Fueron horas de trabajo en la explanada frente al Colegio Americano de Pozuelo de Alarcón, con el cadáver del ucraniano Andriy Portnov ahí tirado, junto a su coche de lujo, asaeteado por varios impactos de bala. Con calzas, guantes, reactivos químicos, monos blancos y cámaras de fotografía, varios hombres y mujeres procesaban este 21 de mayo la escena del crimen. Son los expertos del Grupo de Delitos Violentos (DEVI) de la Brigada de Policía Científica de Madrid, una élite de investigación que no solo consigue identificar a autores de asesinatos, incendios, asaltos a viviendas y un larguísimo etcétera de delitos; sino que, más importante aún, son en muchísimas ocasiones quienes logran abrochar judicialmente los asuntos más complejos con el cotejo del material biológico, que es el elemento fundamental. Y lograr las condenas. Fernando, el inspector jefe, lo resume así: «Nosotros localizamos e identificamos las pruebas, efectos y vestigios en la escena del crimen que puedan llevar al esclarecimiento del delito».Queda lejos 1911, año en que el médico granadino Federico Olóriz creó el primer sistema de identificación dactilar en España y Portugal. Nombró una decena de características únicas de las huellas humanas de los dedos que permitían acotar el cotejo con otras. Ahora, más de un siglo después, en el complejo policial de Moratalaz, el DEVI utiliza bailarinas (un tipo de escobillas), reactivos, tintes y técnicas lofoscópicas para revelar esos vestigios. Probablemente, sea el departamento que más guardias hace en la Jefatura Superior de Madrid, porque por ellos pasan todos los delitos graves de su demarcación, que supera los 5 millones de habitantes. Horas y horas de trabajo que son también de convivencia, que se sacan adelante con mucha pericia científica pero también con una pasión y compañerismo que se palpa en los despachos. Y en una mañana con ellos eso se nota.Sergio, a quien ya conocíamos en ABC desde 2011, cuando relató su actuación fuera de servicio en el incendio intencionado de una discoteca cuando era un patrullero de distrito, es uno de estos especialistas. Cuenta en su haber con haber esclarecido, junto a su compañera Gemma, dos de los sucesos más complicados de los últimos años. Por un lado, la autoría del asesinato de Ana María Henao , una mujer colombiano-estadounidense que había huido a España a comenzar una nueva vida tras un complicado divorcio en febrero de 2024. Su cuerpo jamás se ha encontrado, pero la labor de la Policía española y el FBI fue en la dirección de detener al exmarido, David Knezevich, que estaba a la espera de juicio en Miami, Estados Unidos. Se le iba a juzgar en principio por la desaparición de Ana, pero la inspección ocular del piso de la víctima, en Francisco Silvela, donde ocurrieron los hechos (y donde David negó en todo momento que hubiese estado alguna vez en su vida), dio en el blanco. Noticia Relacionada Violencia de género estandar No Detenido un hombre por asesinar a su mujer en su domicilio en Getafe E. G. Los hechos han ocurrido a las 07.15 horas. Los agentes, al entrar en la vivienda, se encontraron al agresor portando un cuchillo«Mi compañera Gemma y yo pensamos en qué puntos habría tocado, aunque apenas estuvo en la vivienda 6 o 7 minutos. Intentamos recabar algún vestigio de una mesa que estaba movida, de alguna maleta (el cadáver lo trasladó en una) y pensamos que lógicamente debería haber tocado el pomo de la puerta al salir», explica el Sergio. Bingo: hallaron restos epiteliales con ADN justo en el picaporte interior. «Todos descamamos y, aunque hubiese llevado guantes, dejó ese mínimo rastro», detalla. Era como buscar una aguja en un pajar. Reconstrucción de huellasPero faltaba otro perfil genético con el que compararlo y David estaba al otro lado del Atlántico. Consiguieron la comprobación más tarde y dio positivo. La acusación pasaba a ser por asesinato, tras investigar su