A la hora en que en Marbella hacían el paseíllo el genio del arte y sus discípulos, en la Plaza Real se tarareaba, al son de la banda, «mi jaca galopa y corta el viento cuando pasa por El Puerto caminito de Jerez». Aquí no había candiles, sino grupas y riendas en una corrida de rejones con acento portugués en una noche en la que la banda del maestro Dueñas -ahora con Alonso Barba al frente- y sus músicos bien se ganaron la puerta grande. Abrió plaza Ribeiro Telles, que cosió a dos pistas, a lomos del 38, la boyante embestida de Mentiroso, hecho cuesta arriba, pero con buen son. Citó al pitón contrario en las banderillas, tanto en el tercio como en los medios. Dispuesto y con ganas de agradar, resolutivo como en la pirueta cuando se dejó llegar demasiado al extraordinario toro, con tremenda fija y con la boca cerrada pese a las múltiples carreras. Lo cazó a la primera y le dieron dos orejas pedidas con generosidad por el público. Puestos a puntuar al alza, Mentiroso hubiese merecido la vuelta en el arrastre. Dos rejones de castigo puso Diego Ventura al segundo, herrado con el número 100 y de 500 kilos. Todo exacto. Como el quiebro por dentro del jinete de La Puebla sobre Nómada. Soberbia la primera banderilla, citando al pitón contrario, toreando al toro de verdad. En un espacio milimétrico, volvió a quebrar con extrema pureza. Bragado con Bragado, que así se llamaba el astado luso. Nada tenía que ver con su primer hermano este animal, mucho más paradote. Ventura sacó su arma infalible: Bronce, sin las riendas. Solo el caballo, el caballero y el toro, al que pegaba bocados. El caballo y el caballero, porque no se puede arrimar más un tío. A lo Peralta abandonó el albero con la gente en pie. Y así siguió cuando a lomos de Brillante, sin pausa, se adornó con el violín. Todo lo estropeó con el acero. Aquellas cercanías se disiparon con Joao Ribeiro Telles, con esa manera de batir con tantos metros de por medio. Carreras y abuso de la voz en su voluntariosa labor, que necesitó del uso del descabello.El Puerto de Santa María Plaza Real. Viernes, 8 de agosto de 2025. Cuarta corrida. Alrededor de media entrada. Toros de David Ribeiro Telles, bien comidos, correctamente presentados para rejones y de variado juego, muy interesante. Rui Fernandes, rejón trasero y contrario (dos orejas); pinchazo y rejón (petición y vuelta al ruedo). Diego Ventura, dos pinchazos, rejón y descabello (leve petición y saludos); pinchazo y rejón (dos orejas). Joao Ribeiro Telles, rejón chalequero contrario y dos descabellos (saludos); pinchazo, otro hondo, rejón contrario caído y descabello (palmas de despedida).Mucha movilidad trajo el quinto, aunque más áspero y con afán de pegar derrotes. En apuros puso a Rui Fernandes, que quiso siempre agradar con guiños a la galería como el balanceo, pero no faltaron los fallos. Con maestría logró Ventura encelar al quinto, con una prodigiosa técnica, con esos conocimientos de un genio a caballo. Portentosos los quiebros sobre Nivaldo, la cima de la noche. Con el ‘piaffe’ citó con una de las nuevas cabalgaduras hasta meterse en terrenos del toro. En los medios, cortísimas las distancias, de frente y valentísimo, hasta llevarse el arreón del toro. Brillante broche con las rosas antes del rejón final, precedido de un pinchazo. No fue óbice para las dos orejas en una noche de puerta grande en la que marcó la diferencia.Mucho mejr Ribeiro con el sexto que con su primero. Queriendo, clavando arriba y con algún quiebro por dentro de mucha exposición. Ansiaba el triunfo para auparse a hombros con sus compañero. El rejón de muerte lo frenó en una nueva tarde (noche) en la que Diego Ventura marcó diferencias. Qué bonito fue ver a tantos niños y chavales lanzarse al ruedo para acompañar por la puerta grande a los caballeros. A la hora en que en Marbella