El alga invasora representa uno de los mayores problemas medioambientales y económicos de la provincia de Cádiz, y por extensión de Andalucía. Desde su aparición en 2015, posiblemente como ‘pasajera’ en las hélices de un mercante que atracó en el puerto de Algeciras, ha proliferado a una velocidad estratosférica. Se ha instalado como una alfombra verde en el fondo acuático , con el severo riesgo de esquilmar especies autóctonas de la costa de la luz, y se propaga desde la zona del Estrecho de Gibraltar (con La Línea y Tarifa como principales focos de afección) hasta la misma desembocadura del Guadalquivir, con pescadores de Sanlúcar ya avistando su desembarco.La Rugulopteryx okamurae se ha asentado en un territorio y su extinción, desde la maniobra humana, es imposible . Se multiplica con una celeridad muy superior a la acción del hombre, que hasta ahora sólo puede dedicarse a su retirada cuando arriba a la arena de las playas. Sus tentáculos afectan a diferentes sectores. Es una tragedia para la pesca, pues empieza a acabar con muchos de los peces y revienta las redes de los barcos que salen a faenar. Es una ruina económica para los ayuntamientos, que gastan ingentes cantidades de dinero para retirar los arribazones del litoral y arrojar toneladas a la basura. Y puede ser un lastre para el turismo pues hay calas donde el baño es realmente incómodo y su presencia expulsa a los visitantes tanto por el tacto, la vista, como sobre todo por el olor.El sector más perjudicado y el que presenta un horizonte más turbio es el pesquero . Los marineros son contundentes en sus declaraciones y escogen una perfecta ilustración. «El alga invasora ha hecho más daño que el Prestige», aseguran, una afirmación respaldada por los ecologistas. «Es una marea negra disfrazada de verde».Sin apenas ayudas económicasEn aquel entonces, en una refriega política de enorme magnitud, llegaron a Muxía y alrededores centenares de voluntarios para participar en la retirada de chapapote , ese vertido de crudo que ‘asfaltaba’ un maravilloso patrimonio natural. Desde el Gobierno activaban líneas de ayudas económicas a los pescadores. España propuso a la UE usar 110 millonarias en apoyo y más adelante se aprobó un sistema de financiación con créditos por valor de 250 millones de euros. En Andalucía se sigue reclamando un trato igual para paliar los efectos negativos, sin haber destinado aún una cuantía suficiente. El Gobierno nacional no ha movido ficha y la Junta aportó 4,6 millones de euros para paradas temporales (2021) y habilitó una línea de ayudas dotada con 2,5 millones de euros (2024).Es un problema de difícil solución. El futuro dirá si es imposible, si habrá que buscar alternativas, porque la extinción de esta especie depende única y exclusivamente de la naturaleza. Incontrolable. Sin embargo, las administraciones sí pueden ‘remediar’ parte de sus consecuencias tanto en el plano turístico como en medidas de ahorro e incluso ganancias para los ayuntamientos.La clave es ‘valorizar’ el alga asiática, que se le pueda sacar partido económicamente, que se logre aprovecharla. El reto es que deje de ser un residuo para convertirse en un recurso. No es una idea estrambótica ni idealista, pues hay decenas de laboratorios y empresas que investigan su uso en diferentes sectores: combustible, fertilizante, bioplástico, medicina, alimento, cosmético, ropa y calzado, entre muchas más posibilidades. La investigación va muy por delante de las administraciones.El uso del alga asiáticaEn diferentes universidades andaluzas y compañías de todo el país han comenzado con experimentos, pero existe un freno normativo que obliga a cambiar la legislación o al menos flexibilizarla. El ‘quid’ radica en su catalogación como especie invasora. Debido a ello, se impide su aprovechamiento económico, pues si se comercializara se podría impulsar su propagación. Desde la Junta se trabaja para «sensibilizar» tanto al Gobierno de España como sobre todo a la Unión Europea para hacerles partícipes de esta situación singular, y acompañar esa variación legal con