rastro en hasta siete países y no haberse hallado el cadáver. A los pocos días, cuando el reo se enteró del descubrimiento, casualidad o no, se cortó las venas con unas cuchillas de afeitar y murió en su celda. Era 28 de abril, el día del apagón general. El perfil de agentes del DEVI es de gente joven o de mediana edad muy preparada. Son la perfecta imagen del enorme cambio que han dado los Cuerpos de Seguridad en las últimas décadas. Es el caso de la policía Laura, licenciada en Biología y máster en Biotecnología. En una sala especial trabaja con su bata blanca en la reconstrucción de las huellas de dos dedos de un fallecido. Ambas falanges distales, explica, son tratadas con agua y amoniaco, con lo que consigue hacer ósmosis y rehidratar las yemas, de manera que vuelvan a ‘aflorar’ las huellas. Esta técnica de regeneración corporal se utiliza, sobre todo, para las necrorreseñas de fallecidos sin identificar, por ejemplo, en incendios. En otra habitación, un pequeño laboratorio, intenta sacar impresiones digitales de una lata de refresco, fundamentales para esclarecer otro hecho delictivo. Le aplica un tinte amarillo básico y, al día siguiente, con luz de 415 nanómetros, se obtienen las muestras. Hay procesos para todo: desde sacar el número de bastidor de un coche que ha sido borrado a la detección de sangre, para lo que hay reactivos especiales si se buscan, por ejemplo, rastros que sean humanos. Pura ciencia Arriba, Laura, policía y bióloga, aplica una luz especial para revelar vestigios. Abajo, a la izquierda, proceso de ósmosis para recuperar la huella del dedo de un fallecido. A la derecha, comparación de varias huellas dactilares Fotos: Tania SieiraHomicidios, agresiones sexuales, lesiones, robos con violencia o con fuerza, incendios… «Una vez que nos comisiona la sala del 091, acudimos al menos con un equipo básico (que puede contener otras herramientas en función del tipo de hecho criminal). Lo primero que hace el DEVI es recabar información del suceso de los radiopatrullas, que suelen ser los primeros en llegar», explica el inspector jefe Fernando, responsable de la Sección de Inspecciones Oculares de la Brigada Científica de Madrid. Ya con los compañeros de Homicidios, Robos, Atracos o del departamento al que corresponda el delito, intercambian más datos y despliegan el material en busca de vestigios. Con las bailarinas esparcen el producto que ‘revela’ las huellas sobre una superficie, dependiendo de si es oscura o clara. «No es tanto que un homicidio sea más difícil de procesar que una agresión sexual, por ejemplo; lo que lo complica es la escena en sí: una casa tiene más espacio y recovecos que una parte de la vía pública, donde podemos tardar menos en inspeccionar», aclara. Los restos de pólvora en un sospechoso son también objeto de su investigación, para lo que se ha pasado de la famosa prueba de la parafina en las manos al uso de plomo, bario y antimonio. El sistema de huellas dactilares permite comparar en una inmensa base de datos de millones de personas fichadas (no así con las de los pasaportes y DNI, que solo sirven en casos de identificaciones y cuestiones humanitarias, por ley). Cada huella es única, no hay dos iguales, «es como un mapa con sus ríos y sus cordilleras», ejemplifica Sergio.Doce puntos característicos«Pero la búsqueda no es automática: introduces puntos concretos y salen las más parecidas. A partir de ahí, buscas entre ellas la que tenga los 12 puntos característicos. Es un trabajo de especialización y de entrenamiento. El problema es que muchas veces son huellas parciales, un fragmento», añade. Un caso resuelto así fue el del pederasta de Ciudad Lineal : se le identificó por una huella en el plástico de una prenda que estaba en el piso de los horrores.Llegamos a la joya de la corona de este tipo de análisis: el ADN. Ha supuesto, desde los años 90, un revulsivo para esclarecer todo tipo de