<p class=»ue-c-article__paragraph»>Como en los casos del papel albal, o la aspirina, o los kleenex, o el Tupperware de la merienda, Netflix ha logrado el raro y exclusivo privilegio de la metonimia. La marca se ha apropiado del producto y sentarse delante de cualquier televisión servida en <i>streaming </i>es ya, para desesperación de la competencia, ver Netflix (no hemos llegado aún a <i>netflixear</i>, pero si a imitadores evidentes como Flixolé). <strong>Ted Sarandos (Long Branch, Nueva Jersey, 1964),</strong> de paso por España, parece saberlo consciente de que en poco más de cuarto de siglo (27 años exactamente) ha pasado de outsider a cabeza del establishment de una industria entregada al placer eufórico de la crisis permanente. El actual coCEO de la empresa de la N mayúscula empezó repartiendo dvds enfundados en un sobre rojo (el equivalente a doblar camisas) y hoy es la voz de la plataforma, para bien o para mal, en boca de todos con 700 millones de espectadores repartido en 190 países. Para unos es el demonio (pensadores como el alemán Byung Chul Han señalan a las series y su consumo bulímico como el síntoma de todos los Apocalipsis modernos); para otros, la salvación democratizadora y global, y para el resto -los más flemáticos- el lugar de <i>Strangers things, El juego del calamar </i>o <i>La casa de papel.</i></p>
Con ocasión del décimo aniversario de su llegada a España, el consejero delegado de la plataforma de la N mayúscula repasa con EL MUNDO los nuevos retos de la compañía, el susto vivido con el descalabro bursátil de 2022, la intensa relación con los Oscar, el episodio con Karla Sofía Gascón, el futuro de las salas de cine y hasta su debut como actor en la serie The Studio
<p class=»ue-c-article__paragraph»>Como en los casos del papel albal, o la aspirina, o los kleenex, o el Tupperware de la merienda, Netflix ha logrado el raro y exclusivo privilegio de la metonimia. La marca se ha apropiado del producto y sentarse delante de cualquier televisión servida en <i>streaming </i>es ya, para desesperación de la competencia, ver Netflix (no hemos llegado aún a <i>netflixear</i>, pero si a imitadores evidentes como Flixolé). <strong>Ted Sarandos (Long Branch, Nueva Jersey, 1964),</strong> de paso por España, parece saberlo consciente de que en poco más de cuarto de siglo (27 años exactamente) ha pasado de outsider a cabeza del establishment de una industria entregada al placer eufórico de la crisis permanente. El actual coCEO de la empresa de la N mayúscula empezó repartiendo dvds enfundados en un sobre rojo (el equivalente a doblar camisas) y hoy es la voz de la plataforma, para bien o para mal, en boca de todos con 700 millones de espectadores repartido en 190 países. Para unos es el demonio (pensadores como el alemán Byung Chul Han señalan a las series y su consumo bulímico como el síntoma de todos los Apocalipsis modernos); para otros, la salvación democratizadora y global, y para el resto -los más flemáticos- el lugar de <i>Strangers things, El juego del calamar </i>o <i>La casa de papel.</i></p>
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