En un momento en el que la fotografía se ha fundido con nuestra vida cotidiana hasta casi volverse invisible, la exposición ‘El arte de navegar. Cómo perderse en un mundo de imágenes’, comisariada por Jon Uriarte para Foto Colectania, nos obliga a detenernos, mirar y pensar. No se trata solo de una muestra oportuna, sino necesaria: un ensayo colectivo en clave visual sobre cómo las imágenes no solo representan el mundo, sino que lo construyen, lo guían y, a veces, lo desorientan.Uriarte no parte de la nostalgia, ni del discurso reactivo frente a la avalancha digital. Su propuesta se articula desde la lucidez crítica y una sensibilidad particular que, como ocurre en sus anteriores trabajos curatoriales, combina investigación, pedagogía y una mirada abierta al presente. La cita se erige así en un ejemplo paradigmático de lo que los centros dedicados a la fotografía deberían asumir como responsabilidad: acompañar la evolución del medio sin caer en la melancolía de lo analógico ni en el deslumbramiento por lo tecnológico.Noticias relacionadas estandar Si CrÍTICA DE: ‘Cuando habla la luz’: los tiempos guardados de Graciela Iturbide en Fundación Casa de México Carlos Delgado Mayordomo estandar Si ARTE Fundación Miró: una cincuentona más joven que nunca Isabel LázaroDividida en tres capítulos: ‘Orientarse’, ‘Navegar’ y ‘Perderse’, la muestra reúne obras de más de una docena de artistas que nos enfrentan a un universo visual donde la imagen ya no es prueba ni huella, sino interfaz y territorio. Desde los ‘collages’ distópicos d e Sara Bezovšek hasta la intervención GPS de Simon Weckert, pasando por las cianotipias digitales de Giath Taha o el diario expandido de Roc Herms, cada propuesta plantea una nueva pregunta sobre cómo nos relacionamos hoy con las imágenes, cómo las habitamos y cómo nos afectan.Uno de los grandes aciertos curatoriales es la forma en que ‘El arte de navegar’ se aleja de la espectacularización de lo digital para subrayar, en cambio, la carga política, emocional y filosófica de estas prácticas. La selección de obras logra mantener un equilibrio entre lo analítico y lo poético. Destaca ‘Autonomous Trap 001’, de James Bridle, donde una sencilla trampa hecha con sal detiene a un coche autónomo, recordándonos que la supuesta IA no está exenta de vulnerabilidades ni de implicaciones éticas.Mapas irónicos para orientarseJunto a las obras individuales, destaca la inclusión de propuestas colectivas o sin autoría artística al uso, como ‘Internet Flowcharts’, un archivo de esquemas creados por usuarios en foros como Reddit o 4chan que funcionan como mapas irónicos para orientarse, o perderse, en el caos digital. Esta decisión no solo amplía la noción de imagen y de práctica artística, sino que actualiza el papel de las instituciones para no solo mostrar, sino acompañar los cambios en el lenguaje visual y social.’Totem’, de Alan Butler, es una instalación de pantallas giratorias que reproduce el salvapantallas de Google Chromecast, un flujo incesante de imágenes de alta resolución. La obra convierte un gesto de pausa en el que el ordenador ‘descansa’ en una afirmación visual sobre la automatización del consumo cultural y la persistencia de las imágenes, incluso cuando ya no las miramos. Es, en definitiva , una escultura digital sobre el inconsciente visual colectivo.Sobre el mapa. De arriba abajo, obras de Kyriaki Goni, GPS Circle Spoofing y Esther Hovers presentes en la exposición ABCLa alusión al libro homónimo del siglo XVI ‘Manual de navegación de la Corona española’ no es gratuita: introduce una genealogía que conecta la expansión marítima con la actual cartografía digital. En ambos casos, lo visual se convierte en herramienta de control y dominio. Frente a ello, la mustra propone perderse como un gesto emancipador, como una forma de navegación crítica que cuestiona el rumbo impuesto.El capítulo final, ‘Perderse’, lo subraya con fuerza: frente a la lógica del mapeo continuo, la