Antes se decía que el verano de verdad va de Virgen a Virgen: del 16 de julio, festividad del Carmen, al 15 de agosto, Asunción de María. Treinta días en los que media España busca refugio en la playa, la montaña o el pueblo natal; en cruceros que evitan el trasiego de maletas o en escapadas al extranjero. Es el mes de la tregua, de la pausa necesaria para recargar energías y afrontar el otoño y el invierno con nuevos bríos.Pero este año, como tantos otros, el descanso es solo aparente. A la vuelta de agosto nos espera un otoño que no promete tranquilidad, al menos en lo político. En Castilla y León, los comicios se asoman en el horizonte y, con ellos, la maquinaria electoral volverá a ponerse en marcha. La cita con las urnas llenarán titulares, tertulias y conversaciones de café. Se hablará de corrupción, de errores de gobierno, de aciertos concretos, de todo lo que una legislatura suele contener. Se agitarán los ánimos, se agudizarán las divisiones, y las campañas volverán a convertirse en un campo de batalla.Pero, mientras tanto, no todo es confrontación ni ruido. También hay espacio para la cultura, la belleza y el compromiso. Un ejemplo brillante lo encontramos en Zamora, que estos días vibra con la música y la sensibilidad del Festival Internacional de Ópera de Cámara, más conocido como Little Ópera. Esta iniciativa -de la que supe por primera vez gracias a la cantante Concha Moyano- ha ido creciendo con cada edición. Contra todo pronóstico y con el esfuerzo de muchos, se ha convertido en una cita ineludible del calendario cultural. Las instituciones, por fortuna, han sabido apoyar un proyecto que lleva la magia del bel canto a cada rincón de la provincia. En estos días, Zamora canta. Y cuando una tierra canta, también respira.Ese es el espíritu que echamos en falta en la política: el de la construcción, el de la apuesta por algo que merezca la pena, el de sumar en lugar de dividir. Porque pronto volveremos a asistir al espectáculo, tan triste como previsible, de los reproches cruzados. La crítica no como ejercicio de mejora, sino como arma arrojadiza. En vez de propuestas, descalificaciones. En lugar de proyectos, acusaciones. Una política reducida al «y tú más», que solo ahonda en la fractura social.Si una iniciativa como Little Ópera ha sido capaz de llenar de música, ilusión y belleza una provincia entera, ¿no podríamos exigir a nuestros representantes públicos que hagan lo mismo con sus discursos? Que propongan, que construyan, que piensen en el bien común más que en la derrota del adversario. Porque no se les pide tanto, se les pide solo que, en vez de destruir, se animen por una vez a construir. Antes se decía que el verano de verdad va de Virgen a Virgen: del 16 de julio, festividad del Carmen, al 15 de agosto, Asunción de María. Treinta días en los que media España busca refugio en la playa, la montaña o el pueblo natal; en cruceros que evitan el trasiego de maletas o en escapadas al extranjero. Es el mes de la tregua, de la pausa necesaria para recargar energías y afrontar el otoño y el invierno con nuevos bríos.Pero este año, como tantos otros, el descanso es solo aparente. A la vuelta de agosto nos espera un otoño que no promete tranquilidad, al menos en lo político. En Castilla y León, los comicios se asoman en el horizonte y, con ellos, la maquinaria electoral volverá a ponerse en marcha. La cita con las urnas llenarán titulares, tertulias y conversaciones de café. Se hablará de corrupción, de errores de gobierno, de aciertos concretos, de todo lo que una legislatura suele contener. Se agitarán los ánimos, se agudizarán las divisiones, y las campañas volverán a convertirse en un campo de batalla.Pero, mientras tanto, no todo es confrontación ni ruido. También hay espacio para la cultura, la belleza y el compromiso. Un ejemplo brillante lo encontramos en Zamora, que estos días vibra con la música y la sensibilidad del Festival Internacional de Ópera de Cámara, más conocido como Little Ópera. Esta iniciativa -de la que supe por