Las tortugas acuáticas , principalmente las conocidas como tortugas de Florida, parecen la perfecta mascota para los niños. Silenciosas, pequeñas, fáciles de cuidar, son un regalo común para los niños. Lo que muchos padres no saben es que estas criaturas pueden vivir más de 30 años y crecer hasta el tamaño de un plato grande, con necesidades que se vuelven más complicadas a medida que se van desarrollando. El resultado es un patrón que se repite cada año: cuando la tortuga deja de ser pequeña y manejable, comienza el abandono. Las autoridades ambientales y organizaciones de rescate advierten de que muchos de estos animales terminan en zonas de agua públicas, donde no solo sufren por falta de adaptación, sino que también alteran el equilibrio ecológico al desplazar a especies autóctonas, lo cual genera un alto costo ambiental.El Centro de Recuperación de Anfibios y Reptiles de Cataluña (Crarc), en Masquefa (Barcelona), trabaja para rescatar y cuidar de las tortugas que les llegan, ya sea de medios naturales donde fueron abandonadas o directamente de los propietarios que se dieron cuenta de que ya no pueden seguir cuidándola como mascota. «En cinco años y medio hemos recibido 3.800 tortugas solo entre las entregadas. Las que acaban abandonadas en medios naturales podrían triplicar esa cifra», explica Joaquim Soler, director técnico del Crarc. La tortuga de Florida no solo sobrevive en el medio natural: prospera. Se alimenta de todo lo que puede tragar (desde plantas hasta crías de aves) y tiene una capacidad de reproducción sorprendente. Por eso, fue incluida en el Catálogo Nacional de Especies Invasoras en 2013. Y por ley, desde entonces, está prohibida su venta o posesión.Noticia Relacionada Ciencia cotidiana estandar No El motivo evolutivo por el que las tortugas son tan lentas Pedro GargantillaSin embargo, cuando se prohibió vender la tortuga de Florida, el mercado se reinventó: llegaron tortugas asiáticas, casi idénticas en apariencia y necesidades. Durante un tiempo, esas nuevas especies ocuparon el hueco. Hasta que, hace unas semanas, fueron incluidas en el listado de especies invasoras, con lo cual pronto no se podrán vender tampoco. Se repite el patrón: se prohíbe una especie, y aparece otra que tiene similares características.«Una rueda sin fin»«El problema no es la tortuga. Es el sistema. Prohibimos una, aparece otra. Es como una rueda sin fin», lamenta Joaquim. «Por eso creemos en las listas positivas: decir lo que se puede tener como mascota y punto. Es decir, se puede comprar un perrito, un gato, un canario y un pez. Lo demás, simplemente, no». La curva de entregas y abandonos está marcada por las vacaciones de verano. Según los datos del centro, los picos de entradas de tortugas coinciden con Semana Santa y, sobre todo, con los meses de verano. Junio, julio y agosto son temporada alta. No porque las tortugas salgan más, sino porque se convierten en un estorbo justo cuando nadie quiere quedarse en casa para cuidarlas. «Pasan de ser una mascota a un problema logístico. Y muchos, en vez de buscar una solución, buscan el estanque más cercano y las sueltan», denuncia el director técnico.Los datos son contundentes: en 2020 recuperaron 803 ejemplares; en 2024, 515. Actualmente tienen 270 tortugas en el centro. Hay una ligera bajada, sí, pero engañosa. Las entregas bajan porque ya no se venden legalmente pero no porque la conciencia haya cambiado del todo.Una parte de las tortugas llega a los centros, pero hay otro volumen –se calcula que tres veces más– que se abandona en el medio. Estos animales no se pueden volver a liberar, porque son una especie invasiva. En el centro, la proporción de tortugas que cuidan es de seis ejemplares abandonados en el medio y recuperados por cada cuatro que entregaron sus propietarios, respectivamente.Apadrinar tortugasCuando las tortugas llegan al Crarc siguen dos caminos. Si las dejan los propietarios «concienciados» que se dan cuenta de que ya no pueden seguir cuidando de la tortuga, el centro las acoge, mientras las tortugas continúan haciendo su vida. Algunas veces, incluso, los propietarios apadrinan a las tortugas y contribuyen económicamente por su mantenimiento y cuidado. Peor suerte corren las tortugas capturadas del medio en campañas de control, ya que estos animales tienen que ser sacrificados por ley.