geolocalización forzada o la cuantificación de lo íntimo, se presenta como una forma de resistencia, una deriva voluntaria que se rebela contra la hiperdefinición del presente. Navegar hoy no es orientarse hacia un destino, sino asumir el extravío como posibilidad creativa.El papel de Foto Colectania como impulsora de este tipo de proyectos merece ser subrayado. En un ecosistema cultural que a menudo reserva a la foto un lugar subordinado a otras artes visuales, esta exposición reafirma el valor de investigar desde la imagen. No desde la nostalgia, sino desde la urgencia de comprender cómo la fotografía ha mutado en interfaz, dato, scroll y código. ‘El arte de navegar. Como perderse en un mundo de imágenes’ Colectiva. Fundación Foto Colectania. Barcelona. Pº Picasso, 14. Comisario: Jon Uriarte. Hasta el 21 de diciembre. Cuatro estrellas.’El arte de navegar’ no es una exposición complaciente. Nos confronta con nuestra dependencia de las imágenes, con su capacidad de mediar nuestras emociones, nuestras rutas, incluso nuestras relaciones. Pero lo hace desde una propuesta accesible y estimulante, que invita a repensar no solo qué vemos, sino cómo vemos, por qué y desde dónde. En un mundo saturado de imágenes, perderse en ellas tal vez sea una de las formas más lúcidas de encontrarse. En un momento en el que la fotografía se ha fundido con nuestra vida cotidiana hasta casi volverse invisible, la exposición ‘El arte de navegar. Cómo perderse en un mundo de imágenes’, comisariada por Jon Uriarte para Foto Colectania, nos obliga a detenernos, mirar y pensar. No se trata solo de una muestra oportuna, sino necesaria: un ensayo colectivo en clave visual sobre cómo las imágenes no solo representan el mundo, sino que lo construyen, lo guían y, a veces, lo desorientan.Uriarte no parte de la nostalgia, ni del discurso reactivo frente a la avalancha digital. Su propuesta se articula desde la lucidez crítica y una sensibilidad particular que, como ocurre en sus anteriores trabajos curatoriales, combina investigación, pedagogía y una mirada abierta al presente. La cita se erige así en un ejemplo paradigmático de lo que los centros dedicados a la fotografía deberían asumir como responsabilidad: acompañar la evolución del medio sin caer en la melancolía de lo analógico ni en el deslumbramiento por lo tecnológico.Noticias relacionadas estandar Si CrÍTICA DE: ‘Cuando habla la luz’: los tiempos guardados de Graciela Iturbide en Fundación Casa de México Carlos Delgado Mayordomo estandar Si ARTE Fundación Miró: una cincuentona más joven que nunca Isabel LázaroDividida en tres capítulos: ‘Orientarse’, ‘Navegar’ y ‘Perderse’, la muestra reúne obras de más de una docena de artistas que nos enfrentan a un universo visual donde la imagen ya no es prueba ni huella, sino interfaz y territorio. Desde los ‘collages’ distópicos d e Sara Bezovšek hasta la intervención GPS de Simon Weckert, pasando por las cianotipias digitales de Giath Taha o el diario expandido de Roc Herms, cada propuesta plantea una nueva pregunta sobre cómo nos relacionamos hoy con las imágenes, cómo las habitamos y cómo nos afectan.Uno de los grandes aciertos curatoriales es la forma en que ‘El arte de navegar’ se aleja de la espectacularización de lo digital para subrayar, en cambio, la carga política, emocional y filosófica de estas prácticas. La selección de obras logra mantener un equilibrio entre lo analítico y lo poético. Destaca ‘Autonomous Trap 001’, de James Bridle, donde una sencilla trampa hecha con sal detiene a un coche autónomo, recordándonos que la supuesta IA no está exenta de vulnerabilidades ni de implicaciones éticas.Mapas irónicos para orientarseJunto a las obras individuales, destaca la inclusión de propuestas colectivas o sin autoría artística al uso, como ‘Internet Flowcharts’, un archivo de esquemas creados por usuarios en foros como Reddit o 4chan que funcionan como mapas irónicos para orientarse, o perderse, en el caos digital. Esta