la vigilancia y el control necesarios para que no se expanda aún más.Por ello en la administración andaluza se está impulsando ese plan de gestión de la biomasa, tan relevante para cambiar la visión sobre el alga. Hacer de la necesidad, virtud . Un caso parecido sería el del cangrejo azul, otra especie invasora que ya se comercializa, y el aprovechamiento del alga invasora para otros requerimientos es un magnífico exponente de economía circular.Paliaría el problema turístico al recogerse esta masa verde de las playas y el litoral, repelente de turistas. Y es un alivio para los ayuntamientos, pues la legislación les obliga a la retirada de residuos, lo que implica un excesivo gasto en su limpieza. Con este nuevo plan no sólo se ahorraría el dinero en la retirada sino que incluso contarían con nuevos ingresos para las arcas públicas. El problema requiere afrontarlo con seriedad, con profundidad, y necesita de la colaboración de todas las administraciones. El Ministerio de Transición Ecológica ha de trasladarlo a Europa y la Junta elaborar ese plan de gestión de la biomasa. El tiempo apremia y el alga ya ha demostrado una voracidad muy por encima de la capacidad de reacción de los gestores. Que de momento, sólo retiran las algas de la playa como quien esconde el polvo debajo de la alfombra.Pero sigue ahí. El alga invasora representa uno de los mayores problemas medioambientales y económicos de la provincia de Cádiz, y por extensión de Andalucía. Desde su aparición en 2015, posiblemente como ‘pasajera’ en las hélices de un mercante que atracó en el puerto de Algeciras, ha proliferado a una velocidad estratosférica. Se ha instalado como una alfombra verde en el fondo acuático , con el severo riesgo de esquilmar especies autóctonas de la costa de la luz, y se propaga desde la zona del Estrecho de Gibraltar (con La Línea y Tarifa como principales focos de afección) hasta la misma desembocadura del Guadalquivir, con pescadores de Sanlúcar ya avistando su desembarco.La Rugulopteryx okamurae se ha asentado en un territorio y su extinción, desde la maniobra humana, es imposible . Se multiplica con una celeridad muy superior a la acción del hombre, que hasta ahora sólo puede dedicarse a su retirada cuando arriba a la arena de las playas. Sus tentáculos afectan a diferentes sectores. Es una tragedia para la pesca, pues empieza a acabar con muchos de los peces y revienta las redes de los barcos que salen a faenar. Es una ruina económica para los ayuntamientos, que gastan ingentes cantidades de dinero para retirar los arribazones del litoral y arrojar toneladas a la basura. Y puede ser un lastre para el turismo pues hay calas donde el baño es realmente incómodo y su presencia expulsa a los visitantes tanto por el tacto, la vista, como sobre todo por el olor.El sector más perjudicado y el que presenta un horizonte más turbio es el pesquero . Los marineros son contundentes en sus declaraciones y escogen una perfecta ilustración. «El alga invasora ha hecho más daño que el Prestige», aseguran, una afirmación respaldada por los ecologistas. «Es una marea negra disfrazada de verde».Sin apenas ayudas económicasEn aquel entonces, en una refriega política de enorme magnitud, llegaron a Muxía y alrededores centenares de voluntarios para participar en la retirada de chapapote , ese vertido de crudo que ‘asfaltaba’ un maravilloso patrimonio natural. Desde el Gobierno activaban líneas de ayudas económicas a los pescadores. España propuso a la UE usar 110 millonarias en apoyo y más adelante se aprobó un sistema de financiación con créditos por valor de 250 millones de euros. En Andalucía se sigue reclamando un trato igual para paliar los efectos negativos, sin haber destinado aún una cuantía suficiente. El Gobierno nacional no ha movido ficha y la Junta aportó 4,6 millones de euros para paradas temporales (2021) y habilitó una línea de ayudas dotada con 2,5 millones de euros (2024).Es un problema de difícil solución. El futuro dirá si es imposible, si habrá que buscar alternativas, porque la extinción de esta especie