El mundo sufre un gigantesco forcejeo de potencias para la plasmación de un nuevo orden global. La ofensiva de Donald Trump para impulsar su agenda de América Primero, con la guerra arancelaria como epicentro, es un acelerador de partículas en ese contexto, uno que está dejando expuesta la cruda realidad de las relaciones de fuerza a escala internacional. En ella, Estados Unidos y China destacan como superpotencias a enorme distancia de los demás, entre los cuales muchos emiten señales de sumisión, y otros de resistencia ―pero desde categorías de poder muy inferior―.
El pulso para reconfigurar el orden mundial agudizado por la agenda de Trump expone con crudeza la supremacía de Washington y Pekín sobre el resto
El mundo sufre un gigantesco forcejeo de potencias para la plasmación de un nuevo orden global. La ofensiva de Donald Trump para impulsar su agenda de América Primero, con la guerra arancelaria como epicentro, es un acelerador de partículas en ese contexto, uno que está dejando expuesta la cruda realidad de las relaciones de fuerza a escala internacional. En ella, Estados Unidos y China destacan como superpotencias a enorme distancia de los demás, entre los cuales muchos emiten señales de sumisión, y otros de resistencia ―pero desde categorías de poder muy inferior―.
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