decisión no solo amplía la noción de imagen y de práctica artística, sino que actualiza el papel de las instituciones para no solo mostrar, sino acompañar los cambios en el lenguaje visual y social.’Totem’, de Alan Butler, es una instalación de pantallas giratorias que reproduce el salvapantallas de Google Chromecast, un flujo incesante de imágenes de alta resolución. La obra convierte un gesto de pausa en el que el ordenador ‘descansa’ en una afirmación visual sobre la automatización del consumo cultural y la persistencia de las imágenes, incluso cuando ya no las miramos. Es, en definitiva , una escultura digital sobre el inconsciente visual colectivo.Sobre el mapa. De arriba abajo, obras de Kyriaki Goni, GPS Circle Spoofing y Esther Hovers presentes en la exposición ABCLa alusión al libro homónimo del siglo XVI ‘Manual de navegación de la Corona española’ no es gratuita: introduce una genealogía que conecta la expansión marítima con la actual cartografía digital. En ambos casos, lo visual se convierte en herramienta de control y dominio. Frente a ello, la mustra propone perderse como un gesto emancipador, como una forma de navegación crítica que cuestiona el rumbo impuesto.El capítulo final, ‘Perderse’, lo subraya con fuerza: frente a la lógica del mapeo continuo, la geolocalización forzada o la cuantificación de lo íntimo, se presenta como una forma de resistencia, una deriva voluntaria que se rebela contra la hiperdefinición del presente. Navegar hoy no es orientarse hacia un destino, sino asumir el extravío como posibilidad creativa.El papel de Foto Colectania como impulsora de este tipo de proyectos merece ser subrayado. En un ecosistema cultural que a menudo reserva a la foto un lugar subordinado a otras artes visuales, esta exposición reafirma el valor de investigar desde la imagen. No desde la nostalgia, sino desde la urgencia de comprender cómo la fotografía ha mutado en interfaz, dato, scroll y código. ‘El arte de navegar. Como perderse en un mundo de imágenes’ Colectiva. Fundación Foto Colectania. Barcelona. Pº Picasso, 14. Comisario: Jon Uriarte. Hasta el 21 de diciembre. Cuatro estrellas.’El arte de navegar’ no es una exposición complaciente. Nos confronta con nuestra dependencia de las imágenes, con su capacidad de mediar nuestras emociones, nuestras rutas, incluso nuestras relaciones. Pero lo hace desde una propuesta accesible y estimulante, que invita a repensar no solo qué vemos, sino cómo vemos, por qué y desde dónde. En un mundo saturado de imágenes, perderse en ellas tal vez sea una de las formas más lúcidas de encontrarse. En un momento en el que la fotografía se ha fundido con nuestra vida cotidiana hasta casi volverse invisible, la exposición ‘El arte de navegar. Cómo perderse en un mundo de imágenes’, comisariada por Jon Uriarte para Foto Colectania, nos obliga a detenernos, mirar y pensar. No se trata solo de una muestra oportuna, sino necesaria: un ensayo colectivo en clave visual sobre cómo las imágenes no solo representan el mundo, sino que lo construyen, lo guían y, a veces, lo desorientan.Uriarte no parte de la nostalgia, ni del discurso reactivo frente a la avalancha digital. Su propuesta se articula desde la lucidez crítica y una sensibilidad particular que, como ocurre en sus anteriores trabajos curatoriales, combina investigación, pedagogía y una mirada abierta al presente. La cita se erige así en un ejemplo paradigmático de lo que los centros dedicados a la fotografía deberían asumir como responsabilidad: acompañar la evolución del medio sin caer en la melancolía de lo analógico ni en el deslumbramiento por lo tecnológico.Noticias relacionadas estandar Si CrÍTICA DE: ‘Cuando habla la luz’: los tiempos guardados de Graciela Iturbide en Fundación Casa de México Carlos Delgado Mayordomo estandar Si ARTE Fundación Miró: una cincuentona más joven que nunca Isabel LázaroDividida en tres capítulos: ‘Orientarse’, ‘Navegar’ y ‘Perderse’, la muestra reúne obras de más