«Es doloroso, pero es necesario. Si dejamos a estas tortugas en el medio, desplazan a las especies autóctonas, propagan enfermedades y alteran el equilibrio del ecosistema», aclara Joaquim sobre estas especies invasivas, particularmente dañinas las tortugas de Florida. Las tortugas acuáticas , principalmente las conocidas como tortugas de Florida, parecen la perfecta mascota para los niños. Silenciosas, pequeñas, fáciles de cuidar, son un regalo común para los niños. Lo que muchos padres no saben es que estas criaturas pueden vivir más de 30 años y crecer hasta el tamaño de un plato grande, con necesidades que se vuelven más complicadas a medida que se van desarrollando. El resultado es un patrón que se repite cada año: cuando la tortuga deja de ser pequeña y manejable, comienza el abandono. Las autoridades ambientales y organizaciones de rescate advierten de que muchos de estos animales terminan en zonas de agua públicas, donde no solo sufren por falta de adaptación, sino que también alteran el equilibrio ecológico al desplazar a especies autóctonas, lo cual genera un alto costo ambiental.El Centro de Recuperación de Anfibios y Reptiles de Cataluña (Crarc), en Masquefa (Barcelona), trabaja para rescatar y cuidar de las tortugas que les llegan, ya sea de medios naturales donde fueron abandonadas o directamente de los propietarios que se dieron cuenta de que ya no pueden seguir cuidándola como mascota. «En cinco años y medio hemos recibido 3.800 tortugas solo entre las entregadas. Las que acaban abandonadas en medios naturales podrían triplicar esa cifra», explica Joaquim Soler, director técnico del Crarc. La tortuga de Florida no solo sobrevive en el medio natural: prospera. Se alimenta de todo lo que puede tragar (desde plantas hasta crías de aves) y tiene una capacidad de reproducción sorprendente. Por eso, fue incluida en el Catálogo Nacional de Especies Invasoras en 2013. Y por ley, desde entonces, está prohibida su venta o posesión.Noticia Relacionada Ciencia cotidiana estandar No El motivo evolutivo por el que las tortugas son tan lentas Pedro GargantillaSin embargo, cuando se prohibió vender la tortuga de Florida, el mercado se reinventó: llegaron tortugas asiáticas, casi idénticas en apariencia y necesidades. Durante un tiempo, esas nuevas especies ocuparon el hueco. Hasta que, hace unas semanas, fueron incluidas en el listado de especies invasoras, con lo cual pronto no se podrán vender tampoco. Se repite el patrón: se prohíbe una especie, y aparece otra que tiene similares características.«Una rueda sin fin»«El problema no es la tortuga. Es el sistema. Prohibimos una, aparece otra. Es como una rueda sin fin», lamenta Joaquim. «Por eso creemos en las listas positivas: decir lo que se puede tener como mascota y punto. Es decir, se puede comprar un perrito, un gato, un canario y un pez. Lo demás, simplemente, no». La curva de entregas y abandonos está marcada por las vacaciones de verano. Según los datos del centro, los picos de entradas de tortugas coinciden con Semana Santa y, sobre todo, con los meses de verano. Junio, julio y agosto son temporada alta. No porque las tortugas salgan más, sino porque se convierten en un estorbo justo cuando nadie quiere quedarse en casa para cuidarlas. «Pasan de ser una mascota a un problema logístico. Y muchos, en vez de buscar una solución, buscan el estanque más cercano y las sueltan», denuncia el director técnico.Los datos son contundentes: en 2020 recuperaron 803 ejemplares; en 2024, 515. Actualmente tienen 270 tortugas en el centro. Hay una ligera bajada, sí, pero engañosa. Las entregas bajan porque ya no se venden legalmente pero no porque la conciencia haya cambiado del todo.Una parte de las tortugas llega a los centros, pero hay otro volumen –se calcula que tres veces más– que se abandona en el medio. Estos animales no se pueden volver a liberar, porque son una especie invasiva. En el centro, la proporción de tortugas que cuidan es de seis ejemplares abandonados en el medio y recuperados por cada cuatro que entregaron sus propietarios, respectivamente.Apadrinar tortugasCuando las tortugas llegan al Crarc siguen dos caminos. Si las dejan los propietarios «concienciados» que se dan cuenta de que ya no pueden seguir cuidando de la tortuga, el centro las acoge, mientras las tortugas continúan haciendo su vida. Algunas veces, incluso, los propietarios apadrinan a las tortugas y contribuyen económicamente por su mantenimiento y cuidado. Peor suerte corren las tortugas capturadas del medio en campañas de control, ya que estos animales tienen que ser sacrificados por ley.