crímenes. «Es ciencia, una prueba objetiva. No solo trabajamos en la resolución e identificación, sino en aportar pruebas irrefutables para lograr las condenas», sentencia el inspector jefe. Fernando recuerda con especial emoción otro de los asesinatos que ayudaron a esclarecer: el de Carmen Muñoz, policía municipal de Madrid de 62 años que en 2012 acudió a un atraco en la oficina de Correos de la avenida de Andalucía. «Se generó una empatía, porque era una compañera que trabajaba en la calle». O el más reciente crimen de la presidenta de la comunidad, Pilar, una mujer mayor asesinada por una vecina que se negaba a pagar lo que debía al bloque, en la calle de la Oca: «El hermano nos llamó tras la sentencia para darnos las gracias por nuestro trabajo, muy emocionado».La proliferación del ‘true crime ‘, las series y las novelas de misterio, han repercutido en su trabajo: «Los malos toman más preocupaciones que antes, y eso nos dificulta», reconoce.En otra dependencia del mismo edificio de Moratalaz están los expertos en Balística: ahí es donde estudian tanto la procedencia de las armas como su correspondencia con delitos concretos, además de realizar reconstrucciones de trayectorias, análisis de proyectiles o de las armas de fuego modificadas por bandas latinas. Fueron horas de trabajo en la explanada frente al Colegio Americano de Pozuelo de Alarcón, con el cadáver del ucraniano Andriy Portnov ahí tirado, junto a su coche de lujo, asaeteado por varios impactos de bala. Con calzas, guantes, reactivos químicos, monos blancos y cámaras de fotografía, varios hombres y mujeres procesaban este 21 de mayo la escena del crimen. Son los expertos del Grupo de Delitos Violentos (DEVI) de la Brigada de Policía Científica de Madrid, una élite de investigación que no solo consigue identificar a autores de asesinatos, incendios, asaltos a viviendas y un larguísimo etcétera de delitos; sino que, más importante aún, son en muchísimas ocasiones quienes logran abrochar judicialmente los asuntos más complejos con el cotejo del material biológico, que es el elemento fundamental. Y lograr las condenas. Fernando, el inspector jefe, lo resume así: «Nosotros localizamos e identificamos las pruebas, efectos y vestigios en la escena del crimen que puedan llevar al esclarecimiento del delito».Queda lejos 1911, año en que el médico granadino Federico Olóriz creó el primer sistema de identificación dactilar en España y Portugal. Nombró una decena de características únicas de las huellas humanas de los dedos que permitían acotar el cotejo con otras. Ahora, más de un siglo después, en el complejo policial de Moratalaz, el DEVI utiliza bailarinas (un tipo de escobillas), reactivos, tintes y técnicas lofoscópicas para revelar esos vestigios. Probablemente, sea el departamento que más guardias hace en la Jefatura Superior de Madrid, porque por ellos pasan todos los delitos graves de su demarcación, que supera los 5 millones de habitantes. Horas y horas de trabajo que son también de convivencia, que se sacan adelante con mucha pericia científica pero también con una pasión y compañerismo que se palpa en los despachos. Y en una mañana con ellos eso se nota.Sergio, a quien ya conocíamos en ABC desde 2011, cuando relató su actuación fuera de servicio en el incendio intencionado de una discoteca cuando era un patrullero de distrito, es uno de estos especialistas. Cuenta en su haber con haber esclarecido, junto a su compañera Gemma, dos de los sucesos más complicados de los últimos años. Por un lado, la autoría del asesinato de Ana María Henao , una mujer colombiano-estadounidense que había huido a España a comenzar una nueva vida tras un complicado divorcio en febrero de 2024. Su cuerpo jamás se ha encontrado, pero la labor de la Policía española y el FBI fue en la dirección de detener al exmarido, David Knezevich, que estaba a la espera de juicio en Miami, Estados Unidos. Se le