Para que yo me llame Ángel González… es el primer verso y el título de un poema del poeta asturiano. La poesía habla sobre todas las circunstancias que se deben dar para que un ser humano habite la Tierra en un momento concreto. Un pequeño milagro que se reproduces millones y millones de veces. Algo similar sucede en el fútbol con los goles. Son la sal y la esencia del juego. Y, para que sucedan, se debe dar tal concatenación de factores que, al observarlos con un poco de perspectiva, se antojan tan improbables como que un ser humano ocupe, en un determinado momento de la Historia, el lugar que ocupa. Se percibe muy bien en la repetición a cámara lenta de los tantos. En su camino hacia la red, la pelota atraviesa un sinfín de circunstancias. Un golpeo mejor o peor -o incluso involuntario-, el roce en la pierna del defensa, un bote inesperado, un poste que parece cruzarse en el trayecto… y, en las imágenes, los cuerpos moviéndose al son del esférico y los ojos siguiendo su trayectoria. Mirados con lupa, los goles son alimento para el alma del hincha… y un prodigio de la física.
Alfredo Relaño selecciona diez tantos que cambiaron la historia del fútbol
Para que yo me llame Ángel González… es el primer verso y el título de un poema del poeta asturiano. La poesía habla sobre todas las circunstancias que se deben dar para que un ser humano habite la Tierra en un momento concreto. Un pequeño milagro que se reproduces millones y millones de veces. Algo similar sucede en el fútbol con los goles. Son la sal y la esencia del juego. Y, para que sucedan, se debe dar tal concatenación de factores que, al observarlos con un poco de perspectiva, se antojan tan improbables como que un ser humano ocupe, en un determinado momento de la Historia, el lugar que ocupa. Se percibe muy bien en la repetición a cámara lenta de los tantos. En su camino hacia la red, la pelota atraviesa un sinfín de circunstancias. Un golpeo mejor o peor -o incluso involuntario-, el roce en la pierna del defensa, un bote inesperado, un poste que parece cruzarse en el trayecto… y, en las imágenes, los cuerpos moviéndose al son del esférico y los ojos siguiendo su trayectoria. Mirados con lupa, los goles son alimento para el alma del hincha… y un prodigio de la física.
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