Alarmado por el elevado grado de descontento popular, en el mayor colapso socioeconómico sufrido nunca por Cuba , el régimen cubano se ha visto obligado a cambiar de estrategia en su comunicación con los ciudadanos. Sin perspectiva de mejora de las condiciones de vida, en constante declive, ya no cabe realizar promesas de supuestos horizontes en los que todo será resuelto, invocar la épica revolucionaria del sufrimiento o echarle toda la culpa a Estados Unidos. Un nuevo tono de «humildad», inédito en los sesenta años de castrismo, busca rebajar la arrogancia oficialista porque ahora esta puede ser altamente contraproducente para la supervivencia del régimen. El Gobierno teme que la s oberbia institucional puede convertirse en la chispa de una insurrección generalizada de quienes están desesperados.En recientes declaraciones públicas, tanto el presidente del país, Miguel Díaz-Canel, como su primer ministro, Manuel Marrero , han querido mostrar empatía con el padecimiento de muchos cubanos. Ambos han asegurado que comprenden la frustración popular ante problemas derivados de «errores» y «deficiencias» que cabe atribuir a la gestión gubernamental, como la falta de alimentos y los frecuentes y prolongados apagones eléctricos. En realidad, no se trata más que de una táctica comunicativa, pues la represión de cualquier disidencia se mantiene firme.Noticia Relacionada estandar Si Cuba, la isla sin mendigos sumida en la pobreza Camila Acosta A la miseria que sufren los cubanos se suma la indignación tras afirmar la ministra de Trabajo y Seguridad Social que en la isla no hay gente que pida limosna, sino «disfrazados». Le ha costado el cargoEn la celebración del Día de la Rebeldía Nacional, el pasado sábado, Marrero manifestó que, aunque el Gobierno insiste en denunciar el embargo estadounidense como la razón principal de la permanente crisis, eso no significa echar a Washington la culpa de todo lo que no funciona en la isla. «Existen dificultades internas, errores, deficiencias que debemos enfrentar y resolver con nuestros propios esfuerzos», admitió. Consideró que el régimen tiene un «reto serio y acuciante» en la resolución de esos problemas y pidió que la gente confíe en sus gobernantes.Marrero seguía la senda marcada a mediados de mes por Díaz-Canel, cuando este criticó las polémicas declaraciones de la ministra de Trabajo, Marta Elena Feitó . Miembro del comité central del PC, Feitó había negado en la Asamblea Nacional que en Cuba haya mendigos. La ministra, que fue cesada al trascender sus palabras a causa de la indignación popular que estas provocaron, llegó a afirmar que quienes piden en la calle son cubanos disfrazados de mendigos, y si buscan comida entre la basura lo hacen por pasar el tiempo y no querer trabajar.Si las palabras de Feitó chirriaron, no es porque el régimen hiciera algo distinto a lo de siempre –negar la evidencia del fracaso de la revolución–, sino porque hoy la crisis es tal, comparativamente más grave que en cualquier otro periodo anterior, que la actitud habitual sonaba a sarcasmo. Y el régimen entendió que un pueblo que se siente dolido y humillado es peligroso.Reconocer los problemasDe forma que Díaz-Canel reaccionó pronto. Aseguró no compartir lo dicho por la ministra, cuyos juicios estimó «contraproducentes». «No se defiende a la revolución cuando ocultamos los problemas que tenemos», dijo. Según el mandatario, «para enfrentar y resolver» los problemas, «hay que reconocerlos». Díaz-Canel condenó la «soberbia» y «prepotencia» de Feitó, quien evidenció desconexión con «las realidades que vivimos».La nueva campaña comunicativa del Gobierno busca presentar a un Díaz-Canel más cercano, con programas de televisión en los que el presidente cubano dice ser consciente las dificultades de la gente e intenta mostrar sensibilidad social.No obstante, está por ver que esta estrategia sea efectiva. No basta con admitir que la economía va para atrás (una caída del PIB del 1,1% en 2024 según proclaman los datos oficiales; el colapso es del 11% en los últimos cinco años) y con anunciar a qué horas habrá luz eléctrica o los gramos de pollo que llegarán a tal localidad. Tampoco basta con proceder a ceses de altos funcionarios (la destitución de Feitó sigue, entre otras, a la del ministro de Economía, Alejandro Gil , en febrero de 2024; y a la del viceprimer ministro Jorge Luis Perdomo en octubre de ese mismo año). El fallecimiento de Raúl Castro , que se considera no lejano –por edad (94 años) y enfermedad–, puede desorientar aún más al régimen. Alarmado por el elevado grado