«Es doloroso, pero es necesario. Si dejamos a estas tortugas en el medio, desplazan a las especies autóctonas, propagan enfermedades y alteran el equilibrio del ecosistema», aclara Joaquim sobre estas especies invasivas, particularmente dañinas las tortugas de Florida. Las tortugas acuáticas , principalmente las conocidas como tortugas de Florida, parecen la perfecta mascota para los niños. Silenciosas, pequeñas, fáciles de cuidar, son un regalo común para los niños. Lo que muchos padres no saben es que estas criaturas pueden vivir más de 30 años y crecer hasta el tamaño de un plato grande, con necesidades que se vuelven más complicadas a medida que se van desarrollando. El resultado es un patrón que se repite cada año: cuando la tortuga deja de ser pequeña y manejable, comienza el abandono. Las autoridades ambientales y organizaciones de rescate advierten de que muchos de estos animales terminan en zonas de agua públicas, donde no solo sufren por falta de adaptación, sino que también alteran el equilibrio ecológico al desplazar a especies autóctonas, lo cual genera un alto costo ambiental.El Centro de Recuperación de Anfibios y Reptiles de Cataluña (Crarc), en Masquefa (Barcelona), trabaja para rescatar y cuidar de las tortugas que les llegan, ya sea de medios naturales donde fueron abandonadas o directamente de los propietarios que se dieron cuenta de que ya no pueden seguir cuidándola como mascota. «En cinco años y medio hemos recibido 3.800 tortugas solo entre las entregadas. Las que acaban abandonadas en medios naturales podrían triplicar esa cifra», explica Joaquim Soler, director técnico del Crarc. La tortuga de Florida no solo sobrevive en el medio natural: prospera. Se alimenta de todo lo que puede tragar (desde plantas hasta crías de aves) y tiene una capacidad de reproducción sorprendente. Por eso, fue incluida en el Catálogo Nacional de Especies Invasoras en 2013. Y por ley, desde entonces, está prohibida su venta o posesión.Noticia Relacionada Ciencia cotidiana estandar No El motivo evolutivo por el que las tortugas son tan lentas Pedro GargantillaSin embargo, cuando se prohibió vender la tortuga de Florida, el mercado se reinventó: llegaron tortugas asiáticas, casi idénticas en apariencia y necesidades. Durante un tiempo, esas nuevas especies ocuparon el hueco. Hasta que, hace unas semanas, fueron incluidas en el listado de especies invasoras, con lo cual pronto no se podrán vender tampoco. Se repite el patrón: se prohíbe una especie, y aparece otra que tiene similares características.«Una rueda sin fin»«El problema no es la tortuga. Es el sistema. Prohibimos una, aparece otra. Es como una rueda sin fin», lamenta Joaquim. «Por eso creemos en las listas positivas: decir lo que se puede tener como mascota y punto. Es decir, se puede comprar un perrito, un gato, un canario y un pez. Lo demás, simplemente, no». La curva de entregas y abandonos está marcada por las vacaciones de verano. Según los datos del centro, los picos de entradas de tortugas coinciden con Semana Santa y, sobre todo, con los meses de verano. Junio, julio y agosto son temporada alta. No porque las tortugas salgan más, sino porque se convierten en un estorbo justo cuando nadie quiere quedarse en casa para cuidarlas. «Pasan de ser una mascota a un problema logístico. Y muchos, en vez de buscar una solución, buscan el estanque más cercano y las sueltan», denuncia el director técnico.Los datos son contundentes: en 2020 recuperaron 803 ejemplares; en 2024, 515. Actualmente tienen 270 tortugas en el centro. Hay una ligera bajada, sí, pero engañosa. Las entregas bajan porque ya no se venden legalmente pero no porque la conciencia haya cambiado del todo.Una parte de las tortugas llega a los centros, pero hay otro volumen –se calcula que tres veces más– que se abandona en el medio. Estos animales no se pueden volver a liberar, porque son una especie invasiva. En el centro, la proporción de tortugas que cuidan es de seis ejemplares abandonados en el medio y recuperados por cada cuatro que entregaron sus propietarios, respectivamente.Apadrinar tortugasCuando las tortugas llegan al Crarc siguen dos caminos. Si las dejan los propietarios «concienciados» que se dan cuenta de que ya no pueden seguir cuidando de la tortuga, el centro las acoge, mientras las tortugas continúan haciendo su vida. Algunas veces, incluso, los propietarios apadrinan a las tortugas y contribuyen económicamente por su mantenimiento y cuidado. Peor suerte corren las tortugas capturadas del medio en campañas de control, ya que estos animales tienen que ser sacrificados por ley.«Es doloroso, pero es necesario. Si dejamos a estas tortugas en el medio, desplazan a las especies autóctonas, propagan enfermedades y alteran el equilibrio del ecosistema», aclara Joaquim sobre estas especies invasivas, particularmente dañinas las tortugas de Florida. RSS de noticias de cultura
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