El Papa León XIV, que no esconde su afición al tenis, ha clausurado con una misa en San Pedro el Jubileo de los deportistas , y les ha asegurado que el deporte «es un reflejo de la belleza de Dios», que para los cristianos es precisamente «un Dios que se divierte». Al hilo de los desafíos del mundo actual, desde la adicción a Internet hasta la polarización, ha recordado que el deporte es una escuela de vida porque «allí se aprende a perder», a reconciliarse con la propia «fragilidad, límite e imperfección». Han participado en el evento Thomas Bach, presidente saliente del Comité Olímpico Internacional, el ex piloto de Fórmula 1 Felipe Massa, o el entrenador Sérgio Conceição, junto a miles de deportistas de todas las categorías.En una curiosa homilía llena de referencias a padres de la Iglesia y sus predecesores, el Papa ha explicado la relación entre Dios y el deporte. «El deporte puede ayudarnos a encontrar a Dios porque requiere un movimiento del yo hacia el otro, ciertamente exterior, pero también y sobre todo interior. Sin esto, se reduce a una estéril competencia de egoísmos», ha iniciado.«No se trata solo de dar una prestación física, quizá extraordinaria, sino de darse uno mismo, de ‘jugársela’», ha asegurado en la basílica de San Pedro ante unos 8.000 deportistas. «Se trata de entregarse por los demás —por el propio crecimiento, por los aficionados, por los seres queridos, por los entrenadores, por los colaboradores, por el público, incluso por los adversarios— y, si se es verdaderamente deportista, esto vale independientemente del resultado».Dice por ejemplo que el deporte es un «instrumento de recomposición y encuentro entre los pueblos, en las comunidades, en los entornos escolares y laborales, en las familias», algo fundamental «en una sociedad marcada por la soledad, en la que el individualismo exagerado ha desplazado el centro de gravedad del «nosotros» al «yo», terminando por ignorar al otro».Contacto con la naturalezaTambién, ante el predominio de la dimensión digital «en la que las tecnologías, aunque acercan a personas lejanas, a menudo alejan a quienes están cerca, el deporte valora la concreción de estar juntos, el sentido del cuerpo, del espacio, del esfuerzo, del tiempo real. Así, frente a la tentación de huir a mundos virtuales, ayuda a mantener un contacto saludable con la naturaleza y con la vida concreta, único lugar en el que se ejerce el amor».En términos geopolíticos, «en una sociedad competitiva, donde parece que sólo los fuertes y los ganadores merecen vivir, el deporte también enseña a perder, poniendo a prueba al hombre, en el arte de la derrota, con una de las verdades más profundas de su condición: la fragilidad, el límite, la imperfección». En su opinión, «perder es importante, porque a partir de la experiencia de esta fragilidad nos abrimos a la esperanza». «El atleta que nunca se equivoca, que no pierde jamás, no existe. Los campeones no son máquinas infalibles, sino hombres y mujeres que, incluso cuando caen, encuentran el valor para levantarse», ha insistido.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Luis Argüello: «La salida a este bloqueo institucional es dar voz a los ciudadanos» noticia No El Papa pide «responsabilidad» para detener la guerra entre Israel e IránEste sábado, el presidente del COI, Thomas Bach, atravesó la puerta santa de la basílica junto a cientos de deportistas, llevando la «cruz de los atletas», hecha con 15 piezas de madera diferentes de todo el mundo, y que desde 2012 ha presidido la capilla la Villa Olímpica en sus diferentes sedes. El Papa León XIV, que no esconde su afición al tenis, ha clausurado con una misa en San Pedro el Jubileo de los deportistas , y les ha asegurado que el deporte «es un reflejo de la belleza de Dios», que para los cristianos es precisamente «un Dios que se divierte». Al hilo de los desafíos del mundo actual, desde la adicción a Internet hasta la polarización, ha recordado que el deporte es una escuela de vida porque «allí se aprende a perder», a reconciliarse con la propia «fragilidad, límite e imperfección». Han participado en el evento Thomas Bach, presidente saliente del Comité Olímpico Internacional, el ex piloto de Fórmula 1 Felipe Massa, o el entrenador Sérgio Conceição, junto a miles de deportistas de todas las categorías.En una curiosa homilía llena de referencias a padres de la Iglesia y sus predecesores, el Papa ha explicado la relación entre Dios y el deporte. «El deporte puede ayudarnos a encontrar a Dios porque requiere un movimiento del yo hacia el otro, ciertamente exterior, pero también y sobre todo interior. Sin esto, se reduce a una estéril competencia de egoísmos», ha iniciado.