial Satori ha resuelto el problema con el lanzamiento de la recopilación ‘Cuatro casos criminales’, que incluye, junto a ‘El ladrón’, ‘El caso del baño Yanagi’, ‘Por el camino’ y ‘Diablos a la luz del día’, tramas que no solo comparten un sesgo perverso, sino también una calidad literaria sobresaliente.Con un bienvenido prólogo de Marta Marne como inmejorable puerta de entrada al universo del Tanizaki, ‘Cuatro casos criminales’ puede valorarse en su conjunto por dos razones fundamentales. La primera de ellas es la originalidad de las situaciones escogidas como punto de partida de la acción, planteamientos que rozan lo insólito pero que, en las manos adecuadas, se consolidan en su desarrollo y despliegan un atractivo paradójicamente aterrador, grotesco y casi magnético ante el lector, que se sorprenderá con la descripción de los límites de la mente humana, a veces racional y calculadora, a veces desbaratada y anárquica, pero en todos los casos capaz de llegar al crimen sin importar el trayecto elegido para cometerlo, ya sea la frialdad o la locura.Atractivo paradójicamente aterrador, grotesco y casi magnético ante el lector, que se sorprenderá con la descripción de los límites de la mente humanaLa segunda razón que hace de este libro una parada ineludible para los adictos a la oscuridad es lo representativo que resulta a la hora de acercarse al extenso y complejo universo de su autor. Tanizaki es un ejemplo de manual de algo que muy pocas veces pasa y para lo que tenemos una manida expresión: «mirar diferente» y desprenderse de lo superfluo que siempre lastra el contexto. Así es como, sin importar el abismo entre oriente y occidente, ni el salto temporal de un siglo que nos separa del momento de su escritura, Cuatro casos criminales, con su estética sobria y, sin embargo, salpicada en los momentos adecuados de una luz sórdida, que chirría, es una excepcional radiografía de la sombra y contiene el germen de algunas voces posteriores, que tampoco podemos dejar pasar, como la de Ryū Murakami (Nagasaki, 1952) o Hideo Yokoyama (Tokio, 1957). RSS de noticias de cultura
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