depende única y exclusivamente de la naturaleza. Incontrolable. Sin embargo, las administraciones sí pueden ‘remediar’ parte de sus consecuencias tanto en el plano turístico como en medidas de ahorro e incluso ganancias para los ayuntamientos.La clave es ‘valorizar’ el alga asiática, que se le pueda sacar partido económicamente, que se logre aprovecharla. El reto es que deje de ser un residuo para convertirse en un recurso. No es una idea estrambótica ni idealista, pues hay decenas de laboratorios y empresas que investigan su uso en diferentes sectores: combustible, fertilizante, bioplástico, medicina, alimento, cosmético, ropa y calzado, entre muchas más posibilidades. La investigación va muy por delante de las administraciones.El uso del alga asiáticaEn diferentes universidades andaluzas y compañías de todo el país han comenzado con experimentos, pero existe un freno normativo que obliga a cambiar la legislación o al menos flexibilizarla. El ‘quid’ radica en su catalogación como especie invasora. Debido a ello, se impide su aprovechamiento económico, pues si se comercializara se podría impulsar su propagación. Desde la Junta se trabaja para «sensibilizar» tanto al Gobierno de España como sobre todo a la Unión Europea para hacerles partícipes de esta situación singular, y acompañar esa variación legal con la vigilancia y el control necesarios para que no se expanda aún más.Por ello en la administración andaluza se está impulsando ese plan de gestión de la biomasa, tan relevante para cambiar la visión sobre el alga. Hacer de la necesidad, virtud . Un caso parecido sería el del cangrejo azul, otra especie invasora que ya se comercializa, y el aprovechamiento del alga invasora para otros requerimientos es un magnífico exponente de economía circular.Paliaría el problema turístico al recogerse esta masa verde de las playas y el litoral, repelente de turistas. Y es un alivio para los ayuntamientos, pues la legislación les obliga a la retirada de residuos, lo que implica un excesivo gasto en su limpieza. Con este nuevo plan no sólo se ahorraría el dinero en la retirada sino que incluso contarían con nuevos ingresos para las arcas públicas. El problema requiere afrontarlo con seriedad, con profundidad, y necesita de la colaboración de todas las administraciones. El Ministerio de Transición Ecológica ha de trasladarlo a Europa y la Junta elaborar ese plan de gestión de la biomasa. El tiempo apremia y el alga ya ha demostrado una voracidad muy por encima de la capacidad de reacción de los gestores. Que de momento, sólo retiran las algas de la playa como quien esconde el polvo debajo de la alfombra.Pero sigue ahí. El alga invasora representa uno de los mayores problemas medioambientales y económicos de la provincia de Cádiz, y por extensión de Andalucía. Desde su aparición en 2015, posiblemente como ‘pasajera’ en las hélices de un mercante que atracó en el puerto de Algeciras, ha proliferado a una velocidad estratosférica. Se ha instalado como una alfombra verde en el fondo acuático , con el severo riesgo de esquilmar especies autóctonas de la costa de la luz, y se propaga desde la zona del Estrecho de Gibraltar (con La Línea y Tarifa como principales focos de afección) hasta la misma desembocadura del Guadalquivir, con pescadores de Sanlúcar ya avistando su desembarco.La Rugulopteryx okamurae se ha asentado en un territorio y su extinción, desde la maniobra humana, es imposible . Se multiplica con una celeridad muy superior a la acción del hombre, que hasta ahora sólo puede dedicarse a su retirada cuando arriba a la arena de las playas. Sus tentáculos afectan a diferentes sectores. Es una tragedia para la pesca, pues empieza a acabar con muchos de los peces y revienta las redes de los barcos que salen a faenar. Es una ruina económica para los ayuntamientos, que gastan ingentes cantidades de dinero para retirar los arribazones del litoral y arrojar toneladas a la basura. Y puede ser un lastre para el turismo pues hay calas donde el baño es realmente incómodo y su presencia expulsa a los visitantes tanto