Roger Serafín Rodríguez calló durante más de diez años que en septiembre de 2013 había violado y matado a una mujer a la que no conocía en una zona boscosa de Cabanas (La Coruña). Cuando hace dos años la Guardia Civil lo detuvo tras una ardua investigación con la que logró identificarlo como autor del crimen de Elisa Abruñedo, se vio acorralado y confesó, aunque a su manera. Esta semana, tuvo la oportunidad de defenderse en el juicio que se celebra en la Audiencia de La Coruña, pero optó por el silencio. Por eso ha sorprendido que este viernes, antes de bajarse el telón del juicio, se decidiese a usar su derecho a la última palabra para decir: «No hay forma de justificarlo».«Ni yo mismo puedo conmigo mismo justificarlo. No sé que ha ocurrido, no puedo justificar nada de esto, ni hay forma de que yo pueda rescindir ese daño. Lo que pueda hacer no sirve de nada» . Media docena de frases salidas a trompicones de la boca del cazador pelirrojo para referirse a la violación y muerte de una madre de dos hijos que aquella tarde había salido a caminar tranquilamente, con ropa deportiva y escuchando música con sus auriculares, por el entorno de su casa, en la aldea de Lavandeira.Noticias relacionadas estandar No Un testigo auditivo del crimen de Elisa Abruñedo: «Oí un déjame irme con mi familia» Patricia Abet estandar No Tribunales El asesino pelirrojo de Elisa Abruñedo al que delató su historia genética Patricia AbetEl presidente-magistrado del tribunal del jurado, como contempla la ley, ofreció a Roger Serafín la posibilidad de hablar una vez que las partes acabaron de exponer sus informes finales. El cazador pelirrojo y su abogado, que en todo el juicio no habían intercambiado palabra, lo comentaron entre ellos en voz baja. Y a continuación Roger Serafín se levantó y se dirigió al micrófono para pronunciar unas palabras, algunas ininteligibles, que no consolaron ni a la madre ni a los dos hijos de Elisa, que siguieron en la sala la última sesión del juicio.Todo esto sucedió después de que las partes expusieran sus respectivos informes finales con los que convencer a los miembros del jurado sobre su versión de todo lo que pasó aquella tarde, en torno a las nueve de la noche, en el kilómetro 7,5 de la carretera DP-1503, donde Roger Serafín frenó precipitadamente su Citroën ZX para abordar a la mujer en el arcén, arrastrarla 17 o 18 metros bosque adentro, violarla y acabar con su vida a cuchilladas.¿Asesinato u homicidio?Todas las partes, tanto las tres acusaciones como la defensa, consideran a Roger Serafín autor del crimen y de la agresión sexual. Aunque en la letra pequeña están los matices. Mientras las acusaciones le señalan por un delito de asesinato, además del de agresión sexual, sumando así penas superiores a los 30 años de cárcel, la defensa lo considera un delito de homicidio, que rebajaría sustancialmente la pena. También entre las acusaciones hay ciertas discrepancias: la fiscal sólo ve aplicable al asesinato el agravante de alevosía, mientras que las dos acusaciones particulares, las que representan a cada uno de los hijos de Elisa, piden sumarle, además, ensañamiento y el agravante de superioridad.Unos y otros expusieron ante el jurado sus argumentos en unos informes finales en los que se mostraron bastante escuetos, prescindiendo, en general, de los adornos y la retórica a los que con frecuencia recurren los letrados en juicios con jurado y de cierta repercusión mediática, con el fin de así llamar la atención de sus miembros o en busca de un buen titular.Empezó tomando la palabra la fiscal, que expuso que Roger Serafín había sometido a Elisa a una «violencia brutal» para, después de agredirla sexualmente, acabar con su vida de «tres puñaladas certeras». Lo de las tres puñaladas certeras es importante, porque si bien la representante del Ministerio Público concluye que Roger Serafín no dio opción a Elisa a defenderse –de ahí la alevosía–, no cree que pueda sumársele también el agravante de ensañamiento. Es decir, la fiscal descarta, a diferencia de las acusaciones particulares, que el cazador se recrease en hacer sufrir a Elisa más allá de lo necesario para acabar con su vida.El acusado, un cazador corpulento y