<p>Los anuncios de la radio se ajustan a los oyentes de las cadenas con una precisión divina, un billón de veces más bella que la del algoritmo machacón, dale, Perico, al torno con el GPS para perros. En la estación que habla a quienes comienzan a jubilarse y ya han casado a los niños, que quizás incluso permiten que dos o tres nietos los vigilen a diario desde el fondo de la pantalla del móvil, una ruidosísima voz promueve la contratación de agencias de aquiler que exigen a los inquilinos la presentación de sus extractos bancarios y el pago de un cargo extra equivalente a una, ¡uy!, mensualidad que garantizará el acceso a un servicio de manitas y, Dios nos asista, ¡un! mes de fibra óptica. A continuación, <strong>una locutora de cadencia reposada proclamará el descubrimiento de un novedoso método para regular el colesterol.</strong></p>
El tiempo propio queda arrinconado al fin de semana, he aquí el certificado. Uno queda desahuciado de su propia vida y, en lugar de reclamarlo, le proponen, previo pago, parchearlo
<p>Los anuncios de la radio se ajustan a los oyentes de las cadenas con una precisión divina, un billón de veces más bella que la del algoritmo machacón, dale, Perico, al torno con el GPS para perros. En la estación que habla a quienes comienzan a jubilarse y ya han casado a los niños, que quizás incluso permiten que dos o tres nietos los vigilen a diario desde el fondo de la pantalla del móvil, una ruidosísima voz promueve la contratación de agencias de aquiler que exigen a los inquilinos la presentación de sus extractos bancarios y el pago de un cargo extra equivalente a una, ¡uy!, mensualidad que garantizará el acceso a un servicio de manitas y, Dios nos asista, ¡un! mes de fibra óptica. A continuación, <strong>una locutora de cadencia reposada proclamará el descubrimiento de un novedoso método para regular el colesterol.</strong></p>
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