Carlos Arévalo, doble medallista olímpico y uno de los referentes actuales del piragüismo español, no estará en la línea de salida del K1 200 en el próximo Mundial de Milán. No por decisión técnica propia, ni por renuncia personal. Tampoco por rendimiento. La Real Federación Española de Piragüismo (RFEP) le ha retirado una plaza que, según el entorno del palista, ya tenía ganada desde hace semanas. El conflicto ha estallado.Todo comenzó tras la Copa del Mundo de Szeged , en mayo, donde Arévalo logró el bronce en K1 200 y compitió también en el K4 500, su prueba olímpica. El horario, muy similar al que se espera en el Mundial de agosto, no impidió que rindiera con solvencia. La semana pasada revalidó su nivel en el Europeo de Racice, con otro tercer puesto individual. Su clasificación para el Mundial, según los criterios oficiales, quedaba asegurada.Sin embargo, hace unos días, la dirección técnica de la Federación le comunicó -de forma extraoficial, según su club, el Fluvial de Lugo- que no podrá competir en ambas pruebas en Milán. Alegan ahora que fue un «error» haberle autorizado a doblar distancias, y que las pruebas son «incompatibles» por la cercanía entre sus finales (36 minutos entre una y otra). Le proponen, en su lugar, acudir a un nuevo selectivo en julio. Arévalo, indignado, ha anunciado que tomará medidas legales.En un comunicado difundido en redes, el gallego se pregunta «por qué le quitan algo que ganó» y acusa a la RFEP de descargar sobre él una responsabilidad que no le corresponde. «Es frustrante y doloroso ver cómo algo que he ganado con mi trabajo duro se me arrebata de esta manera», escribió. La Federación, por su parte, ha defendido su postura apelando a la «justicia deportiva» y al principio de «igualdad entre deportistas». Para Arévalo, el argumento no se sostiene: ya dobló pruebas en Szeged, con tiempos similares, y los resultados fueron evidentes.Este nuevo desencuentro llega en un momento especialmente delicado para el piragüismo español, una disciplina tan exitosa como polémica. Tras los Juegos de París, el equipo afronta un ciclo olímpico de transición que ya ha dejado varias heridas abiertas. Marcus Cooper , tras competir en el Europeo, ha renunciado a continuar en el K4 500, la embarcación estrella del kayak español, para centrarse en el K1 1000, distancia en la que logró el oro en Río 2016 y que pretende preparar a fondo para Los Ángeles 2028. Su plaza será ocupada por Rodrigo Germade, que vuelve al barco tras haber quedado inicialmente fuera por decisión técnica. El gallego, bronce en Tokio y París, denunció en abril la rigidez de los criterios de selección que lo excluyeron tras una prueba individual para la que no estaba preparado. «Se han deshecho de mí como una bolsa de basura», dijo entonces al Faro de Vigo. Su reincorporación ahora al K4 para el Mundial no borra el desencuentro previo.Saúl Craviotto , por su parte, permanece alejado del circuito, sin noticias oficiales sobre su futuro ni confirmación sobre si continuará hasta los próximos Juegos.Del lado femenino, el caso más sonado ha sido el de Teresa Portela. Subcampeona olímpica en K1 200 y una de las grandes referencias del deporte español, con siete participaciones olímpicas, renunció a la temporada tras rechazar la obligación de trasladarse a Sevilla para formar parte del K4. Portela denunció, además, que el equipo femenino careció de entrenador durante varios meses, mientras el masculino disponía de estructura desde octubre. «Solo pido que elijan a las mejores, sin la obligación de estar en Sevilla», defendió.La Federación, en todos los casos, ha mantenido una línea argumental similar: apuesta por la planificación centralizada, justifica sus decisiones en criterios técnicos y defiende el modelo como el más eficaz para obtener resultados. Recuerda, además, que su proyecto deportivo fue recientemente valorado como el mejor por el Consejo Superior de Deportes. Pero las cifras no neutralizan el desgaste interno.En medio del ruido, Arévalo se mantiene firme. Quiere competir en Milán, en las dos pruebas que conoce y domina. Ya lo hizo en el Mundial de Halifax 2022, donde se convirtió en el primer español en lograr dos oros mundiales en la misma edición: K4 500 y K1 200. Nadie duda de su capacidad. La cuestión es si le dejarán volver a intentarlo. Carlos Arévalo, doble