de descontento popular, en el mayor colapso socioeconómico sufrido nunca por Cuba , el régimen cubano se ha visto obligado a cambiar de estrategia en su comunicación con los ciudadanos. Sin perspectiva de mejora de las condiciones de vida, en constante declive, ya no cabe realizar promesas de supuestos horizontes en los que todo será resuelto, invocar la épica revolucionaria del sufrimiento o echarle toda la culpa a Estados Unidos. Un nuevo tono de «humildad», inédito en los sesenta años de castrismo, busca rebajar la arrogancia oficialista porque ahora esta puede ser altamente contraproducente para la supervivencia del régimen. El Gobierno teme que la s oberbia institucional puede convertirse en la chispa de una insurrección generalizada de quienes están desesperados.En recientes declaraciones públicas, tanto el presidente del país, Miguel Díaz-Canel, como su primer ministro, Manuel Marrero , han querido mostrar empatía con el padecimiento de muchos cubanos. Ambos han asegurado que comprenden la frustración popular ante problemas derivados de «errores» y «deficiencias» que cabe atribuir a la gestión gubernamental, como la falta de alimentos y los frecuentes y prolongados apagones eléctricos. En realidad, no se trata más que de una táctica comunicativa, pues la represión de cualquier disidencia se mantiene firme.Noticia Relacionada estandar Si Cuba, la isla sin mendigos sumida en la pobreza Camila Acosta A la miseria que sufren los cubanos se suma la indignación tras afirmar la ministra de Trabajo y Seguridad Social que en la isla no hay gente que pida limosna, sino «disfrazados». Le ha costado el cargoEn la celebración del Día de la Rebeldía Nacional, el pasado sábado, Marrero manifestó que, aunque el Gobierno insiste en denunciar el embargo estadounidense como la razón principal de la permanente crisis, eso no significa echar a Washington la culpa de todo lo que no funciona en la isla. «Existen dificultades internas, errores, deficiencias que debemos enfrentar y resolver con nuestros propios esfuerzos», admitió. Consideró que el régimen tiene un «reto serio y acuciante» en la resolución de esos problemas y pidió que la gente confíe en sus gobernantes.Marrero seguía la senda marcada a mediados de mes por Díaz-Canel, cuando este criticó las polémicas declaraciones de la ministra de Trabajo, Marta Elena Feitó . Miembro del comité central del PC, Feitó había negado en la Asamblea Nacional que en Cuba haya mendigos. La ministra, que fue cesada al trascender sus palabras a causa de la indignación popular que estas provocaron, llegó a afirmar que quienes piden en la calle son cubanos disfrazados de mendigos, y si buscan comida entre la basura lo hacen por pasar el tiempo y no querer trabajar.Si las palabras de Feitó chirriaron, no es porque el régimen hiciera algo distinto a lo de siempre –negar la evidencia del fracaso de la revolución–, sino porque hoy la crisis es tal, comparativamente más grave que en cualquier otro periodo anterior, que la actitud habitual sonaba a sarcasmo. Y el régimen entendió que un pueblo que se siente dolido y humillado es peligroso.Reconocer los problemasDe forma que Díaz-Canel reaccionó pronto. Aseguró no compartir lo dicho por la ministra, cuyos juicios estimó «contraproducentes». «No se defiende a la revolución cuando ocultamos los problemas que tenemos», dijo. Según el mandatario, «para enfrentar y resolver» los problemas, «hay que reconocerlos». Díaz-Canel condenó la «soberbia» y «prepotencia» de Feitó, quien evidenció desconexión con «las realidades que vivimos».La nueva campaña comunicativa del Gobierno busca presentar a un Díaz-Canel más cercano, con programas de televisión en los que el presidente cubano dice ser consciente las dificultades de la gente e intenta mostrar sensibilidad social.No obstante, está por ver que esta estrategia sea efectiva. No basta con admitir que la economía va para atrás (una caída del PIB del 1,1% en 2024 según proclaman los datos oficiales; el colapso es del 11% en los últimos cinco años) y con anunciar a qué horas habrá luz eléctrica o los gramos de pollo que llegarán a tal localidad. Tampoco basta con proceder a ceses de altos funcionarios (la destitución de Feitó sigue, entre otras, a la del ministro de Economía, Alejandro Gil , en febrero de 2024; y a la del viceprimer ministro Jorge Luis Perdomo en octubre de ese mismo año). El fallecimiento de Raúl Castro , que se considera no lejano –por edad (94 años) y enfermedad–, puede desorientar aún más al régimen. Alarmado por el elevado grado de descontento popular, en