pelirrojo, características que contribuyeron decisivamente a que la Guardia Civil lo acabara identificando tras una intensa investigación genética, escuchaba cabizbajo el alegato, negando con la cabeza cuando la fiscal hacía determinadas afirmaciones sobre la motivación del crimen y la salud mental del acusado: «No hay ninguna afectación psíquica que lo explique, simplemente la maldad existe, no hay que buscar más explicaciones», escuchaba Roger Serafín decir a la fiscal, mientras él negaba con la cabeza sin dejar de mirar hacia el suelo. La fiscal, que intervino antes de que Roger Serafín tomase la palabra por primera y última vez para cerrar el juicio, quiso restar valor a aquella confesión a medias ante la Guardia Civil cuando fue detenido en octubre de 2023. Implícitamente, la fiscal estaba rechazando que se pudiera usar como atenuante para desinflar algo su pena: «Lo que hizo fue simplemente negar lo evidente, no hay más, pero ni ha colaborado ni lo ha reconocido, se ha mantenido callado durante diez años y también ahora durante la vista».¿Hubo ensañamiento?Intervinieron a continuación los abogados de la acusación particular, que representan respectivamente a cada uno de los hijos de Elisa, que siguieron la última sesión del juicio acompañando a su abuela. Fueron los más duros en su alegato: «Roger Serafín cometió los dos actos más brutales y crueles que puede cometer un ser humano». Y ellos sí, a diferencia de la Fiscalía, consideran que el cazador se ensañó con la víctima más allá de lo necesario para matarla: «Como un depredador sexual, planificó su plan y lo ejecutó. Quería que sufriera».El último abogado en tomar la palabra fue el de la defensa, que ante las evidencias poco pudo hacer más allá de discutir ciertos puntos del relato de las acusaciones e intentar amortiguar la pena convenciendo al tribunal de que fue un homicidio y no un asesinato. Porque de lo que no hay duda alguna, y así lo reconoció, es de que su cliente cometió un crimen «atroz». Al día siguiente, este «siguió con su vida, como si hubiera olvidado todo». Diez años después, la Guardia Civil se lo recordó cuando lo detuvo.El jurado empieza a deliberar el próximo miércoles Los miembros del jurado estuvieron bastante activos durante todo el juicio, tomando notas y, en algunas sesiones, formulando también preguntas a testigos y peritos. Ahora, serán ellos los que deberán responder al objeto de veredicto, que el miércoles les entregará el magistrado-presidente del tribunal del jurado, con las preguntas a las que habrán de responder. El magistrado les concede disfrutar con sus familias del fin de semana y la fiesta de San Juan, pero a partir del miércoles deberán encerrarse y estar incomunicados hasta tener un veredicto sobre el crimen. ¿Fue un asesinato o un homicidio? Roger Serafín Rodríguez calló durante más de diez años que en septiembre de 2013 había violado y matado a una mujer a la que no conocía en una zona boscosa de Cabanas (La Coruña). Cuando hace dos años la Guardia Civil lo detuvo tras una ardua investigación con la que logró identificarlo como autor del crimen de Elisa Abruñedo, se vio acorralado y confesó, aunque a su manera. Esta semana, tuvo la oportunidad de defenderse en el juicio que se celebra en la Audiencia de La Coruña, pero optó por el silencio. Por eso ha sorprendido que este viernes, antes de bajarse el telón del juicio, se decidiese a usar su derecho a la última palabra para decir: «No hay forma de justificarlo».«Ni yo mismo puedo conmigo mismo justificarlo. No sé que ha ocurrido, no puedo justificar nada de esto, ni hay forma de que yo pueda rescindir ese daño. Lo que pueda hacer no sirve de nada» . Media docena de frases salidas a trompicones de la boca del cazador pelirrojo para referirse a la violación y muerte de una madre de dos hijos que aquella tarde había salido a caminar tranquilamente, con ropa deportiva y escuchando música con sus auriculares, por el entorno de su casa, en la aldea de Lavandeira.Noticias relacionadas estandar No Un testigo auditivo del crimen de Elisa Abruñedo: «Oí un déjame irme con mi familia» Patricia Abet estandar No Tribunales El asesino pelirrojo de Elisa Abruñedo al que delató su historia genética Patricia