Crítica de teatro ‘El misantrop’ Autoría Molière Dirección David Selvas Dramaturgia Sergi Pompermayer Escenografía Alejandro Andújar Vestuario Marta Pell Iluminación Jaume Ventura Espacio sonoro y música original Paula Jornet, Adrià Jornet Audiovisuales Mar Orfila Intérpretes Pol López, Mireia Aixalà, Laia Alsina, Júlia Genís, Norbert Martínez, David Menéndez, Alex Pereira, Albert Prat Lugar Teatre Lliure, Barcelona 4«No pretendo cambiar el mundo, intento que el mundo no me cambie a mí». Lo afirma Alceste, el misántropo que Molière creó en 1666, ahora con los ropajes de 2024. Trascurridos tres siglos y medio de aquella pieza de postrimerías la hipocresía y la autocensura siguen siendo monedas de cambio para la aceptación social. Malos tiempos antaño e igual de malos hogaño para una productora discográfica llamada Misántropo Récords . Todo lo que digas sinceramente será tomado en tu contra. Y Alceste lo dice. Un niñato de su empresa le propone escuchar la bazofia que compone. Y Alceste expresa lo que realmente piensa de la canción, aquello que el niñato no esperaba escuchar. Molière se adelantó a Nietzsche en la cuestión palpitante de todos los tiempos: ¿cuánta verdad somos capaces de soportar? Y Alceste revive para reiterar la pregunta maldita en una sociedad que industrializa la toxicidad en las redes. De la ‘influenza’ a los ‘influencer’ todo es epidemia. David Selvas y Sergi Pompermayer han realzado la subversión misantrópica con una relectura contemporánea que mantiene la columna vertebral del Molière más crítico. Cambiar de atavíos para constatar que todo sigue igual. Pol López , casi siempre convincente, metaboliza el malestar del Alceste que no encaja en el rebaño de la servidumbre digital. Mireia Aixalà encarna a la Célimène que duda entre acompañar a Alceste o escuchar el canto de sirena de sus pretendientes y seguir en la burbuja de los ‘likes’: la inquisición rediviva propaga en pocos minutos el linchamiento del disidente. La escenografía de Alejandro Andújar divide el escenario entre el estudio abarrotado de mobiliario, aparatos musicales y ruido y el espacio, gris y desnudo, en el que Alceste y Célimène reflexionan sobre su relación. La música atmosférica de Paula y Adrià Jornet se conjuga con el ‘Rocket Man’ de Elton John , aquellos ‘Sweet Dreams’ de Eurythmics o el ‘Perfect Day’ de Lou Reed que Alceste entona con melancolía. En el mejor teatro el desenlace no debe ser la confirmación, a machamartillo, de una tesis. ¿Huir de la sociedad o persistir en modo Sísifo? Umberto Eco lo resumió en la afortunada fórmula de ‘apocalípticos’ e ‘integrados’. Alceste y Célimène, por ejemplo. Crítica de teatro ‘El misantrop’ Autoría Molière Dirección David Selvas Dramaturgia Sergi Pompermayer Escenografía Alejandro Andújar Vestuario Marta Pell Iluminación Jaume Ventura Espacio sonoro y música original Paula Jornet, Adrià Jornet Audiovisuales Mar Orfila Intérpretes Pol López, Mireia Aixalà, Laia Alsina, Júlia Genís, Norbert Martínez, David Menéndez, Alex Pereira, Albert Prat Lugar Teatre Lliure, Barcelona 4«No pretendo cambiar el mundo, intento que el mundo no me cambie a mí». Lo afirma Alceste, el misántropo que Molière creó en 1666, ahora con los ropajes de 2024. Trascurridos tres siglos y medio de aquella pieza de postrimerías la hipocresía y la autocensura siguen siendo monedas de cambio para la aceptación social. Malos tiempos antaño e igual de malos hogaño para una productora discográfica llamada Misántropo Récords . Todo lo que digas sinceramente será tomado en tu contra. Y Alceste lo dice. Un niñato de su empresa le propone escuchar la bazofia que compone. Y Alceste expresa lo que realmente piensa de la canción, aquello que el niñato no esperaba escuchar. Molière se adelantó a Nietzsche en la cuestión palpitante de todos los tiempos: ¿cuánta verdad somos capaces de soportar? Y Alceste revive para reiterar la pregunta maldita en una sociedad que industrializa la toxicidad en las redes. De la ‘influenza’ a los ‘influencer’ todo es epidemia. David Selvas y Sergi Pompermayer han realzado la subversión misantrópica con una relectura contemporánea que mantiene la columna vertebral del Molière más crítico. Cambiar de atavíos para constatar que todo sigue igual. Pol López , casi siempre convincente, metaboliza el malestar del Alceste que no encaja en el rebaño de la servidumbre digital. Mireia Aixalà encarna a la Célimène que duda entre acompañar a Alceste o escuchar el canto de sirena de sus pretendientes y seguir en la burbuja de los ‘likes’: la inquisición rediviva propaga en pocos minutos el linchamiento del disidente. La escenografía de Alejandro Andújar divide el escenario entre el estudio abarrotado de mobiliario, aparatos musicales y ruido y el espacio, gris y desnudo, en el que Alceste y Célimène reflexionan sobre su relación. La música atmosférica de Paula y Adrià Jornet se conjuga con el ‘Rocket Man’ de Elton John , aquellos ‘Sweet Dreams’ de Eurythmics o el ‘Perfect Day’ de Lou Reed que Alceste entona con melancolía. En el mejor teatro el desenlace no debe ser la confirmación, a machamartillo, de una tesis. ¿Huir de la sociedad o persistir en modo Sísifo? Umberto Eco lo resumió en la afortunada fórmula de ‘apocalípticos’ e ‘integrados’. Alceste y Célimène, por ejemplo. Crítica de teatro ‘El misantrop’ Autoría Molière Dirección David Selvas Dramaturgia Sergi Pompermayer Escenografía Alejandro Andújar Vestuario Marta Pell Iluminación Jaume Ventura Espacio sonoro y música original Paula Jornet, Adrià Jornet Audiovisuales Mar Orfila Intérpretes Pol López, Mireia Aixalà, Laia Alsina, Júlia Genís, Norbert Martínez, David Menéndez, Alex Pereira, Albert Prat Lugar Teatre Lliure, Barcelona 4«No pretendo cambiar el mundo, intento que el mundo no me cambie a mí». Lo afirma Alceste, el misántropo que Molière creó en 1666, ahora con los ropajes de 2024. Trascurridos tres siglos y medio de aquella pieza de postrimerías la hipocresía y la autocensura siguen siendo monedas de cambio para la aceptación social. Malos tiempos antaño e igual de malos hogaño para una productora discográfica llamada Misántropo Récords . Todo lo que digas sinceramente será tomado en tu contra. Y Alceste lo dice. Un niñato de su empresa le propone escuchar la bazofia que compone. Y Alceste expresa lo que realmente piensa de la canción, aquello que el niñato no esperaba escuchar. Molière se adelantó a Nietzsche en la cuestión palpitante de todos los tiempos: ¿cuánta verdad somos capaces de soportar? Y Alceste revive para reiterar la pregunta maldita en una sociedad que industrializa la toxicidad en las redes. De la ‘influenza’ a los ‘influencer’ todo es epidemia. David Selvas y Sergi Pompermayer han realzado la subversión misantrópica con una relectura contemporánea que mantiene la columna vertebral del Molière más crítico. Cambiar de atavíos para constatar que todo sigue igual. Pol López , casi siempre convincente, metaboliza el malestar del Alceste que no encaja en el rebaño de la servidumbre digital. Mireia Aixalà encarna a la Célimène que duda entre acompañar a Alceste o escuchar el canto de sirena de sus pretendientes y seguir en la burbuja de los ‘likes’: la inquisición rediviva propaga en pocos minutos el linchamiento del disidente. La escenografía de Alejandro Andújar divide el escenario entre el estudio abarrotado de mobiliario, aparatos musicales y ruido y el espacio, gris y desnudo, en el que Alceste y Célimène reflexionan sobre su relación. La música atmosférica de Paula y Adrià Jornet se conjuga con el ‘Rocket Man’ de Elton John , aquellos ‘Sweet Dreams’ de Eurythmics o el ‘Perfect Day’ de Lou Reed que Alceste entona con melancolía. En el mejor teatro el desenlace no debe ser la confirmación, a machamartillo, de una tesis. ¿Huir de la sociedad o persistir en modo Sísifo? Umberto Eco lo resumió en la afortunada fórmula de ‘apocalípticos’ e ‘integrados’. Alceste y Célimène, por ejemplo. RSS de noticias de cultura
Noticias Similares