iba a juzgar en principio por la desaparición de Ana, pero la inspección ocular del piso de la víctima, en Francisco Silvela, donde ocurrieron los hechos (y donde David negó en todo momento que hubiese estado alguna vez en su vida), dio en el blanco. Noticia Relacionada Violencia de género estandar No Detenido un hombre por asesinar a su mujer en su domicilio en Getafe E. G. Los hechos han ocurrido a las 07.15 horas. Los agentes, al entrar en la vivienda, se encontraron al agresor portando un cuchillo«Mi compañera Gemma y yo pensamos en qué puntos habría tocado, aunque apenas estuvo en la vivienda 6 o 7 minutos. Intentamos recabar algún vestigio de una mesa que estaba movida, de alguna maleta (el cadáver lo trasladó en una) y pensamos que lógicamente debería haber tocado el pomo de la puerta al salir», explica el Sergio. Bingo: hallaron restos epiteliales con ADN justo en el picaporte interior. «Todos descamamos y, aunque hubiese llevado guantes, dejó ese mínimo rastro», detalla. Era como buscar una aguja en un pajar. Reconstrucción de huellasPero faltaba otro perfil genético con el que compararlo y David estaba al otro lado del Atlántico. Consiguieron la comprobación más tarde y dio positivo. La acusación pasaba a ser por asesinato, tras investigar su rastro en hasta siete países y no haberse hallado el cadáver. A los pocos días, cuando el reo se enteró del descubrimiento, casualidad o no, se cortó las venas con unas cuchillas de afeitar y murió en su celda. Era 28 de abril, el día del apagón general. El perfil de agentes del DEVI es de gente joven o de mediana edad muy preparada. Son la perfecta imagen del enorme cambio que han dado los Cuerpos de Seguridad en las últimas décadas. Es el caso de la policía Laura, licenciada en Biología y máster en Biotecnología. En una sala especial trabaja con su bata blanca en la reconstrucción de las huellas de dos dedos de un fallecido. Ambas falanges distales, explica, son tratadas con agua y amoniaco, con lo que consigue hacer ósmosis y rehidratar las yemas, de manera que vuelvan a ‘aflorar’ las huellas. Esta técnica de regeneración corporal se utiliza, sobre todo, para las necrorreseñas de fallecidos sin identificar, por ejemplo, en incendios. En otra habitación, un pequeño laboratorio, intenta sacar impresiones digitales de una lata de refresco, fundamentales para esclarecer otro hecho delictivo. Le aplica un tinte amarillo básico y, al día siguiente, con luz de 415 nanómetros, se obtienen las muestras. Hay procesos para todo: desde sacar el número de bastidor de un coche que ha sido borrado a la detección de sangre, para lo que hay reactivos especiales si se buscan, por ejemplo, rastros que sean humanos. Pura ciencia Arriba, Laura, policía y bióloga, aplica una luz especial para revelar vestigios. Abajo, a la izquierda, proceso de ósmosis para recuperar la huella del dedo de un fallecido. A la derecha, comparación de varias huellas dactilares Fotos: Tania SieiraHomicidios, agresiones sexuales, lesiones, robos con violencia o con fuerza, incendios… «Una vez que nos comisiona la sala del 091, acudimos al menos con un equipo básico (que puede contener otras herramientas en función del tipo de hecho criminal). Lo primero que hace el DEVI es recabar información del suceso de los radiopatrullas, que suelen ser los primeros en llegar», explica el inspector jefe Fernando, responsable de la Sección de Inspecciones Oculares de la Brigada Científica de Madrid. Ya con los compañeros de Homicidios, Robos, Atracos o del departamento al que corresponda el delito, intercambian más datos y despliegan el material en busca de vestigios. Con las bailarinas esparcen el producto que ‘revela’ las huellas sobre una superficie, dependiendo de si es oscura o clara. «No es tanto que un homicidio sea más difícil de procesar que una agresión sexual, por ejemplo; lo que lo complica es la escena en sí: una casa tiene más