AbetEl presidente-magistrado del tribunal del jurado, como contempla la ley, ofreció a Roger Serafín la posibilidad de hablar una vez que las partes acabaron de exponer sus informes finales. El cazador pelirrojo y su abogado, que en todo el juicio no habían intercambiado palabra, lo comentaron entre ellos en voz baja. Y a continuación Roger Serafín se levantó y se dirigió al micrófono para pronunciar unas palabras, algunas ininteligibles, que no consolaron ni a la madre ni a los dos hijos de Elisa, que siguieron en la sala la última sesión del juicio.Todo esto sucedió después de que las partes expusieran sus respectivos informes finales con los que convencer a los miembros del jurado sobre su versión de todo lo que pasó aquella tarde, en torno a las nueve de la noche, en el kilómetro 7,5 de la carretera DP-1503, donde Roger Serafín frenó precipitadamente su Citroën ZX para abordar a la mujer en el arcén, arrastrarla 17 o 18 metros bosque adentro, violarla y acabar con su vida a cuchilladas.¿Asesinato u homicidio?Todas las partes, tanto las tres acusaciones como la defensa, consideran a Roger Serafín autor del crimen y de la agresión sexual. Aunque en la letra pequeña están los matices. Mientras las acusaciones le señalan por un delito de asesinato, además del de agresión sexual, sumando así penas superiores a los 30 años de cárcel, la defensa lo considera un delito de homicidio, que rebajaría sustancialmente la pena. También entre las acusaciones hay ciertas discrepancias: la fiscal sólo ve aplicable al asesinato el agravante de alevosía, mientras que las dos acusaciones particulares, las que representan a cada uno de los hijos de Elisa, piden sumarle, además, ensañamiento y el agravante de superioridad.Unos y otros expusieron ante el jurado sus argumentos en unos informes finales en los que se mostraron bastante escuetos, prescindiendo, en general, de los adornos y la retórica a los que con frecuencia recurren los letrados en juicios con jurado y de cierta repercusión mediática, con el fin de así llamar la atención de sus miembros o en busca de un buen titular.Empezó tomando la palabra la fiscal, que expuso que Roger Serafín había sometido a Elisa a una «violencia brutal» para, después de agredirla sexualmente, acabar con su vida de «tres puñaladas certeras». Lo de las tres puñaladas certeras es importante, porque si bien la representante del Ministerio Público concluye que Roger Serafín no dio opción a Elisa a defenderse –de ahí la alevosía–, no cree que pueda sumársele también el agravante de ensañamiento. Es decir, la fiscal descarta, a diferencia de las acusaciones particulares, que el cazador se recrease en hacer sufrir a Elisa más allá de lo necesario para acabar con su vida.El acusado, un cazador corpulento y pelirrojo, características que contribuyeron decisivamente a que la Guardia Civil lo acabara identificando tras una intensa investigación genética, escuchaba cabizbajo el alegato, negando con la cabeza cuando la fiscal hacía determinadas afirmaciones sobre la motivación del crimen y la salud mental del acusado: «No hay ninguna afectación psíquica que lo explique, simplemente la maldad existe, no hay que buscar más explicaciones», escuchaba Roger Serafín decir a la fiscal, mientras él negaba con la cabeza sin dejar de mirar hacia el suelo. La fiscal, que intervino antes de que Roger Serafín tomase la palabra por primera y última vez para cerrar el juicio, quiso restar valor a aquella confesión a medias ante la Guardia Civil cuando fue detenido en octubre de 2023. Implícitamente, la fiscal estaba rechazando que se pudiera usar como atenuante para desinflar algo su pena: «Lo que hizo fue simplemente negar lo evidente, no hay más, pero ni ha colaborado ni lo ha reconocido, se ha mantenido callado durante diez años y también ahora durante la vista».