Los experimentos nunca estuvieron en el ADN de la Iglesia, mucho menos si están en juego asuntos como la muerte o el más allá. El fallecimiento de un papa es siempre un acontecimiento único. Pero su rito funeral, al margen de homilías más o menos escuetas, cuestiones meteorológicas o cifras de afluencia, podrían llegar a ser un calco unos de otros. Francisco, sin embargo, en esa mezcla de austeridad e intuición para la sorpresa, marcó una pauta distinta antes de morir.
Francisco quiso ser enterrado fuera del Vaticano en un intento de normalizar el rito. Su última vuelta al ruedo a través de Roma clausura un sepelio extraordinario dentro de la historia papal
Los experimentos nunca estuvieron en el ADN de la Iglesia, mucho menos si están en juego asuntos como la muerte o el más allá. El fallecimiento de un papa es siempre un acontecimiento único. Pero su rito funeral, al margen de homilías más o menos escuetas, cuestiones meteorológicas o cifras de afluencia, podrían llegar a ser un calco unos de otros. Francisco, sin embargo, en esa mezcla de austeridad e intuición para la sorpresa, marcó una pauta distinta antes de morir.
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