por el tacto, la vista, como sobre todo por el olor.El sector más perjudicado y el que presenta un horizonte más turbio es el pesquero . Los marineros son contundentes en sus declaraciones y escogen una perfecta ilustración. «El alga invasora ha hecho más daño que el Prestige», aseguran, una afirmación respaldada por los ecologistas. «Es una marea negra disfrazada de verde».Sin apenas ayudas económicasEn aquel entonces, en una refriega política de enorme magnitud, llegaron a Muxía y alrededores centenares de voluntarios para participar en la retirada de chapapote , ese vertido de crudo que ‘asfaltaba’ un maravilloso patrimonio natural. Desde el Gobierno activaban líneas de ayudas económicas a los pescadores. España propuso a la UE usar 110 millonarias en apoyo y más adelante se aprobó un sistema de financiación con créditos por valor de 250 millones de euros. En Andalucía se sigue reclamando un trato igual para paliar los efectos negativos, sin haber destinado aún una cuantía suficiente. El Gobierno nacional no ha movido ficha y la Junta aportó 4,6 millones de euros para paradas temporales (2021) y habilitó una línea de ayudas dotada con 2,5 millones de euros (2024).Es un problema de difícil solución. El futuro dirá si es imposible, si habrá que buscar alternativas, porque la extinción de esta especie depende única y exclusivamente de la naturaleza. Incontrolable. Sin embargo, las administraciones sí pueden ‘remediar’ parte de sus consecuencias tanto en el plano turístico como en medidas de ahorro e incluso ganancias para los ayuntamientos.La clave es ‘valorizar’ el alga asiática, que se le pueda sacar partido económicamente, que se logre aprovecharla. El reto es que deje de ser un residuo para convertirse en un recurso. No es una idea estrambótica ni idealista, pues hay decenas de laboratorios y empresas que investigan su uso en diferentes sectores: combustible, fertilizante, bioplástico, medicina, alimento, cosmético, ropa y calzado, entre muchas más posibilidades. La investigación va muy por delante de las administraciones.El uso del alga asiáticaEn diferentes universidades andaluzas y compañías de todo el país han comenzado con experimentos, pero existe un freno normativo que obliga a cambiar la legislación o al menos flexibilizarla. El ‘quid’ radica en su catalogación como especie invasora. Debido a ello, se impide su aprovechamiento económico, pues si se comercializara se podría impulsar su propagación. Desde la Junta se trabaja para «sensibilizar» tanto al Gobierno de España como sobre todo a la Unión Europea para hacerles partícipes de esta situación singular, y acompañar esa variación legal con la vigilancia y el control necesarios para que no se expanda aún más.Por ello en la administración andaluza se está impulsando ese plan de gestión de la biomasa, tan relevante para cambiar la visión sobre el alga. Hacer de la necesidad, virtud . Un caso parecido sería el del cangrejo azul, otra especie invasora que ya se comercializa, y el aprovechamiento del alga invasora para otros requerimientos es un magnífico exponente de economía circular.Paliaría el problema turístico al recogerse esta masa verde de las playas y el litoral, repelente de turistas. Y es un alivio para los ayuntamientos, pues la legislación les obliga a la retirada de residuos, lo que implica un excesivo gasto en su limpieza. Con este nuevo plan no sólo se ahorraría el dinero en la retirada sino que incluso contarían con nuevos ingresos para las arcas públicas. El problema requiere afrontarlo con seriedad, con profundidad, y necesita de la colaboración de todas las administraciones. El Ministerio de Transición Ecológica ha de trasladarlo a Europa y la Junta elaborar ese plan de gestión de la biomasa. El tiempo apremia y el alga ya ha demostrado una voracidad muy por encima de la capacidad de reacción de los gestores. Que de momento, sólo retiran las algas de la playa como quien esconde el polvo debajo de la alfombra.Pero sigue ahí. RSS de noticias de espana/andalucia
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