<p><strong>Marta Hermoso</strong> (35), la <i>influencer </i>investigada por el robo de 400.000 euros en relojes a un empresario mexicano en el Hotel Wellington de Madrid, está pasando por un mal trago. Ya no lleva una vida a todo trapo. Los grupos de WhatsApp en Sevilla especulan con su verdadera profesión. La sevillana había conseguido, hasta la detención, hacer de la ciudad que burbujea en la calle Jorge Juan un trampolín.<strong> Convertirse en una referencia de los locales de moda. Establecer con la noche y sus reservados una relación de parentesco</strong>. Mantener relaciones influyentes desde un punto de vista analógico. Todo está en <i>stand by</i> hasta que no declare en el juzgado, como el resto de implicados, el 21 de mayo. «Está a punto de cometer una gilipollez», comenta a <i>La otra crónica</i> alguien de su confianza. <strong>»Lo está pasando fatal. Quiere aparecer en la televisión para aclarar todo lo que se está diciendo, pero su abogado no le deja porque se encuentra en una situación delicada</strong>. No entiende las acusaciones que recaen sobre ella. Defiende su inocencia y está harta de que la consideren una prostituta».</p>
La investigada acudía a fiestas privadas. Jugaba al tenis. Se alojaba en hoteles de lujo por todo el mundo. Y se codeaba «con empresarios y banqueros ricos, no con políticos. No era Jésica»
<p><strong>Marta Hermoso</strong> (35), la <i>influencer </i>investigada por el robo de 400.000 euros en relojes a un empresario mexicano en el Hotel Wellington de Madrid, está pasando por un mal trago. Ya no lleva una vida a todo trapo. Los grupos de WhatsApp en Sevilla especulan con su verdadera profesión. La sevillana había conseguido, hasta la detención, hacer de la ciudad que burbujea en la calle Jorge Juan un trampolín.<strong> Convertirse en una referencia de los locales de moda. Establecer con la noche y sus reservados una relación de parentesco</strong>. Mantener relaciones influyentes desde un punto de vista analógico. Todo está en <i>stand by</i> hasta que no declare en el juzgado, como el resto de implicados, el 21 de mayo. «Está a punto de cometer una gilipollez», comenta a <i>La otra crónica</i> alguien de su confianza. <strong>»Lo está pasando fatal. Quiere aparecer en la televisión para aclarar todo lo que se está diciendo, pero su abogado no le deja porque se encuentra en una situación delicada</strong>. No entiende las acusaciones que recaen sobre ella. Defiende su inocencia y está harta de que la consideren una prostituta».</p>
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