primera vez gracias a la cantante Concha Moyano- ha ido creciendo con cada edición. Contra todo pronóstico y con el esfuerzo de muchos, se ha convertido en una cita ineludible del calendario cultural. Las instituciones, por fortuna, han sabido apoyar un proyecto que lleva la magia del bel canto a cada rincón de la provincia. En estos días, Zamora canta. Y cuando una tierra canta, también respira.Ese es el espíritu que echamos en falta en la política: el de la construcción, el de la apuesta por algo que merezca la pena, el de sumar en lugar de dividir. Porque pronto volveremos a asistir al espectáculo, tan triste como previsible, de los reproches cruzados. La crítica no como ejercicio de mejora, sino como arma arrojadiza. En vez de propuestas, descalificaciones. En lugar de proyectos, acusaciones. Una política reducida al «y tú más», que solo ahonda en la fractura social.Si una iniciativa como Little Ópera ha sido capaz de llenar de música, ilusión y belleza una provincia entera, ¿no podríamos exigir a nuestros representantes públicos que hagan lo mismo con sus discursos? Que propongan, que construyan, que piensen en el bien común más que en la derrota del adversario. Porque no se les pide tanto, se les pide solo que, en vez de destruir, se animen por una vez a construir. Antes se decía que el verano de verdad va de Virgen a Virgen: del 16 de julio, festividad del Carmen, al 15 de agosto, Asunción de María. Treinta días en los que media España busca refugio en la playa, la montaña o el pueblo natal; en cruceros que evitan el trasiego de maletas o en escapadas al extranjero. Es el mes de la tregua, de la pausa necesaria para recargar energías y afrontar el otoño y el invierno con nuevos bríos.Pero este año, como tantos otros, el descanso es solo aparente. A la vuelta de agosto nos espera un otoño que no promete tranquilidad, al menos en lo político. En Castilla y León, los comicios se asoman en el horizonte y, con ellos, la maquinaria electoral volverá a ponerse en marcha. La cita con las urnas llenarán titulares, tertulias y conversaciones de café. Se hablará de corrupción, de errores de gobierno, de aciertos concretos, de todo lo que una legislatura suele contener. Se agitarán los ánimos, se agudizarán las divisiones, y las campañas volverán a convertirse en un campo de batalla.Pero, mientras tanto, no todo es confrontación ni ruido. También hay espacio para la cultura, la belleza y el compromiso. Un ejemplo brillante lo encontramos en Zamora, que estos días vibra con la música y la sensibilidad del Festival Internacional de Ópera de Cámara, más conocido como Little Ópera. Esta iniciativa -de la que supe por primera vez gracias a la cantante Concha Moyano- ha ido creciendo con cada edición. Contra todo pronóstico y con el esfuerzo de muchos, se ha convertido en una cita ineludible del calendario cultural. Las instituciones, por fortuna, han sabido apoyar un proyecto que lleva la magia del bel canto a cada rincón de la provincia. En estos días, Zamora canta. Y cuando una tierra canta, también respira.Ese es el espíritu que echamos en falta en la política: el de la construcción, el de la apuesta por algo que merezca la pena, el de sumar en lugar de dividir. Porque pronto volveremos a asistir al espectáculo, tan triste como previsible, de los reproches cruzados. La crítica no como ejercicio de mejora, sino como arma arrojadiza. En vez de propuestas, descalificaciones. En lugar de proyectos, acusaciones. Una política reducida al «y tú más», que solo ahonda en la fractura social.Si una iniciativa como Little Ópera ha sido capaz de llenar de música, ilusión y belleza una provincia entera, ¿no podríamos exigir a nuestros representantes públicos que hagan lo mismo con sus discursos? Que propongan, que construyan, que piensen en el bien común más que en la derrota del adversario. Porque no se les pide tanto, se les pide solo que, en vez de destruir, se animen por una vez a construir. RSS de noticias de espana
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