espacio y recovecos que una parte de la vía pública, donde podemos tardar menos en inspeccionar», aclara. Los restos de pólvora en un sospechoso son también objeto de su investigación, para lo que se ha pasado de la famosa prueba de la parafina en las manos al uso de plomo, bario y antimonio. El sistema de huellas dactilares permite comparar en una inmensa base de datos de millones de personas fichadas (no así con las de los pasaportes y DNI, que solo sirven en casos de identificaciones y cuestiones humanitarias, por ley). Cada huella es única, no hay dos iguales, «es como un mapa con sus ríos y sus cordilleras», ejemplifica Sergio.Doce puntos característicos«Pero la búsqueda no es automática: introduces puntos concretos y salen las más parecidas. A partir de ahí, buscas entre ellas la que tenga los 12 puntos característicos. Es un trabajo de especialización y de entrenamiento. El problema es que muchas veces son huellas parciales, un fragmento», añade. Un caso resuelto así fue el del pederasta de Ciudad Lineal : se le identificó por una huella en el plástico de una prenda que estaba en el piso de los horrores.Llegamos a la joya de la corona de este tipo de análisis: el ADN. Ha supuesto, desde los años 90, un revulsivo para esclarecer todo tipo de crímenes. «Es ciencia, una prueba objetiva. No solo trabajamos en la resolución e identificación, sino en aportar pruebas irrefutables para lograr las condenas», sentencia el inspector jefe. Fernando recuerda con especial emoción otro de los asesinatos que ayudaron a esclarecer: el de Carmen Muñoz, policía municipal de Madrid de 62 años que en 2012 acudió a un atraco en la oficina de Correos de la avenida de Andalucía. «Se generó una empatía, porque era una compañera que trabajaba en la calle». O el más reciente crimen de la presidenta de la comunidad, Pilar, una mujer mayor asesinada por una vecina que se negaba a pagar lo que debía al bloque, en la calle de la Oca: «El hermano nos llamó tras la sentencia para darnos las gracias por nuestro trabajo, muy emocionado».La proliferación del ‘true crime ‘, las series y las novelas de misterio, han repercutido en su trabajo: «Los malos toman más preocupaciones que antes, y eso nos dificulta», reconoce.En otra dependencia del mismo edificio de Moratalaz están los expertos en Balística: ahí es donde estudian tanto la procedencia de las armas como su correspondencia con delitos concretos, además de realizar reconstrucciones de trayectorias, análisis de proyectiles o de las armas de fuego modificadas por bandas latinas. Fueron horas de trabajo en la explanada frente al Colegio Americano de Pozuelo de Alarcón, con el cadáver del ucraniano Andriy Portnov ahí tirado, junto a su coche de lujo, asaeteado por varios impactos de bala. Con calzas, guantes, reactivos químicos, monos blancos y cámaras de fotografía, varios hombres y mujeres procesaban este 21 de mayo la escena del crimen. Son los expertos del Grupo de Delitos Violentos (DEVI) de la Brigada de Policía Científica de Madrid, una élite de investigación que no solo consigue identificar a autores de asesinatos, incendios, asaltos a viviendas y un larguísimo etcétera de delitos; sino que, más importante aún, son en muchísimas ocasiones quienes logran abrochar judicialmente los asuntos más complejos con el cotejo del material biológico, que es el elemento fundamental. Y lograr las condenas. Fernando, el inspector jefe, lo resume así: «Nosotros localizamos e identificamos las pruebas, efectos y vestigios en la escena del crimen que puedan llevar al esclarecimiento del delito».Queda lejos 1911, año en que el médico granadino Federico Olóriz creó el primer sistema de identificación dactilar en España y Portugal. Nombró una decena de características únicas de las huellas humanas de los dedos que permitían acotar el cotejo con otras. Ahora, más de un siglo después, en el complejo policial de Moratalaz, el