En la clase hay varios grupos de estudiantes haciendo cosas distintas. Unos miden y cortan telas, otros cosen, y unos cuantos chavales tienen instrumentos y componen una canción con ayuda de un profesor. El trabajo, en conjunto, se llama Moda sin estereotipos de género, el colofón será un desfile en el patio, y es uno de los muchos proyectos que se están desarrollando hoy, como cualquier día del curso, en el instituto público Jaume I de Burriana (Castellón). En el aula de al lado construyen pequeños vehículos movidos con energía solar con materiales reciclados. Y en las de enfrente, construyen envases o se disponen a grabar un corto de época. El llamado Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) no es nuevo, en España lleva décadas funcionando en algunos centros, y se ha extendido especialmente en lo que va de siglo. Pero en los últimos años ha recibido el impulso de la actual ley educativa, la Lomloe, aprobada en 2021, que insta a los centros a utilizar el método.
La normativa impulsa esta metodología, que requiere una cuidada preparación. La investigación disponible no permite concluir hasta qué punto es eficaz, sobre todo en infantil y primaria, aunque puede deberse a que no mide todo su potencial
En la clase hay varios grupos de estudiantes haciendo cosas distintas. Unos miden y cortan telas, otros cosen, y unos cuantos chavales tienen instrumentos y componen una canción con ayuda de un profesor. El trabajo, en conjunto, se llama Moda sin estereotipos de género, el colofón será un desfile en el patio, y es uno de los muchos proyectos que se están desarrollando hoy, como cualquier día del curso, en el instituto público Jaume I de Burriana (Castellón). En el aula de al lado construyen pequeños vehículos movidos con energía solar con materiales reciclados. Y en las de enfrente, construyen envases o se disponen a grabar un corto de época. El llamado Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) no es nuevo, en España lleva décadas funcionando en algunos centros, y se ha extendido especialmente en lo que va de siglo. Pero en los últimos años ha recibido el impulso de la actual ley educativa, la Lomloe, aprobada en 2021, que insta a los centros a utilizar el método.
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