medallista olímpico y uno de los referentes actuales del piragüismo español, no estará en la línea de salida del K1 200 en el próximo Mundial de Milán. No por decisión técnica propia, ni por renuncia personal. Tampoco por rendimiento. La Real Federación Española de Piragüismo (RFEP) le ha retirado una plaza que, según el entorno del palista, ya tenía ganada desde hace semanas. El conflicto ha estallado.Todo comenzó tras la Copa del Mundo de Szeged , en mayo, donde Arévalo logró el bronce en K1 200 y compitió también en el K4 500, su prueba olímpica. El horario, muy similar al que se espera en el Mundial de agosto, no impidió que rindiera con solvencia. La semana pasada revalidó su nivel en el Europeo de Racice, con otro tercer puesto individual. Su clasificación para el Mundial, según los criterios oficiales, quedaba asegurada.Sin embargo, hace unos días, la dirección técnica de la Federación le comunicó -de forma extraoficial, según su club, el Fluvial de Lugo- que no podrá competir en ambas pruebas en Milán. Alegan ahora que fue un «error» haberle autorizado a doblar distancias, y que las pruebas son «incompatibles» por la cercanía entre sus finales (36 minutos entre una y otra). Le proponen, en su lugar, acudir a un nuevo selectivo en julio. Arévalo, indignado, ha anunciado que tomará medidas legales.En un comunicado difundido en redes, el gallego se pregunta «por qué le quitan algo que ganó» y acusa a la RFEP de descargar sobre él una responsabilidad que no le corresponde. «Es frustrante y doloroso ver cómo algo que he ganado con mi trabajo duro se me arrebata de esta manera», escribió. La Federación, por su parte, ha defendido su postura apelando a la «justicia deportiva» y al principio de «igualdad entre deportistas». Para Arévalo, el argumento no se sostiene: ya dobló pruebas en Szeged, con tiempos similares, y los resultados fueron evidentes.Este nuevo desencuentro llega en un momento especialmente delicado para el piragüismo español, una disciplina tan exitosa como polémica. Tras los Juegos de París, el equipo afronta un ciclo olímpico de transición que ya ha dejado varias heridas abiertas. Marcus Cooper , tras competir en el Europeo, ha renunciado a continuar en el K4 500, la embarcación estrella del kayak español, para centrarse en el K1 1000, distancia en la que logró el oro en Río 2016 y que pretende preparar a fondo para Los Ángeles 2028. Su plaza será ocupada por Rodrigo Germade, que vuelve al barco tras haber quedado inicialmente fuera por decisión técnica. El gallego, bronce en Tokio y París, denunció en abril la rigidez de los criterios de selección que lo excluyeron tras una prueba individual para la que no estaba preparado. «Se han deshecho de mí como una bolsa de basura», dijo entonces al Faro de Vigo. Su reincorporación ahora al K4 para el Mundial no borra el desencuentro previo.Saúl Craviotto , por su parte, permanece alejado del circuito, sin noticias oficiales sobre su futuro ni confirmación sobre si continuará hasta los próximos Juegos.Del lado femenino, el caso más sonado ha sido el de Teresa Portela. Subcampeona olímpica en K1 200 y una de las grandes referencias del deporte español, con siete participaciones olímpicas, renunció a la temporada tras rechazar la obligación de trasladarse a Sevilla para formar parte del K4. Portela denunció, además, que el equipo femenino careció de entrenador durante varios meses, mientras el masculino disponía de estructura desde octubre. «Solo pido que elijan a las mejores, sin la obligación de estar en Sevilla», defendió.La Federación, en todos los casos, ha mantenido una línea argumental similar: apuesta por la planificación centralizada, justifica sus decisiones en criterios técnicos y defiende el modelo como el más eficaz para obtener resultados. Recuerda, además, que su proyecto deportivo fue recientemente valorado como el mejor por el Consejo Superior de Deportes. Pero las cifras no neutralizan el desgaste interno.En medio del ruido, Arévalo se mantiene firme. Quiere competir en Milán, en las dos pruebas que conoce y domina. Ya lo hizo en el Mundial de Halifax 2022, donde se convirtió en el primer español en lograr dos oros mundiales en la misma edición: K4 500 y K1 200. Nadie duda de su capacidad. La cuestión es si le dejarán volver a intentarlo. Carlos Arévalo, doble medallista