DEVI utiliza bailarinas (un tipo de escobillas), reactivos, tintes y técnicas lofoscópicas para revelar esos vestigios. Probablemente, sea el departamento que más guardias hace en la Jefatura Superior de Madrid, porque por ellos pasan todos los delitos graves de su demarcación, que supera los 5 millones de habitantes. Horas y horas de trabajo que son también de convivencia, que se sacan adelante con mucha pericia científica pero también con una pasión y compañerismo que se palpa en los despachos. Y en una mañana con ellos eso se nota.Sergio, a quien ya conocíamos en ABC desde 2011, cuando relató su actuación fuera de servicio en el incendio intencionado de una discoteca cuando era un patrullero de distrito, es uno de estos especialistas. Cuenta en su haber con haber esclarecido, junto a su compañera Gemma, dos de los sucesos más complicados de los últimos años. Por un lado, la autoría del asesinato de Ana María Henao , una mujer colombiano-estadounidense que había huido a España a comenzar una nueva vida tras un complicado divorcio en febrero de 2024. Su cuerpo jamás se ha encontrado, pero la labor de la Policía española y el FBI fue en la dirección de detener al exmarido, David Knezevich, que estaba a la espera de juicio en Miami, Estados Unidos. Se le iba a juzgar en principio por la desaparición de Ana, pero la inspección ocular del piso de la víctima, en Francisco Silvela, donde ocurrieron los hechos (y donde David negó en todo momento que hubiese estado alguna vez en su vida), dio en el blanco. Noticia Relacionada Violencia de género estandar No Detenido un hombre por asesinar a su mujer en su domicilio en Getafe E. G. Los hechos han ocurrido a las 07.15 horas. Los agentes, al entrar en la vivienda, se encontraron al agresor portando un cuchillo«Mi compañera Gemma y yo pensamos en qué puntos habría tocado, aunque apenas estuvo en la vivienda 6 o 7 minutos. Intentamos recabar algún vestigio de una mesa que estaba movida, de alguna maleta (el cadáver lo trasladó en una) y pensamos que lógicamente debería haber tocado el pomo de la puerta al salir», explica el Sergio. Bingo: hallaron restos epiteliales con ADN justo en el picaporte interior. «Todos descamamos y, aunque hubiese llevado guantes, dejó ese mínimo rastro», detalla. Era como buscar una aguja en un pajar. Reconstrucción de huellasPero faltaba otro perfil genético con el que compararlo y David estaba al otro lado del Atlántico. Consiguieron la comprobación más tarde y dio positivo. La acusación pasaba a ser por asesinato, tras investigar su rastro en hasta siete países y no haberse hallado el cadáver. A los pocos días, cuando el reo se enteró del descubrimiento, casualidad o no, se cortó las venas con unas cuchillas de afeitar y murió en su celda. Era 28 de abril, el día del apagón general. El perfil de agentes del DEVI es de gente joven o de mediana edad muy preparada. Son la perfecta imagen del enorme cambio que han dado los Cuerpos de Seguridad en las últimas décadas. Es el caso de la policía Laura, licenciada en Biología y máster en Biotecnología. En una sala especial trabaja con su bata blanca en la reconstrucción de las huellas de dos dedos de un fallecido. Ambas falanges distales, explica, son tratadas con agua y amoniaco, con lo que consigue hacer ósmosis y rehidratar las yemas, de manera que vuelvan a ‘aflorar’ las huellas. Esta técnica de regeneración corporal se utiliza, sobre todo, para las necrorreseñas de fallecidos sin identificar, por ejemplo, en incendios. En otra habitación, un pequeño laboratorio, intenta sacar impresiones digitales de una lata de refresco, fundamentales para esclarecer otro hecho delictivo. Le aplica un tinte amarillo básico y, al día siguiente, con luz de 415 nanómetros, se obtienen las muestras. Hay procesos para todo: desde sacar el número de bastidor de un coche que ha sido borrado a la detección de sangre, para lo que hay reactivos