hacían el paseíllo el genio del arte y sus discípulos, en la Plaza Real se tarareaba, al son de la banda, «mi jaca galopa y corta el viento cuando pasa por El Puerto caminito de Jerez». Aquí no había candiles, sino grupas y riendas en una corrida de rejones con acento portugués en una noche en la que la banda del maestro Dueñas -ahora con Alonso Barba al frente- y sus músicos bien se ganaron la puerta grande. Abrió plaza Ribeiro Telles, que cosió a dos pistas, a lomos del 38, la boyante embestida de Mentiroso, hecho cuesta arriba, pero con buen son. Citó al pitón contrario en las banderillas, tanto en el tercio como en los medios. Dispuesto y con ganas de agradar, resolutivo como en la pirueta cuando se dejó llegar demasiado al extraordinario toro, con tremenda fija y con la boca cerrada pese a las múltiples carreras. Lo cazó a la primera y le dieron dos orejas pedidas con generosidad por el público. Puestos a puntuar al alza, Mentiroso hubiese merecido la vuelta en el arrastre. Dos rejones de castigo puso Diego Ventura al segundo, herrado con el número 100 y de 500 kilos. Todo exacto. Como el quiebro por dentro del jinete de La Puebla sobre Nómada. Soberbia la primera banderilla, citando al pitón contrario, toreando al toro de verdad. En un espacio milimétrico, volvió a quebrar con extrema pureza. Bragado con Bragado, que así se llamaba el astado luso. Nada tenía que ver con su primer hermano este animal, mucho más paradote. Ventura sacó su arma infalible: Bronce, sin las riendas. Solo el caballo, el caballero y el toro, al que pegaba bocados. El caballo y el caballero, porque no se puede arrimar más un tío. A lo Peralta abandonó el albero con la gente en pie. Y así siguió cuando a lomos de Brillante, sin pausa, se adornó con el violín. Todo lo estropeó con el acero. Aquellas cercanías se disiparon con Joao Ribeiro Telles, con esa manera de batir con tantos metros de por medio. Carreras y abuso de la voz en su voluntariosa labor, que necesitó del uso del descabello.El Puerto de Santa María Plaza Real. Viernes, 8 de agosto de 2025. Cuarta corrida. Alrededor de media entrada. Toros de David Ribeiro Telles, bien comidos, correctamente presentados para rejones y de variado juego, muy interesante. Rui Fernandes, rejón trasero y contrario (dos orejas); pinchazo y rejón (petición y vuelta al ruedo). Diego Ventura, dos pinchazos, rejón y descabello (leve petición y saludos); pinchazo y rejón (dos orejas). Joao Ribeiro Telles, rejón chalequero contrario y dos descabellos (saludos); pinchazo, otro hondo, rejón contrario caído y descabello (palmas de despedida).Mucha movilidad trajo el quinto, aunque más áspero y con afán de pegar derrotes. En apuros puso a Rui Fernandes, que quiso siempre agradar con guiños a la galería como el balanceo, pero no faltaron los fallos. Con maestría logró Ventura encelar al quinto, con una prodigiosa técnica, con esos conocimientos de un genio a caballo. Portentosos los quiebros sobre Nivaldo, la cima de la noche. Con el ‘piaffe’ citó con una de las nuevas cabalgaduras hasta meterse en terrenos del toro. En los medios, cortísimas las distancias, de frente y valentísimo, hasta llevarse el arreón del toro. Brillante broche con las rosas antes del rejón final, precedido de un pinchazo. No fue óbice para las dos orejas en una noche de puerta grande en la que marcó la diferencia.Mucho mejr Ribeiro con el sexto que con su primero. Queriendo, clavando arriba y con algún quiebro por dentro de mucha exposición. Ansiaba el triunfo para auparse a hombros con sus compañero. El rejón de muerte lo frenó en una nueva tarde (noche) en la que Diego Ventura marcó diferencias. Qué bonito fue ver a tantos niños y chavales lanzarse al ruedo para acompañar por la puerta grande a los caballeros. A la hora en que en Marbella hacían el paseíllo el