«No se trata solo de dar una prestación física, quizá extraordinaria, sino de darse uno mismo, de ‘jugársela’», ha asegurado en la basílica de San Pedro ante unos 8.000 deportistas. «Se trata de entregarse por los demás —por el propio crecimiento, por los aficionados, por los seres queridos, por los entrenadores, por los colaboradores, por el público, incluso por los adversarios— y, si se es verdaderamente deportista, esto vale independientemente del resultado».Dice por ejemplo que el deporte es un «instrumento de recomposición y encuentro entre los pueblos, en las comunidades, en los entornos escolares y laborales, en las familias», algo fundamental «en una sociedad marcada por la soledad, en la que el individualismo exagerado ha desplazado el centro de gravedad del «nosotros» al «yo», terminando por ignorar al otro».Contacto con la naturalezaTambién, ante el predominio de la dimensión digital «en la que las tecnologías, aunque acercan a personas lejanas, a menudo alejan a quienes están cerca, el deporte valora la concreción de estar juntos, el sentido del cuerpo, del espacio, del esfuerzo, del tiempo real. Así, frente a la tentación de huir a mundos virtuales, ayuda a mantener un contacto saludable con la naturaleza y con la vida concreta, único lugar en el que se ejerce el amor».En términos geopolíticos, «en una sociedad competitiva, donde parece que sólo los fuertes y los ganadores merecen vivir, el deporte también enseña a perder, poniendo a prueba al hombre, en el arte de la derrota, con una de las verdades más profundas de su condición: la fragilidad, el límite, la imperfección». En su opinión, «perder es importante, porque a partir de la experiencia de esta fragilidad nos abrimos a la esperanza». «El atleta que nunca se equivoca, que no pierde jamás, no existe. Los campeones no son máquinas infalibles, sino hombres y mujeres que, incluso cuando caen, encuentran el valor para levantarse», ha insistido.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Luis Argüello: «La salida a este bloqueo institucional es dar voz a los ciudadanos» noticia No El Papa pide «responsabilidad» para detener la guerra entre Israel e IránEste sábado, el presidente del COI, Thomas Bach, atravesó la puerta santa de la basílica junto a cientos de deportistas, llevando la «cruz de los atletas», hecha con 15 piezas de madera diferentes de todo el mundo, y que desde 2012 ha presidido la capilla la Villa Olímpica en sus diferentes sedes. El Papa León XIV, que no esconde su afición al tenis, ha clausurado con una misa en San Pedro el Jubileo de los deportistas , y les ha asegurado que el deporte «es un reflejo de la belleza de Dios», que para los cristianos es precisamente «un Dios que se divierte». Al hilo de los desafíos del mundo actual, desde la adicción a Internet hasta la polarización, ha recordado que el deporte es una escuela de vida porque «allí se aprende a perder», a reconciliarse con la propia «fragilidad, límite e imperfección». Han participado en el evento Thomas Bach, presidente saliente del Comité Olímpico Internacional, el ex piloto de Fórmula 1 Felipe Massa, o el entrenador Sérgio Conceição, junto a miles de deportistas de todas las categorías.En una curiosa homilía llena de referencias a padres de la Iglesia y sus predecesores, el Papa ha explicado la relación entre Dios y el deporte. «El deporte puede ayudarnos a encontrar a Dios porque requiere un movimiento del yo hacia el otro, ciertamente exterior, pero también y sobre todo interior. Sin esto, se reduce a una estéril competencia de egoísmos», ha iniciado.«No se trata solo de dar una prestación física, quizá extraordinaria, sino de darse uno mismo, de ‘jugársela’», ha asegurado en la basílica de San Pedro ante unos 8.000 deportistas. «Se trata de entregarse por los demás —por el propio crecimiento, por los aficionados, por los seres queridos, por los entrenadores, por los colaboradores, por el público, incluso por los adversarios— y, si se es verdaderamente deportista, esto vale independientemente del resultado».Dice por ejemplo que el deporte es un «instrumento de recomposición y encuentro entre los pueblos, en las comunidades, en los entornos escolares y laborales, en las familias», algo fundamental «en una sociedad marcada por la soledad, en la que el individualismo exagerado ha desplazado el centro de gravedad del «nosotros» al «yo», terminando por ignorar al otro».Contacto con la naturalezaTambién, ante el predominio de la dimensión digital «en la que las tecnologías, aunque acercan a personas lejanas, a menudo alejan a quienes están cerca, el deporte valora la concreción de estar juntos, el sentido del cuerpo, del espacio, del esfuerzo, del tiempo real. Así, frente a la tentación de huir a mundos virtuales, ayuda a mantener un contacto saludable con la naturaleza y con la vida concreta, único lugar en el que se ejerce el amor».En términos geopolíticos, «en una sociedad competitiva, donde parece que sólo los fuertes y los ganadores merecen vivir, el deporte también enseña a perder, poniendo a prueba al hombre, en el arte de la derrota, con una de las verdades más profundas de su condición: la fragilidad, el límite, la imperfección». En su opinión, «perder es importante, porque a partir de la experiencia de esta fragilidad nos abrimos a la esperanza». «El atleta que nunca se equivoca, que no pierde jamás, no existe. Los campeones no son máquinas infalibles, sino hombres y mujeres que, incluso cuando caen, encuentran el valor para levantarse», ha insistido.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Luis Argüello: «La salida a este bloqueo institucional es dar voz a los ciudadanos» noticia No El Papa pide «responsabilidad» para detener la guerra entre Israel e IránEste sábado, el presidente del COI, Thomas Bach, atravesó la puerta santa de la basílica junto a cientos de deportistas, llevando la «cruz de los atletas», hecha con 15 piezas de madera diferentes de todo el mundo, y que desde 2012 ha presidido la capilla la Villa Olímpica en sus diferentes sedes. RSS de noticias de sociedad
Noticias Similares