¿Hubo ensañamiento?Intervinieron a continuación los abogados de la acusación particular, que representan respectivamente a cada uno de los hijos de Elisa, que siguieron la última sesión del juicio acompañando a su abuela. Fueron los más duros en su alegato: «Roger Serafín cometió los dos actos más brutales y crueles que puede cometer un ser humano». Y ellos sí, a diferencia de la Fiscalía, consideran que el cazador se ensañó con la víctima más allá de lo necesario para matarla: «Como un depredador sexual, planificó su plan y lo ejecutó. Quería que sufriera».El último abogado en tomar la palabra fue el de la defensa, que ante las evidencias poco pudo hacer más allá de discutir ciertos puntos del relato de las acusaciones e intentar amortiguar la pena convenciendo al tribunal de que fue un homicidio y no un asesinato. Porque de lo que no hay duda alguna, y así lo reconoció, es de que su cliente cometió un crimen «atroz». Al día siguiente, este «siguió con su vida, como si hubiera olvidado todo». Diez años después, la Guardia Civil se lo recordó cuando lo detuvo.El jurado empieza a deliberar el próximo miércoles Los miembros del jurado estuvieron bastante activos durante todo el juicio, tomando notas y, en algunas sesiones, formulando también preguntas a testigos y peritos. Ahora, serán ellos los que deberán responder al objeto de veredicto, que el miércoles les entregará el magistrado-presidente del tribunal del jurado, con las preguntas a las que habrán de responder. El magistrado les concede disfrutar con sus familias del fin de semana y la fiesta de San Juan, pero a partir del miércoles deberán encerrarse y estar incomunicados hasta tener un veredicto sobre el crimen. ¿Fue un asesinato o un homicidio? Roger Serafín Rodríguez calló durante más de diez años que en septiembre de 2013 había violado y matado a una mujer a la que no conocía en una zona boscosa de Cabanas (La Coruña). Cuando hace dos años la Guardia Civil lo detuvo tras una ardua investigación con la que logró identificarlo como autor del crimen de Elisa Abruñedo, se vio acorralado y confesó, aunque a su manera. Esta semana, tuvo la oportunidad de defenderse en el juicio que se celebra en la Audiencia de La Coruña, pero optó por el silencio. Por eso ha sorprendido que este viernes, antes de bajarse el telón del juicio, se decidiese a usar su derecho a la última palabra para decir: «No hay forma de justificarlo».«Ni yo mismo puedo conmigo mismo justificarlo. No sé que ha ocurrido, no puedo justificar nada de esto, ni hay forma de que yo pueda rescindir ese daño. Lo que pueda hacer no sirve de nada» . Media docena de frases salidas a trompicones de la boca del cazador pelirrojo para referirse a la violación y muerte de una madre de dos hijos que aquella tarde había salido a caminar tranquilamente, con ropa deportiva y escuchando música con sus auriculares, por el entorno de su casa, en la aldea de Lavandeira.Noticias relacionadas estandar No Un testigo auditivo del crimen de Elisa Abruñedo: «Oí un déjame irme con mi familia» Patricia Abet estandar No Tribunales El asesino pelirrojo de Elisa Abruñedo al que delató su historia genética Patricia AbetEl presidente-magistrado del tribunal del jurado, como contempla la ley, ofreció a Roger Serafín la posibilidad de hablar una vez que las partes acabaron de exponer sus informes finales. El cazador pelirrojo y su abogado, que en todo el juicio no habían intercambiado palabra, lo comentaron entre ellos en voz baja. Y a continuación Roger Serafín se levantó y se dirigió al micrófono para pronunciar unas palabras, algunas ininteligibles, que no consolaron ni a la madre ni a los dos hijos de Elisa, que siguieron en la sala la última sesión del juicio.Todo esto sucedió después de que las partes expusieran sus respectivos informes finales con los que convencer a los miembros del jurado sobre su versión de todo lo que pasó aquella tarde, en torno a las nueve de la noche, en el kilómetro 7,5 de la carretera DP-1503, donde Roger Serafín frenó precipitadamente su Citroën ZX para abordar a la mujer en el arcén, arrastrarla 17 o 18 metros bosque adentro, violarla y acabar con su vida a cuchilladas.