olímpico y uno de los referentes actuales del piragüismo español, no estará en la línea de salida del K1 200 en el próximo Mundial de Milán. No por decisión técnica propia, ni por renuncia personal. Tampoco por rendimiento. La Real Federación Española de Piragüismo (RFEP) le ha retirado una plaza que, según el entorno del palista, ya tenía ganada desde hace semanas. El conflicto ha estallado.Todo comenzó tras la Copa del Mundo de Szeged , en mayo, donde Arévalo logró el bronce en K1 200 y compitió también en el K4 500, su prueba olímpica. El horario, muy similar al que se espera en el Mundial de agosto, no impidió que rindiera con solvencia. La semana pasada revalidó su nivel en el Europeo de Racice, con otro tercer puesto individual. Su clasificación para el Mundial, según los criterios oficiales, quedaba asegurada.Sin embargo, hace unos días, la dirección técnica de la Federación le comunicó -de forma extraoficial, según su club, el Fluvial de Lugo- que no podrá competir en ambas pruebas en Milán. Alegan ahora que fue un «error» haberle autorizado a doblar distancias, y que las pruebas son «incompatibles» por la cercanía entre sus finales (36 minutos entre una y otra). Le proponen, en su lugar, acudir a un nuevo selectivo en julio. Arévalo, indignado, ha anunciado que tomará medidas legales.En un comunicado difundido en redes, el gallego se pregunta «por qué le quitan algo que ganó» y acusa a la RFEP de descargar sobre él una responsabilidad que no le corresponde. «Es frustrante y doloroso ver cómo algo que he ganado con mi trabajo duro se me arrebata de esta manera», escribió. La Federación, por su parte, ha defendido su postura apelando a la «justicia deportiva» y al principio de «igualdad entre deportistas». Para Arévalo, el argumento no se sostiene: ya dobló pruebas en Szeged, con tiempos similares, y los resultados fueron evidentes.Este nuevo desencuentro llega en un momento especialmente delicado para el piragüismo español, una disciplina tan exitosa como polémica. Tras los Juegos de París, el equipo afronta un ciclo olímpico de transición que ya ha dejado varias heridas abiertas. Marcus Cooper , tras competir en el Europeo, ha renunciado a continuar en el K4 500, la embarcación estrella del kayak español, para centrarse en el K1 1000, distancia en la que logró el oro en Río 2016 y que pretende preparar a fondo para Los Ángeles 2028. Su plaza será ocupada por Rodrigo Germade, que vuelve al barco tras haber quedado inicialmente fuera por decisión técnica. El gallego, bronce en Tokio y París, denunció en abril la rigidez de los criterios de selección que lo excluyeron tras una prueba individual para la que no estaba preparado. «Se han deshecho de mí como una bolsa de basura», dijo entonces al Faro de Vigo. Su reincorporación ahora al K4 para el Mundial no borra el desencuentro previo.Saúl Craviotto , por su parte, permanece alejado del circuito, sin noticias oficiales sobre su futuro ni confirmación sobre si continuará hasta los próximos Juegos.Del lado femenino, el caso más sonado ha sido el de Teresa Portela. Subcampeona olímpica en K1 200 y una de las grandes referencias del deporte español, con siete participaciones olímpicas, renunció a la temporada tras rechazar la obligación de trasladarse a Sevilla para formar parte del K4. Portela denunció, además, que el equipo femenino careció de entrenador durante varios meses, mientras el masculino disponía de estructura desde octubre. «Solo pido que elijan a las mejores, sin la obligación de estar en Sevilla», defendió.La Federación, en todos los casos, ha mantenido una línea argumental similar: apuesta por la planificación centralizada, justifica sus decisiones en criterios técnicos y defiende el modelo como el más eficaz para obtener resultados. Recuerda, además, que su proyecto deportivo fue recientemente valorado como el mejor por el Consejo Superior de Deportes. Pero las cifras no neutralizan el desgaste interno.En medio del ruido, Arévalo se mantiene firme. Quiere competir en Milán, en las dos pruebas que conoce y domina. Ya lo hizo en el Mundial de Halifax 2022, donde se convirtió en el primer español en lograr dos oros mundiales en la misma edición: K4 500 y K1 200. Nadie duda de su capacidad. La cuestión es si le dejarán volver a intentarlo. 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