de una docena de artistas que nos enfrentan a un universo visual donde la imagen ya no es prueba ni huella, sino interfaz y territorio. Desde los ‘collages’ distópicos d e Sara Bezovšek hasta la intervención GPS de Simon Weckert, pasando por las cianotipias digitales de Giath Taha o el diario expandido de Roc Herms, cada propuesta plantea una nueva pregunta sobre cómo nos relacionamos hoy con las imágenes, cómo las habitamos y cómo nos afectan.Uno de los grandes aciertos curatoriales es la forma en que ‘El arte de navegar’ se aleja de la espectacularización de lo digital para subrayar, en cambio, la carga política, emocional y filosófica de estas prácticas. La selección de obras logra mantener un equilibrio entre lo analítico y lo poético. Destaca ‘Autonomous Trap 001’, de James Bridle, donde una sencilla trampa hecha con sal detiene a un coche autónomo, recordándonos que la supuesta IA no está exenta de vulnerabilidades ni de implicaciones éticas.Mapas irónicos para orientarseJunto a las obras individuales, destaca la inclusión de propuestas colectivas o sin autoría artística al uso, como ‘Internet Flowcharts’, un archivo de esquemas creados por usuarios en foros como Reddit o 4chan que funcionan como mapas irónicos para orientarse, o perderse, en el caos digital. Esta decisión no solo amplía la noción de imagen y de práctica artística, sino que actualiza el papel de las instituciones para no solo mostrar, sino acompañar los cambios en el lenguaje visual y social.’Totem’, de Alan Butler, es una instalación de pantallas giratorias que reproduce el salvapantallas de Google Chromecast, un flujo incesante de imágenes de alta resolución. La obra convierte un gesto de pausa en el que el ordenador ‘descansa’ en una afirmación visual sobre la automatización del consumo cultural y la persistencia de las imágenes, incluso cuando ya no las miramos. Es, en definitiva , una escultura digital sobre el inconsciente visual colectivo.Sobre el mapa. De arriba abajo, obras de Kyriaki Goni, GPS Circle Spoofing y Esther Hovers presentes en la exposición ABCLa alusión al libro homónimo del siglo XVI ‘Manual de navegación de la Corona española’ no es gratuita: introduce una genealogía que conecta la expansión marítima con la actual cartografía digital. En ambos casos, lo visual se convierte en herramienta de control y dominio. Frente a ello, la mustra propone perderse como un gesto emancipador, como una forma de navegación crítica que cuestiona el rumbo impuesto.El capítulo final, ‘Perderse’, lo subraya con fuerza: frente a la lógica del mapeo continuo, la geolocalización forzada o la cuantificación de lo íntimo, se presenta como una forma de resistencia, una deriva voluntaria que se rebela contra la hiperdefinición del presente. Navegar hoy no es orientarse hacia un destino, sino asumir el extravío como posibilidad creativa.El papel de Foto Colectania como impulsora de este tipo de proyectos merece ser subrayado. En un ecosistema cultural que a menudo reserva a la foto un lugar subordinado a otras artes visuales, esta exposición reafirma el valor de investigar desde la imagen. No desde la nostalgia, sino desde la urgencia de comprender cómo la fotografía ha mutado en interfaz, dato, scroll y código. ‘El arte de navegar. Como perderse en un mundo de imágenes’ Colectiva. Fundación Foto Colectania. Barcelona. Pº Picasso, 14. Comisario: Jon Uriarte. Hasta el 21 de diciembre. Cuatro estrellas.’El arte de navegar’ no es una exposición complaciente. Nos confronta con nuestra dependencia de las imágenes, con su capacidad de mediar nuestras emociones, nuestras rutas, incluso nuestras relaciones. Pero lo hace desde una propuesta accesible y estimulante, que invita a repensar no solo qué vemos, sino cómo vemos, por qué y desde dónde. En un mundo saturado de imágenes, perderse en ellas tal vez sea una de las formas más lúcidas de encontrarse. RSS de noticias de cultura
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