Solo uno parece reflexionar, algunos otros están apesadumbrados y las caras de una mayoría muestran mosqueo, si no enojo. Las miradas que salen de las pinturas que alberga el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) y que decoraron parte de la sala capitular del monasterio de Santa María de Sijena siempre han ofrecido esa bienvenida más bien áspera. A condición, eso sí, de que uno dirija sus ojos hacia arriba, hacia los 45 retratos que cubrían los arcos del recinto aragonés y que se pudieron arrancar con éxito en 1936. Mirar abajo es otra cosa. Mucha gente pasa casi sin parar porque es el último espacio del recorrido dedicado al arte románico y el cerebro puede andar ya un poco frito. Otros frenan el paso, se interesan un poco más e incluso hacen una foto con el móvil. Y existe una última generación de visitantes para quienes esa sala, la 16, es un objetivo definido. Porque el interés por los murales de Sijena ha revivido gracias al final de una larga batalla judicial embebida de política, que obliga al MNAC a devolver las obras al monasterio. Como decía este martes el guía Adriano Calero, “el salseo a la gente le encanta”. Y estos últimos también acostumbran a hacer fotos.
La sentencia que obliga a devolver las pinturas a Aragón y todo el ruido a su alrededor dan algo de más vida a la sala del MNAC donde se exhiben las obras
Solo uno parece reflexionar, algunos otros están apesadumbrados y las caras de una mayoría muestran mosqueo, si no enojo. Las miradas que salen de las pinturas que alberga el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) y que decoraron parte de la sala capitular del monasterio de Santa María de Sijena siempre han ofrecido esa bienvenida más bien áspera. A condición, eso sí, de que uno dirija sus ojos hacia arriba, hacia los 45 retratos que cubrían los arcos del recinto aragonés y que se pudieron arrancar con éxito en 1936. Mirar abajo es otra cosa. Mucha gente pasa casi sin parar porque es el último espacio del recorrido dedicado al arte románico y el cerebro puede andar ya un poco frito. Otros frenan el paso, se interesan un poco más e incluso hacen una foto con el móvil. Y existe una última generación de visitantes para quienes esa sala, la 16, es un objetivo definido. Porque el interés por los murales de Sijena ha revivido gracias al final de una larga batalla judicial embebida de política, que obliga al MNAC a devolver las obras al monasterio. Como decía este martes el guía Adriano Calero, “el salseo a la gente le encanta”. Y estos últimos también acostumbran a hacer fotos.
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