<p><strong>Reality </strong>es una de las palabras que los ingleses usan para designar la realidad. <i>Fact </i>o <i>actuality </i>son otras, pero lo relevante de la primera acepción es que ha ampliado tanto su significado (y hasta su propia realidad) que, en según qué casos, ha acabado por transformarse en justo lo contrario. Los programas <i>reality </i>o <i>reality-shows</i> (la telerrealidad) son exactamente lo contrario de la realidad. Lo que ahí se ve es una representación exagerada del deseo de cada uno de sus participantes, todos ellos empeñados no en mostrarse como son en realidad (si es que algo así es posible), sino como quisieran ser en su <i>reality</i>, en su trampantojo de aspiraciones y frustraciones que les ofrece una sociedad que ha sido capaz de convertirlo todo en objeto de consumo, hasta la propia realidad. Si se marean, no me culpen. <strong>Nadie dijo que la realidad tuviera sentido. Ni siquiera que fuera real.</strong></p>
La debutante Agathe Riedinger, de la mano de la actriz Malou Khebizi, completa un relato visceral, sin condescendencias y voraz del universo en red que nos hemos dado
<p><strong>Reality </strong>es una de las palabras que los ingleses usan para designar la realidad. <i>Fact </i>o <i>actuality </i>son otras, pero lo relevante de la primera acepción es que ha ampliado tanto su significado (y hasta su propia realidad) que, en según qué casos, ha acabado por transformarse en justo lo contrario. Los programas <i>reality </i>o <i>reality-shows</i> (la telerrealidad) son exactamente lo contrario de la realidad. Lo que ahí se ve es una representación exagerada del deseo de cada uno de sus participantes, todos ellos empeñados no en mostrarse como son en realidad (si es que algo así es posible), sino como quisieran ser en su <i>reality</i>, en su trampantojo de aspiraciones y frustraciones que les ofrece una sociedad que ha sido capaz de convertirlo todo en objeto de consumo, hasta la propia realidad. Si se marean, no me culpen. <strong>Nadie dijo que la realidad tuviera sentido. Ni siquiera que fuera real.</strong></p>
Cultura