Irene Paredes, besando la medalla de plata. Me representa. Es todo dignidad. Autocrítica, amor propio y orgullo. Como cuando asume que el gol encajado durante los 90 minutos pudo haberse evitado. Como cuando se emociona y es incapaz de controlar las lágrimas, preguntada por el valor que también tiene el metal que lleva colgado al cuello, aunque no sea de oro.
Esta España que deslumbra hoy con una generación de oro no tiene que pedir disculpas por fallar en la final, sino seguir hablando solo de fútbol
Irene Paredes, besando la medalla de plata. Me representa. Es todo dignidad. Autocrítica, amor propio y orgullo. Como cuando asume que el gol encajado durante los 90 minutos pudo haberse evitado. Como cuando se emociona y es incapaz de controlar las lágrimas, preguntada por el valor que también tiene el metal que lleva colgado al cuello, aunque no sea de oro.
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