Nicola Packer, como otras muchas mujeres, descubrió que se había quedado embarazada con 41 años durante la pandemia, cuando hasta las decisiones más vitales tenían que tomarse en soledad y por remoto. Consultó con el Servicio Nacional de Salud, vía telefónica, y obtuvo la medicación para interrumpir su embarazo. Pero en contra de lo que ella pensaba y dijo a quien la atendió, la gestación superaba el límite legal de las diez semanas para ese aborto autoinducido. Llevaba embarazada 26 semanas.
La ley de supuestos, de 1967, dejaba una serie de lagunas que han llevado ante los tribunales a casi cien investigadas
Nicola Packer, como otras muchas mujeres, descubrió que se había quedado embarazada con 41 años durante la pandemia, cuando hasta las decisiones más vitales tenían que tomarse en soledad y por remoto. Consultó con el Servicio Nacional de Salud, vía telefónica, y obtuvo la medicación para interrumpir su embarazo. Pero en contra de lo que ella pensaba y dijo a quien la atendió, la gestación superaba el límite legal de las diez semanas para ese aborto autoinducido. Llevaba embarazada 26 semanas.
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