el mayor colapso socioeconómico sufrido nunca por Cuba , el régimen cubano se ha visto obligado a cambiar de estrategia en su comunicación con los ciudadanos. Sin perspectiva de mejora de las condiciones de vida, en constante declive, ya no cabe realizar promesas de supuestos horizontes en los que todo será resuelto, invocar la épica revolucionaria del sufrimiento o echarle toda la culpa a Estados Unidos. Un nuevo tono de «humildad», inédito en los sesenta años de castrismo, busca rebajar la arrogancia oficialista porque ahora esta puede ser altamente contraproducente para la supervivencia del régimen. El Gobierno teme que la s oberbia institucional puede convertirse en la chispa de una insurrección generalizada de quienes están desesperados.En recientes declaraciones públicas, tanto el presidente del país, Miguel Díaz-Canel, como su primer ministro, Manuel Marrero , han querido mostrar empatía con el padecimiento de muchos cubanos. Ambos han asegurado que comprenden la frustración popular ante problemas derivados de «errores» y «deficiencias» que cabe atribuir a la gestión gubernamental, como la falta de alimentos y los frecuentes y prolongados apagones eléctricos. En realidad, no se trata más que de una táctica comunicativa, pues la represión de cualquier disidencia se mantiene firme.Noticia Relacionada estandar Si Cuba, la isla sin mendigos sumida en la pobreza Camila Acosta A la miseria que sufren los cubanos se suma la indignación tras afirmar la ministra de Trabajo y Seguridad Social que en la isla no hay gente que pida limosna, sino «disfrazados». Le ha costado el cargoEn la celebración del Día de la Rebeldía Nacional, el pasado sábado, Marrero manifestó que, aunque el Gobierno insiste en denunciar el embargo estadounidense como la razón principal de la permanente crisis, eso no significa echar a Washington la culpa de todo lo que no funciona en la isla. «Existen dificultades internas, errores, deficiencias que debemos enfrentar y resolver con nuestros propios esfuerzos», admitió. Consideró que el régimen tiene un «reto serio y acuciante» en la resolución de esos problemas y pidió que la gente confíe en sus gobernantes.Marrero seguía la senda marcada a mediados de mes por Díaz-Canel, cuando este criticó las polémicas declaraciones de la ministra de Trabajo, Marta Elena Feitó . Miembro del comité central del PC, Feitó había negado en la Asamblea Nacional que en Cuba haya mendigos. La ministra, que fue cesada al trascender sus palabras a causa de la indignación popular que estas provocaron, llegó a afirmar que quienes piden en la calle son cubanos disfrazados de mendigos, y si buscan comida entre la basura lo hacen por pasar el tiempo y no querer trabajar.Si las palabras de Feitó chirriaron, no es porque el régimen hiciera algo distinto a lo de siempre –negar la evidencia del fracaso de la revolución–, sino porque hoy la crisis es tal, comparativamente más grave que en cualquier otro periodo anterior, que la actitud habitual sonaba a sarcasmo. Y el régimen entendió que un pueblo que se siente dolido y humillado es peligroso.Reconocer los problemasDe forma que Díaz-Canel reaccionó pronto. Aseguró no compartir lo dicho por la ministra, cuyos juicios estimó «contraproducentes». «No se defiende a la revolución cuando ocultamos los problemas que tenemos», dijo. Según el mandatario, «para enfrentar y resolver» los problemas, «hay que reconocerlos». Díaz-Canel condenó la «soberbia» y «prepotencia» de Feitó, quien evidenció desconexión con «las realidades que vivimos».La nueva campaña comunicativa del Gobierno busca presentar a un Díaz-Canel más cercano, con programas de televisión en los que el presidente cubano dice ser consciente las dificultades de la gente e intenta mostrar sensibilidad social.No obstante, está por ver que esta estrategia sea efectiva. No basta con admitir que la economía va para atrás (una caída del PIB del 1,1% en 2024 según proclaman los datos oficiales; el colapso es del 11% en los últimos cinco años) y con anunciar a qué horas habrá luz eléctrica o los gramos de pollo que llegarán a tal localidad. Tampoco basta con proceder a ceses de altos funcionarios (la destitución de Feitó sigue, entre otras, a la del ministro de Economía, Alejandro Gil , en febrero de 2024; y a la del viceprimer ministro Jorge Luis Perdomo en octubre de ese mismo año). El fallecimiento de Raúl Castro , que se considera no lejano –por edad (94 años) y enfermedad–, puede desorientar aún más al régimen. RSS de noticias de internacional
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