¿Asesinato u homicidio?Todas las partes, tanto las tres acusaciones como la defensa, consideran a Roger Serafín autor del crimen y de la agresión sexual. Aunque en la letra pequeña están los matices. Mientras las acusaciones le señalan por un delito de asesinato, además del de agresión sexual, sumando así penas superiores a los 30 años de cárcel, la defensa lo considera un delito de homicidio, que rebajaría sustancialmente la pena. También entre las acusaciones hay ciertas discrepancias: la fiscal sólo ve aplicable al asesinato el agravante de alevosía, mientras que las dos acusaciones particulares, las que representan a cada uno de los hijos de Elisa, piden sumarle, además, ensañamiento y el agravante de superioridad.Unos y otros expusieron ante el jurado sus argumentos en unos informes finales en los que se mostraron bastante escuetos, prescindiendo, en general, de los adornos y la retórica a los que con frecuencia recurren los letrados en juicios con jurado y de cierta repercusión mediática, con el fin de así llamar la atención de sus miembros o en busca de un buen titular.Empezó tomando la palabra la fiscal, que expuso que Roger Serafín había sometido a Elisa a una «violencia brutal» para, después de agredirla sexualmente, acabar con su vida de «tres puñaladas certeras». Lo de las tres puñaladas certeras es importante, porque si bien la representante del Ministerio Público concluye que Roger Serafín no dio opción a Elisa a defenderse –de ahí la alevosía–, no cree que pueda sumársele también el agravante de ensañamiento. Es decir, la fiscal descarta, a diferencia de las acusaciones particulares, que el cazador se recrease en hacer sufrir a Elisa más allá de lo necesario para acabar con su vida.El acusado, un cazador corpulento y pelirrojo, características que contribuyeron decisivamente a que la Guardia Civil lo acabara identificando tras una intensa investigación genética, escuchaba cabizbajo el alegato, negando con la cabeza cuando la fiscal hacía determinadas afirmaciones sobre la motivación del crimen y la salud mental del acusado: «No hay ninguna afectación psíquica que lo explique, simplemente la maldad existe, no hay que buscar más explicaciones», escuchaba Roger Serafín decir a la fiscal, mientras él negaba con la cabeza sin dejar de mirar hacia el suelo. La fiscal, que intervino antes de que Roger Serafín tomase la palabra por primera y última vez para cerrar el juicio, quiso restar valor a aquella confesión a medias ante la Guardia Civil cuando fue detenido en octubre de 2023. Implícitamente, la fiscal estaba rechazando que se pudiera usar como atenuante para desinflar algo su pena: «Lo que hizo fue simplemente negar lo evidente, no hay más, pero ni ha colaborado ni lo ha reconocido, se ha mantenido callado durante diez años y también ahora durante la vista».¿Hubo ensañamiento?Intervinieron a continuación los abogados de la acusación particular, que representan respectivamente a cada uno de los hijos de Elisa, que siguieron la última sesión del juicio acompañando a su abuela. Fueron los más duros en su alegato: «Roger Serafín cometió los dos actos más brutales y crueles que puede cometer un ser humano». Y ellos sí, a diferencia de la Fiscalía, consideran que el cazador se ensañó con la víctima más allá de lo necesario para matarla: «Como un depredador sexual, planificó su plan y lo ejecutó. Quería que sufriera».El último abogado en tomar la palabra fue el de la defensa, que ante las evidencias poco pudo hacer más allá de discutir ciertos puntos del relato de las acusaciones e intentar amortiguar la pena convenciendo al tribunal de que fue un homicidio y no un asesinato. Porque de lo que no hay duda alguna, y así lo reconoció, es de que su cliente cometió un crimen «atroz». Al día siguiente, este «siguió con su vida, como si hubiera olvidado todo». Diez años después, la Guardia Civil se lo recordó cuando lo detuvo.El jurado empieza a deliberar el próximo miércoles Los miembros del jurado estuvieron bastante activos durante todo el juicio, tomando notas y, en algunas sesiones, formulando también preguntas a testigos y peritos. Ahora, serán ellos los que deberán responder al objeto de veredicto, que el miércoles les entregará el magistrado-presidente del tribunal del jurado, con las preguntas a las que habrán de responder. El magistrado les concede disfrutar con sus familias del fin de semana y la fiesta de San Juan, pero a partir del miércoles deberán encerrarse y estar incomunicados hasta tener un veredicto sobre el crimen. ¿Fue un asesinato o un homicidio? RSS de noticias de espana
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