especiales si se buscan, por ejemplo, rastros que sean humanos. Pura ciencia Arriba, Laura, policía y bióloga, aplica una luz especial para revelar vestigios. Abajo, a la izquierda, proceso de ósmosis para recuperar la huella del dedo de un fallecido. A la derecha, comparación de varias huellas dactilares Fotos: Tania SieiraHomicidios, agresiones sexuales, lesiones, robos con violencia o con fuerza, incendios… «Una vez que nos comisiona la sala del 091, acudimos al menos con un equipo básico (que puede contener otras herramientas en función del tipo de hecho criminal). Lo primero que hace el DEVI es recabar información del suceso de los radiopatrullas, que suelen ser los primeros en llegar», explica el inspector jefe Fernando, responsable de la Sección de Inspecciones Oculares de la Brigada Científica de Madrid. Ya con los compañeros de Homicidios, Robos, Atracos o del departamento al que corresponda el delito, intercambian más datos y despliegan el material en busca de vestigios. Con las bailarinas esparcen el producto que ‘revela’ las huellas sobre una superficie, dependiendo de si es oscura o clara. «No es tanto que un homicidio sea más difícil de procesar que una agresión sexual, por ejemplo; lo que lo complica es la escena en sí: una casa tiene más espacio y recovecos que una parte de la vía pública, donde podemos tardar menos en inspeccionar», aclara. Los restos de pólvora en un sospechoso son también objeto de su investigación, para lo que se ha pasado de la famosa prueba de la parafina en las manos al uso de plomo, bario y antimonio. El sistema de huellas dactilares permite comparar en una inmensa base de datos de millones de personas fichadas (no así con las de los pasaportes y DNI, que solo sirven en casos de identificaciones y cuestiones humanitarias, por ley). Cada huella es única, no hay dos iguales, «es como un mapa con sus ríos y sus cordilleras», ejemplifica Sergio.Doce puntos característicos«Pero la búsqueda no es automática: introduces puntos concretos y salen las más parecidas. A partir de ahí, buscas entre ellas la que tenga los 12 puntos característicos. Es un trabajo de especialización y de entrenamiento. El problema es que muchas veces son huellas parciales, un fragmento», añade. Un caso resuelto así fue el del pederasta de Ciudad Lineal : se le identificó por una huella en el plástico de una prenda que estaba en el piso de los horrores.Llegamos a la joya de la corona de este tipo de análisis: el ADN. Ha supuesto, desde los años 90, un revulsivo para esclarecer todo tipo de crímenes. «Es ciencia, una prueba objetiva. No solo trabajamos en la resolución e identificación, sino en aportar pruebas irrefutables para lograr las condenas», sentencia el inspector jefe. Fernando recuerda con especial emoción otro de los asesinatos que ayudaron a esclarecer: el de Carmen Muñoz, policía municipal de Madrid de 62 años que en 2012 acudió a un atraco en la oficina de Correos de la avenida de Andalucía. «Se generó una empatía, porque era una compañera que trabajaba en la calle». O el más reciente crimen de la presidenta de la comunidad, Pilar, una mujer mayor asesinada por una vecina que se negaba a pagar lo que debía al bloque, en la calle de la Oca: «El hermano nos llamó tras la sentencia para darnos las gracias por nuestro trabajo, muy emocionado».La proliferación del ‘true crime ‘, las series y las novelas de misterio, han repercutido en su trabajo: «Los malos toman más preocupaciones que antes, y eso nos dificulta», reconoce.En otra dependencia del mismo edificio de Moratalaz están los expertos en Balística: ahí es donde estudian tanto la procedencia de las armas como su correspondencia con delitos concretos, además de realizar reconstrucciones de trayectorias, análisis de proyectiles o de las armas de fuego modificadas por bandas latinas. RSS de noticias de espana
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