genio del arte y sus discípulos, en la Plaza Real se tarareaba, al son de la banda, «mi jaca galopa y corta el viento cuando pasa por El Puerto caminito de Jerez». Aquí no había candiles, sino grupas y riendas en una corrida de rejones con acento portugués en una noche en la que la banda del maestro Dueñas -ahora con Alonso Barba al frente- y sus músicos bien se ganaron la puerta grande. Abrió plaza Ribeiro Telles, que cosió a dos pistas, a lomos del 38, la boyante embestida de Mentiroso, hecho cuesta arriba, pero con buen son. Citó al pitón contrario en las banderillas, tanto en el tercio como en los medios. Dispuesto y con ganas de agradar, resolutivo como en la pirueta cuando se dejó llegar demasiado al extraordinario toro, con tremenda fija y con la boca cerrada pese a las múltiples carreras. Lo cazó a la primera y le dieron dos orejas pedidas con generosidad por el público. Puestos a puntuar al alza, Mentiroso hubiese merecido la vuelta en el arrastre. Dos rejones de castigo puso Diego Ventura al segundo, herrado con el número 100 y de 500 kilos. Todo exacto. Como el quiebro por dentro del jinete de La Puebla sobre Nómada. Soberbia la primera banderilla, citando al pitón contrario, toreando al toro de verdad. En un espacio milimétrico, volvió a quebrar con extrema pureza. Bragado con Bragado, que así se llamaba el astado luso. Nada tenía que ver con su primer hermano este animal, mucho más paradote. Ventura sacó su arma infalible: Bronce, sin las riendas. Solo el caballo, el caballero y el toro, al que pegaba bocados. El caballo y el caballero, porque no se puede arrimar más un tío. A lo Peralta abandonó el albero con la gente en pie. Y así siguió cuando a lomos de Brillante, sin pausa, se adornó con el violín. Todo lo estropeó con el acero. Aquellas cercanías se disiparon con Joao Ribeiro Telles, con esa manera de batir con tantos metros de por medio. Carreras y abuso de la voz en su voluntariosa labor, que necesitó del uso del descabello.El Puerto de Santa María Plaza Real. Viernes, 8 de agosto de 2025. Cuarta corrida. Alrededor de media entrada. Toros de David Ribeiro Telles, bien comidos, correctamente presentados para rejones y de variado juego, muy interesante. Rui Fernandes, rejón trasero y contrario (dos orejas); pinchazo y rejón (petición y vuelta al ruedo). Diego Ventura, dos pinchazos, rejón y descabello (leve petición y saludos); pinchazo y rejón (dos orejas). Joao Ribeiro Telles, rejón chalequero contrario y dos descabellos (saludos); pinchazo, otro hondo, rejón contrario caído y descabello (palmas de despedida).Mucha movilidad trajo el quinto, aunque más áspero y con afán de pegar derrotes. En apuros puso a Rui Fernandes, que quiso siempre agradar con guiños a la galería como el balanceo, pero no faltaron los fallos. Con maestría logró Ventura encelar al quinto, con una prodigiosa técnica, con esos conocimientos de un genio a caballo. Portentosos los quiebros sobre Nivaldo, la cima de la noche. Con el ‘piaffe’ citó con una de las nuevas cabalgaduras hasta meterse en terrenos del toro. En los medios, cortísimas las distancias, de frente y valentísimo, hasta llevarse el arreón del toro. Brillante broche con las rosas antes del rejón final, precedido de un pinchazo. No fue óbice para las dos orejas en una noche de puerta grande en la que marcó la diferencia.Mucho mejr Ribeiro con el sexto que con su primero. Queriendo, clavando arriba y con algún quiebro por dentro de mucha exposición. Ansiaba el triunfo para auparse a hombros con sus compañero. El rejón de muerte lo frenó en una nueva tarde (noche) en la que Diego Ventura marcó diferencias. Qué bonito fue ver a tantos niños y chavales lanzarse al ruedo para acompañar por la puerta grande a los caballeros. RSS de noticias de cultura
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